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Delia Barral, a las puertas de su casa de Picanya, Villa Delia. jesús signes

La impresionante casa de Delia Barral, su refugio de verano cerca de Valencia

Villa Delia es el lugar donde se refugia durante el mes de julio esta mujer de ideas claras y fuerte personalidad. «Soy una persona exagerada y extrovertida», se define

Domingo, 17 de julio 2022, 01:28

Hay mujeres que se ponen el mundo por montera, que tienen una personalidad arrolladora y son protagonistas sólo con su presencia. Delia Barral es una de ellas, y lo sabe. Conoce el efecto que causa sobre los demás, quizás desde que era pequeña, porque un ... apellido y unas tradiciones marcan una impronta.

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La infancia de Delia Barral está vinculada a un lugar, Villa Delia y Villa Amparo, las fincas de Picanya que heredó la familia desde aquel bisabuelo, José María Coll, que se dedicó junto a otros empresarios valencianos a exportar cítricos a Europa. Durante la conversación saldrá varias veces el bisabuelo, pero también los diferentes miembros de una familia compuesta de empresarios y juristas emparentados con otros apellidos de la burguesía valenciana. No en vano, su hermano, Juanjo Barral, se casó con la hermana de Vicente Boluda, Josita. En la herencia se han repartido las villas, y Juanjo se ha quedado con Villa Amparo, mientras que Delia y su hermana Amparo se hacen cargo de Villa Delia. En una mañana de entre semana del mes de julio, se escuchan gritos y risas en la piscina, ubicada en la parte trasera de la casa principal.

-¿Qué significa este lugar?

-Este lugar significa mucho para mi familia, porque es nuestro punto de encuentro, nuestro nexo de unión, en Navidad, en verano. Es un lugar de recogimiento, de descanso. aquí pasamos el mes de julio antes de irnos a Benicàssim y a Ibiza a disfrutar del mes de agosto.

La finca se ha reconvertido en un lugar para eventos, desde que el equipo Alinghi, en la época en que se celebró la Copa América, buscaba un lugar diferente para celebrar una fiesta que fue todo un éxito. Y a Delia Barral se le encendió una luz, y se dio cuenta de las oportunidades que un lugar como Villa Delia le abría, sobre todo después de que la finca agrícola ya no diera la rentabilidad necesaria para poder soportar los gastos de una casa que cuenta con una capilla que en su día fue la parroquia de Picanya. La alquería es neoclásica y data de 1829, y catering Ancora gestiona el espacio desde 2010.

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-Ya son varios años.

-Yo soy abogado y me dejé de ejercer porque había que meterle mano a esto, y los principios no fueron fáciles; todo lo que hemos ido ganando lo hemos ido reinvirtiendo, la casa se lo merece, es muy agradecida y la queremos mucho.

-Me ha contado que todo empieza en su bisabuelo.

-Mi bisabuelo era José María Coll y él era un empresario citrícola de los primeros empresarios que empezaron a exportar naranjas a Europa. Tenían empresas de importación y exportación, y buscaron un lugar donde tener su propia plantación. Necesitaban un terreno que fuera fértil, que tuviera agua. Esta la compró mi abuela porque lindaba con la original, que es Villa Amparo, el huerto de Coll.

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-¿Qué ha significado para usted llevar el apellido que lleva?

-Te condiciona, porque hay que guardar la tradición y las costumbres; es un legado que tengo que transmitir a las generaciones futuras. A mí esto me viene dado, yo lo he conservado porque he crecido con ese amor a los lugares que mis antepasados han cuidado. Lo hemos heredado y yo les digo a mis hijos que cuando sean mayores lo tienen que mantener. Es una responsabilidad muy bonita.

«En política hay afán de medrar y no tendría que ser una profesión»

 

-¿Vio a su familia conservar este lugar?

