![Julio Iglesias | La familia hotelera valenciana que guarda los recuerdos de Julio Iglesias](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202206/25/media/cortadas/hotel-maria-cristina-U120336167827uJH-RII6f3Ie2f7UD9XwHjQx6FL-1248x770@Las%20Provincias-LasProvincias.jpg)
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La infancia de Agustina Drago transcurrió entre la cocina y la recepción del Hotel Cabo de Mar en Peñíscola. Allí pasaba las tardes al volver del colegio junto a sus padres, atenta a las idas y venidas de los huéspedes que se alojaban para descubrir ... los encantos del pueblo que la vio nacer. La vinculación al mundo de la hotelería le viene de varias generaciones atrás, cuando su tatarabuelo trabajaba como cabo de mar en la puerta del peñón. Allí paraban las barcas y este les procuraba cazalla, anís y algo de comer. Con el tiempo, abrió un pequeño restaurante, luego una fonda y finalmente un hotel. Un legado que se fue transmitiendo de padres a hijos y que se ha convertido en una forma de vida para la familia.
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A finales de los años 50 el padre de Agustina, José Domingo Drago, abrió un chiringuito en la playa. Allí empezó a acudir un chico guapo y moreno llamado Julio Iglesias al que le gustaba jugar al futbolín y que pronto se integró con la pandilla de los chicos del pueblo. El sueño de Julio era ser portero. Llevaba cuatro años entrenando con la cantera del Real Madrid cuando un accidente de tráfico le dejó varios meses postrado en cama acabando con su carrera deportiva. «El verano siguiente vino con las muletas, podría haber acabado en una silla de ruedas. La pandilla de Peñíscola lo llevaba a todas partes, a veces hasta a los hombros si hacía falta. Poco a poco se fue recuperando», explica Agustina.
La amistad de la familia Drago con la familia Iglesias se fue forjando. Los padres de Agustina acababan de abrir el Hotel María Cristina, que estaba ubicado junto al apartamento del padre de Julio. Unos años después este ganó el Festival de Benidorm y su carrera como cantante despegó. Aunque él se instaló en Estados Unidos y sólo volvió a Peñíscola en contadas ocasiones, Julio padre continuó veraneando en Peñíscola el resto de su vida. «Siempre fue un auténtico enamorado de Peñíscola, sus cenizas descansan aquí. Ronna, su mujer, continúa viniendo. A Julio hijo lo visitamos en Miami y en Las Bahamas, siempre ha habido una muy buena relación».
En 2019 empezaron la reforma para actualizar el María Cristina, pero la pandemia les hizo parar y no fue hasta el pasado verano cuando pudieron acabar y abrir sus puertas de nuevo. Para celebrar la reapertura, que además coincide con el cincuenta aniversario del hotel, Agustina y su marido Mariano organizaron el pasado jueves dieciséis una bonita fiesta en la que se dieron cita rostros conocidos de Valencia y Castellón, y que para Agustina significó un bonito homenaje hacia el pasado.
«Esta fiesta, más que inauguración, ha sido una celebración de tantos años dedicados a la hotelería. Estoy muy orgullosa del esfuerzo que ha hecho mi familia, yo llevo a Peñíscola en el corazón, este legado es un orgullo y espero estar a la altura».
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