![La diana de Isabel Sanchis](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202105/15/media/cortadas/LF2TRQB1-RBnXBAFwynzDr71xHIwfw2K-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Isabel Sanchis es el ejemplo de que la perseverancia es la madre de todos los talentos. Lo puso en palabras Einstein, que el genio es 1% de talento y un 99% de trabajo duro. Y lo demuestra un hecho constatable, que hace unos años explicó ... en una entrevista a LAS PROVINCIAS: «Hacemos unos cuatrocientos diseños. Acabamos cerca de doscientos. De ahí salen tres o cuatro vestidos que finalmente ven la luz». Esta mujer de sonrisa amable, de formas dulces, que cuando no está trabajando todo le parece bien, se transforma en una persona muy disciplinada en el trabajo, que pide también disciplina en sus empleados. No imagina alguien dibujando que al mismo tiempo esté comentando la película que vio por la noche. Por eso, en su taller de Benaguasil hay mucho silencio. Y concentración.
Isabel Sanchis ha llegado a desfilar en Madrid en un año dramático para el sector. Las restricciones por la pandemia han borrado de un plumazo toda celebración y evento donde las mujeres vayan a lucir el último traje de fiesta salido de los talleres de alta costura. Isabel Sanchis, cómo no, también lo ha notado, pero aguanta. «Trabajamos menos horas, tenemos pedidos más pequeños, pero aquí estamos». Que no es poco, viendo lo que está pasando.
Y eso que esta mujer no empezó cosiendo, sino de procesadora de datos de El Corte Inglés. Un trabajo que le aburría soberanamente, tanto que hacía rayitas en una libreta cada cuarto de hora. Así que unos años de tedio y cuatro hijos después, decidió reinventarse, y recuperar aquella afición de dibujar que tenía de pequeña. Dicen que para buscar lo que realmente nos gusta en la vida hay que ir a la infancia y acordarnos de los juegos. Ella se apuntó a un curso de corte y confección por las tardes y alguien le dijo que valía, aunque nunca se lo ha terminado de creer y todo su éxito lo vincula al trabajo duro.
Isabel Sanchis ha creado un universo de fantasía y de imaginación, donde su creatividad y la de su hija Paula se entremezclan. Nada le asusta, todo se puede hacer, cualquier tejido, forma, diseño, estampado. En la Fashion Week de Madrid había cadenas. Fue el hilo conductor de una colección que gustó a crítica y a público y lo están notando ya en las tiendas y en los pedidos. La gente se anima ya a ir encargando piezas para sus próximos eventos.
Isabel Sanchis triunfó en la pasarela Mercedes Benz Fashion Week de Madrid y ya puede soñar con un horizonte menos oscuro para la moda que el que había quedado debido a las restricciones por la pandemia. Algunos puede que se queden por el camino, tras un año tan duro.
La diseñadora nunca se ha querido desvincular de su pueblo, Benaguasil. Allí tiene su empresa, sigue viviendo en el lugar que la vio nacer. Y para ella es importante es sentimiento de pertenencia a un lugar, que sus hijos hayan podido crecer en sus calles, aunque su mirada mire hacia afuera. París, Nueva York, Emiratos Árabes. Quizás porque no se había movido en determinados círculos, fue muy complicado para Isabel que fuera reconocida en España. Tuvo que llegar el éxito en el exterior. «Había tiendas que arrancaban las etiquetas», recuerda Isabel. Mientras, hay países donde sus modelos comparten espacio con Elie Saab o Dior.
Ha habido muchos momentos duros. Momentos de decir: «Esto no vale la pena». Y, al día siguiente, recordar que es lo que sabe hacer, «que no hay otra cosa que me guste más». Y sigue, a pesar de las diez, doce, quince horas diarias. Sin la ayuda de su marido hubiera sido imposible. Él se dejó su trabajo para ayudarla a ella. Para echarle una mano con los niños, pero también en el taller, sustituyendo a uno, haciendo tareas de todo tipo. Para que Isabel triunfara. No es fácil. «Se lo agradezco muchísimo porque a él lo que le gusta de verdad es la huerta», decía Isabel.
La segunda generación ya está en marcha en manos de su hija Paula. Sin embargo, también Francesc está en la empresa, más centrado en tareas comerciales. Sus otras dos hijas, gemelas, han tomado rumbos distintos, una abogada, otra ingeniera aeronáutica. De los nietos se encarga más el abuelo, que tiene hasta un horario de recogida. «Le encanta, yo prefiero llevármelos a cenar que al parque», reía Isabel en aquella entrevista.
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Ahora ya puede buscar tiempo para ella («Voy a yoga o quedo con las amigas») porque hubo una época en que solo había trabajo e hijos. Con una familia numerosa y una empresa por edificar, no había tiempo para más. De momento, sin embargo, no cree en la retirada total, porque disfruta demasiado con lo que hace, aunque confía en que su hija tome las riendas cada vez más. Y viajará, cuando se pueda, claro. Es otra de sus pasiones, más después de este parón. «Y volveré el martes, en vez del lunes», bromea. Ella sí cree en las segundas oportunidades, en las reinvenciones, en mirar lo que realmente nos gusta hacer. «Yo se lo he dicho a mis hijos, que hagan lo que quieran, pero que sepan que no hay más secreto que el trabajo duro».
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