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El torero, tras conseguir dos orejas en una corrida de toros en Osuna el pasado mes de agosto. josé manuel vidal
En la diana: Enrique Ponce

En la diana: Enrique Ponce

El torero de Chiva ha protagonizado en 2020 titulares que nada tienen que ver con su profesión. La recién estrenada relación con una joven de 21 años y el divorcio de quien ha sido su mujer durante un cuarto de siglo aún darán mucho que hablar

Sábado, 10 de abril 2021

El pasado mes de julio saltó la noticia. Enrique Ponce tenía nueva pareja, una joven de 21 años estudiante de Derecho que se llama Ana Soria. Se desintegraba uno de los matrimonios más estables del papel couché, el que le daba el glamur a todas las fiestas: él siempre tan impecable, ella tan elegante y discreta, los dos tan perfectos. En estos últimos meses hemos visto a un Enrique Ponce compartiendo fotos con su nueva pareja, protagonista involuntario de las páginas de la prensa rosa, ahora que además apenas hay corridas de toros y no puede ni siquiera viajar.

Hace unos años, Enrique Ponce contaba en una entrevista a LAS PROVINCIAS cómo su relación con Paloma Cuevas era modélica: «Es un ejemplo de mujer entregada a la vida de su marido, que dejó todo para estar conmigo». Él mismo relataba cuánto le debía: siendo ya pareja, Paloma Cuevas estudió Empresariales en Boston, sacó las máximas calificaciones y, a pesar de que le ofrecieron quedarse a trabajar en Estados Unidos, volvió para dedicar su vida al torero. 24 años después, el amor se fue y Ponce, a su pesar, está en la prensa del corazón cada vez que él, o su pareja, Ana Soria, publican una foto en redes sociales.

Dicen quienes le conocen que la decisión fue muy complicada, precisamente porque sabe que ella ha sacrificado mucho por una relación en la que ha salido perdiendo, al menos profesionalmente. Que él ha podido desarrollarse como torero, triunfar, formar una familia, sabiendo que Paloma Cuevas era el sostén de la familia. «Es una madre perfecta», decía entonces.

El día de la entrevista estaba en Valencia porque la noche anterior le habían concedido un premio y su mujer le había acompañado. A la mañana siguiente, Paloma cogió el primer AVE a Madrid para poder llevar al colegio a su hija mayor, mientras Enrique Ponce se quedaba cumpliendo algunos compromisos, como aquella entrevista. Hasta el pasado año, sus fotos en redes sociales, además del toreo, tenían como protagonistas sus hijas, Palomita y Bianca, siempre ejerciendo de padre cariñoso, compartiendo momentos con ellas. «He estado en los partos, les he cortado el cordón umbilical», decía. Ha compartido fotos en Fallas, donde las dos niñas se han vestido de falleras varios años para la ofrenda y se les ha visto en la Basílica, o con la Virgen, entregando sus ramos.

Esta semana, Paloma Cuevas salía era portada en una conocida revista del corazón y volvía a ser noticia, aunque en los últimos meses no haya dejado de serlo. Paloma Cuevas intenta recomponerse tras la separación y rehacer su vida lejos de Enrique Ponce, de uno de los mejores toreros de su generación, al que no consiguió retirar, pese a sus miedos.

¿Por qué es noticia?

De nuevo están las miradas pendientes de Enrique Ponce, después de que su todavía mujer, Paloma Cuevas, fuera portada de una conocida revista del corazón. Ponce se encontrará en poco tiempo con Paloma Cuevas en la primera comunión de su hija pequeña Bianca.

Porque Ponce lo ha dicho varias veces: «Nací torero y moriré torero». Aunque algún día se retire, aunque se lo pidan también sus hijas... «Palomita me preguntaba si no podía cambiar de profesión», recordaba. Es uno de los más precoces en el toreo, y todavía recuerda José Luis Benlloch, crítico taurino en LAS PROVINCIAS y una de las personas que ha estado a su lado desde pequeño, cómo un día su madre le obligaba a tomarse el Cola-Cao con la amenaza de que no volvía a torear. Tenía nueve años. Su madre ha sido, precisamente, una de las sufridoras, que nunca lo ha visto en la plaza, como tampoco lo hicieron Paloma Cuevas ni sus hijas.

Fue su abuelo quien más le apoyó en la familia. Quien le llevaba a ganaderías a torear becerras hasta que tuvo trece y se fue a Jaén. «Llevaba en el coche una caja de peras, o lo que tocara en cada momento, y sus tijeras y el peine, porque él era peluquero. Y a cambio de dejarme torear le cortaba el pelo al ganadero y le regalaba la fruta». A su madre la engañaban, porque nunca quiso que fuera torero, hasta que tuvo que rendirse ante la evidencia.

Ahora está sobre la mesa la finca Cetrina, en Navas de San Juan, un lugar que se ha hecho a su imagen y semejanza, que tiene pabellón de caza, capilla, plaza de toros o minigolf. De sus olivares extraen el aceite que comercializa bajo su marca y que se vende en El Corte Inglés. La finca es la joya de la corona del patrimonio inmobiliario del diestro de Chiva y el motivo por el que la firma del divorcio parece retrasarse. Allí pasaron el confinamiento la familia, junto a los padres de Paloma Cuevas, que siguen muy afectados por la muerte de su hijo hace unos años. Paloma está muy apegada a ellos.

Los dos, Paloma y Enrique, tienen próximamente una fecha señalada en el calendario, donde volverán a encontrarse ante las cámaras: la primera comunión de su hija Bianca. Pero Ponce quiere volver a ser reconocido por salir a hombros de una plaza.

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