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Xavi Puchol es un joven que con los años ha demostrado una responsabilidad y un compromiso fuera de lo común, fuera y dentro del trinquet. txema rodríguez

Puchol II: «A todos nos gustan las palmadas en la espalda, pero no ayudan»

Su padre nunca le dio más consejo que el de ser responsable. Con los años, el pilotari es un ejemplo de compromiso con su juego, con los estudios y con el futuro. Su toma a tierra, la familia y los amigos, de quienes no quiere estar lejos. Por ese motivo sigue viviendo en Vinalesa

Lunes, 17 de mayo 2021, 00:43

El domingo por la tarde, Puchol II se jugaba la final del trofeo Levante UD. Horas antes estaba algo nervioso -lo necesita para jugar al máximo nivel-, preparándose las manos concentrado, en un ritual casi mágico similar al actor que se prepara en el ... camerino para salir a escena. Otra final más que se suma a tantas disputadas que le han hecho convertirse en el número uno en la pilota valenciana. Si habláramos de fútbol, podría compararse a alguien como Messi, pero se trata de un deporte minoritario y Xavi, como se llama este chaval de 29 años, camina tranquilamente por la calle sin que le agobien. Tampoco su cuenta corriente es la misma, claro, así que Puchol puede seguir viviendo en su pueblo, en Vinalesa, cerca de su familia y amigos. Nos vemos en el Trinquet de Pelayo, donde entrena, donde ha visto tantas partidas y ha jugado otras tantas, con sus privilegiadas condiciones físicas, con sus formas elegantes. Un atleta en el frontón que, seguramente, también habría llegado lejos en el fútbol.

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-Lo eliminaron de la Liga Bancaixa. ¿Se lleva bien con la derrota?

-Cuando uno es deportista, lo primero que tiene que haces es asimilar las derrotas y las victorias, porque jugamos una media de 85 o 90 partidas al año. Este campeonato es importante, hay rivales muy fuertes y me he quedado con la sensación de que he hecho un trabajo bien hecho, que he trabajado lo que he podido y si me han ganado no queda otra que levantar la cabeza y pensar en el siguiente campeonato.

«El más crítico es mi padre, que para que me diga que he jugado bien...»

-Pero un jugador de alto nivel tiene que ser competitivo. ¿Se aprende en el fracaso?

-Sí, me considero alguien muy competitivo, pero con los años asimilo cada vez mejor el fracaso. Yo me he cabreado mucho, pero no me dura demasiado, quizás porque soy una persona muy racional, que cuando acaba la partida enseguida encuentro las causas a la derrota, y eso es algo que me encanta. Además, no hay que machacarse. Ahora me doy cuenta de que he aprendido más en las partidas que he perdido que en las que he ganado. La que más me ha marcado, precisamente, fue una derrota.

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-Usted es hijo de pilotari, ¿cuál es su primer recuerdo?

-Mi primer recuerdo es, ya retirado mi padre de 'escola i corda', cuando jugaba la liga de 'llargues' en el club de pilota de Benitatxell. Tengo marcadas las dos horas de trayecto aquellos días de agosto en el coche y también los momentos en que mi padre estaba arreglándose las manos, que yo aprovechaba para jugar a pilota en el frontón o en la calle del pueblo.

-¿Tenía entonces marcado el camino?

-En realidad comencé jugando a fútbol con mis amigos y al año y medio me apunté al club de pilota del pueblo. Lo compaginé hasta los quince años, cuando me di cuenta de que la pilota cada vez me ocupaba más horas, jugaba campeonatos importantes y era momento de elegir. Me cambiaban en la media parte de un partido de fútbol para poder irme a pilota, con las zapatillas todavía llenas de tierra del campo de Vinalesa y reventado. Pero claro, destacaba y elegí. Y ahí creí que igual sí podía dedicarme profesionalmente.

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Xavi Puchol, en el trinquet de Pelayo. txema rodríguez

-Viniendo de una familia de pilotaris, parece claro el respaldo, ¿fue así?

-Así como hay padres que están continuamente encima de los hijos y les dicen cómo tienen que jugar y ponen todas sus aspiraciones en ellos, mi padre ha sido todo lo contrario. El único consejo que me dio fue: «Si te comprometes a algo, hazlo». Todo tenía que ver con la responsabilidad, porque yo entonces era un desastre. Ya de más mayor le he pedido consejos de cómo jugar. Ahora, es muy crítico. Para que me diga que he jugado bien… Pero eso a mí me gusta.

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-Habla de que era un desastre, pero se ha sacado una carrera universitaria.

-Hay que saber organizarse bien, que es algo que he aprendido con los años, porque yo nunca he sido buen estudiante. En la universidad he disfrutado, y no me ha costado, pero me acuerdo que hice primero de Bachillerato en el instituto de Meliana y repetí curso. Ni iba a clase, estaba en una época pasota. Me echaron. Pero lo curioso de todo esto es que cuando acabé la carrera me llamó el director del instituto para proponerme que diera una charla de orientación a los estudiantes. Entré al instituto más ancho… Les conté la parte mala y la buena. Me parece una experiencia con la que creo que puedo ayudarles. ¿Sabes cómo se rieron mis amigos cuando se lo conté? No se lo creían...

-Más allá del compromiso, no es fácil compaginar la alta competición con ser estudiante.