-Yo he visto a mi abuelo a las seis de la mañana, cuando todavía no se había establecido el sistema de riego por goteo, regando a manta, abriendo las compuertas. Él era el primero que se ponía a trabajar con la gente que se encargaba del campo, y a las ocho y media o las nueve llegaba a casa, desayunaba, se ponía el traje y el chófer le llevaban al despacho. Mi padre exactamente igual. En estas casas lo que vale es la tierra. Lo bonito es haber podido encontrar una alternativa porque la parte agrícola no es suficiente para mantener esta casa. Es una pena, porque muchísimas familias no han podido conservarlas por no encontrar un medio para mantenerlas.

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-¿Por qué estudió abogacía?

-Me gustaba mucho, lo había vivido en casa, y para mí fue muy emocionante aquel día en que juré el cargo, porque mi abuelo fue mi padrino. Estuve veinte años ejerciendo. Mi padre era también abogado, pero se dedicó a la empresa, porque él estuvo trabajando durante toda su vida como delegado de Transmediterránea. Siempre estuvieron muy vinculados al mar, porque mi abuelo era abogado de Juan March. Por circunstancias y porque había cambiar de ciclo, luego me dediqué a la comunicación, creamos mi hermana y yo una revista online de sociedad, porque yo creo que si te lo puedes permitir, la vida es muy corta, y hay que tocar todos los palos. Aquella época de la comunicación nos gusto mucho, porque hemos mantenido un montón de amigos.

-¿Volvería al Derecho?

-La abogacía me ha dado muchas alegrías, pero aquello también fue una etapa, como lo fue mi llegada a la política: fui candidata al Senado de Vox.

-¿Cómo fue la experiencia?

-No muy bien, porque la política es desagradecida, y te clavan puñales por la espalda. Yo entiendo la política como un servicio al pueblo, pero te encuentras con muchísimos obstáculos, y no es una dedicación agradable. Vox necesitaba darle un aire y yo soy una conservadora tradicionalista pero no voy a continuar.

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«Mi marido es mi amigo y compañero, con quien quiero acabar mis días»

-En la política los enemigos están en casa.

-Así es. Y hay mucho afán de medrar, porque además nunca tendría que ser una profesión.

-Sus hijos son adolescentes, ¿qué le gustaría ver en ellos?

-A mí me gustaría que se desvincularan de este frenetismo que marcan las redes sociales, en las que todo es un escaparate, y que se cultiven, que se diviertan, sin ser todo tan rápido y mediático. Yo confío en ellos, la verdad es que son buenos chiquitos, familiares, y me encantaría que cuidaran Villa Delia en el futuro porque es un legado que nosotros tenemos que transmitir.

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-¿Le gustaría que alguno fuera abogado?

Me gustaría mucho, y aunque todavía son adolescentes, quizás mi hija tome ese camino.

-¿Qué tiene Benicàssim?

-Sabor mediterráneo, pero también de tradición. Es un sitio muy bonito, un lugar al que volver todos los años, donde tenemos los amigos de siempre. Después nos vamos siempre a Ibiza, porque a mi marido, Ignacio Leach, el gusta mucho navegar.

-¿Sabía con qué familia entroncaba?

-Su abuelo materno, Simó Gomez-Igual, y mi abuelo paterno, eran íntimos amigos, así que una de las alegrías más grandes de las familias fue que nos hiciéramos novios. Como mi hermano a su mujer, Josita, nos conocimos en Navajas, donde yo tenía mucha amista con Rosana Avento, y mi marido con Ignacio Martí Selva.

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-¿Qué ha encontrado en él?

-Es mi amigo, mi compañero, con quien quiero acabar mis días. Me da mucha seguridad y tranquilidad, y además me siento orgullosa de él. Nos complementamos mucho porque yo soy exagerada y extrovertida y él es mucho más introvertido.

-Y si la viera por un agujerito, ¿qué estaría haciendo en su tiempo libre?

-Me gusta mucho la jardinería, también leer, el cine, charlar con los amigos... a mí me faltan horas del día. Nunca me aburro, el tiempo me pasa muy rápido...

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