-Te voy a contar otra anécdota. Estaba en FP y tenía broncas con los maestros, sobre todo con mi profesora de natación. Me acuerdo que ella era triatleta y teníamos que nadar cinco o seis mil metros. Yo la miraba y le decía: «¿Esta tarde irás tú a Guadassuar a jugar? ¿Al que se ha jugado quinientos o mil euros le vas a decir tú que he hecho cinco kilómetros nadando por la mañana?». Me decía que al menos hiciera dos o tres mil y yo iba escaqueándome. Pero me gustaba mucho, así que luego estudié Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, después el máster de Profesorado y ahora estoy acabando otro de Gestión Deportiva.

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-Cuando es número 1, ¿qué motivación tiene para seguir saliendo a ganar?

-Si te centras en que el único objetivo es ganar, es fácil perder la motivación. He ido trabajándolo estos años e intento centrarme en el día a día con el objetivo de hacer el mejor trabajo posible. E ir perfeccionando. Siempre hay cosas en las que insistir, gestos técnicos a trabajar y me siento en un proceso de mejora. No me centro en los campeonatos. Ganar no deja de ser el resultado de ese progreso.

-¿Se considera una persona muy perfeccionista?

-En lo relativo a la pilota, sí. Yo intento hacerlo lo mejor posible, es una clave para ser buen jugador, ser muy autocrítico con uno mismo.

-¿Incluso demasiado?

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-A veces sí, porque llegas a poder perder la confianza, pero yo pienso que si no hubiera sido tan crítico conmigo mismo creo que no hubiera mejorado tanto. Y es algo que les digo a los compañeros. Que tienen que pensar en lo que hacen mal e intentar corregirlo. Y hacerlo siempre, durante toda su carrera deportiva.

-Lo fácil es quedarse con que juega bien, supongo. Dicen que los halagos debilitan.

-A todo el mundo le gusta que le digan lo guapo que es, lo bien que juega; una vez estás ahí arriba, hay mucha gente que te da palmadas en la espalda, pero eso no ayuda. Ayuda mucho más que te digan qué cosas puedes cambiar.

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«Del instituto me echaron y con los años volví a dar una charla de orientación»

-¿Ya ha pensado qué va a hacer una vez se retire?

-Obviamente, quiero que sea algo relacionado con el deporte y la gestión deportiva quizás es la salida que más me gusta, aunque estoy disfrutando mucho también los patrocinios del Villarreal, con el proyecto Endavant, que me permite dar charlas a estudiantes. Además, con Imedes Gesmed visito residencias para hablar con personas mayores, y es alucinante. Estoy estos meses justo pensando en ver qué hago, porque poco a poco quiero abrirme camino, pensar en mi futuro. Voy a cumplir treinta años y quizás pueda jugar hasta los treinta y ocho, pero creo que es importante prepararse.

-Suelen ser momentos complicados, la retirada.

-Le voy a contar cómo lo hizo mi padre, que a mí siempre me ha hecho gracia. Había jugado un sábado, esa semana se había presentado a una entrevista de trabajo y le llamaron para que el lunes comenzara. Así que al acabar la partida le dijo al del trinquet que no contara con él para el martes, que empezaba a trabajar. Y ya está. Después estuvo diez años sin pisar los trinquets hasta que empecé yo. Quizás se había cansado.

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«Quizás pueda jugar ocho o nueve años más pero yo ya pienso en el futuro»

-Es que hay mucho sacrificio detrás, ¿no? Sobre todo por la vida ordenada que tiene que llevar.

-Puede que ha sido un esfuerzo en ciertos momentos de mi vida, sobre todo cuando era más joven. Pero en otros aspectos la pilota me ha aportado mucho más de lo que he tenido que sacrificar. Por ejemplo, he conocido a mucha gente y he vivido momentos únicos. Ahora, yo siempre lo he intentado disfrutar. Si no lo haces, no tiene sentido.

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-¿Lo entiende su pareja?

-No tiene otro remedio que hacerse a la idea pero la verdad es que lo lleva muy bien; sabe que no puedo hacer ciertas cosas porque tengo que competir. Y más en pilota, que hasta hace unos años tener días libres para hacer planes no era fácil. En agosto podía jugar doce o trece partidas. Mis vacaciones son 'pensat i fet', cuando veo que en dos semanas no juego. Siempre me dicen que el viaje me va a salir muy caro, pero es que no tengo otra. Ella sabe que tengo los fines de semana ocupados y a cambio puedo estar libre entre semana.

-¿Puede llegar a olvidarse de la pilota?

-Intento desconectar y no estar pensando continuamente en lo mismo. Una vez salgo del trinquet, no suelo sacar conversaciones sobre el tema y de esa forma consigo evadirme, que al final sería las 24 horas. Mucha gente lo hace, pero puedes llegar a saturarte y querer desaparecer. Que a veces me pasa. Lo que sí tengo claro es que no quiero practicar otro deporte, que llevo desde los dieciséis años entrenando cada día. A veces salgo en bici, pero sobre todo para estar con los colegas. Llega un domingo libre y me apetecen otras cosas, ver series, leer.

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-No se ha movido de Vinalesa.

-Soy una persona muy familiar, necesito que mi familia y mis amigos estén cerca. No me he ido de Vinalesa, y la gente me lo dice, que no me iré nunca. Me gusta vivir en el pueblo, allí está todo lo que necesito. Allí tengo una buena colla de incondicionales míos, como Bene, que no se pierde una partida, juegue donde juegue, y que me recuerda a mi abuelo, con quien fundó el club de Vinalesa y que no me pudo ver jugar a 'escala i corda'.

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