![Joaquín Prat, presentador | Joaquín Prat, el presentador valenciano que fue friegaplatos en Londres](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202207/02/media/cortadas/96243145-R39JdFPC8EZVaIJTYanEqoK-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Este mes de junio se han cumplido siete años de una boda que sonaba a homenaje. Andrea Prat, hija pequeña del presentador Joaquín Prat, se casaba con su pareja, Jacobo Millán, en la iglesia de los Jesuitas, donde su padre había estudiado muchos años antes. ... Andrea era sólo una niña de ocho años cuando falleció tras un infarto agudo y dos meses en coma. Fue en 1995. Posiblemente los recuerdos estén difusos en la memoria de la más pequeña, que se quedó huérfana de momentos familiares; quizás por ese motivo tenía tan claro que ella se iba a casar en Valencia, en la tierra natal de su padre, para que de alguna forma estuviera presente en un día tan especial.
Sí, hay que pertenecer a la generación 'boomer' para recordar la figura de Joaquín Prat, aquel animal televisivo que con sólo dos palabras, 'a jugar', se metió en el bolsillo a todo un país. Un presentador que destilaba carisma en una televisión muy distinta a la actual, donde un programa como 'El Precio Justo', ya cuando las cadenas privadas habían echado a andar, llegó a congregar a su vera a casi veinte millones de espectadores. Quién pillara una cuarta parte, diría su hijo Joaquín, que ha seguido sus pasos y ahora presenta un programa matinal, 'Cuatro al día', después de años a la vera de Ana Rosa Quintana. No ha sido el único; también Alejandra y Andrea se han dedicado a la televisión, aunque la primera lleve ya tiempo apartada y dedicada sobre todo a su familia y a su faceta blogger de moda.
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Pero, ¿quién fue Joaquín Prat antes de ser aquel presentador que dominaba el escenario de la forma que lo hacía? Nació en Xàtiva en 1927, así que era un niño cuando comenzó la Guerra Civil. A sus hijos les contaba que en la Valencia sitiada y hambrienta él y su hermano Enrique robaban hogazas de pan de los convoyes militares, que aquellos recuerdos quedaron muy presentes en su memoria.
Pero hubo otro acontecimiento que cambió el curso de su vida por completo. Su padre, que tenía una empresa de cristalería, se arruinó, y tuvo que dejar la carrera de Derecho que cursaba en la Universitat de València. Se vio obligado a trabajar de lo que le iba surgiendo para acabar emigrando, primero a Suiza, donde fue vendedor de helados, después recogió fresas en Francia y acabó barriendo y fregando platos en Londres. Lo contaba su hijo en una entrevista en la cadena Ser Valencia, donde Joaquín Prat trabajó muchos años.
En Valencia era Ximo. «Le encantaba patearse las calles de su ciudad. 'Ximo, Ximo', le llamaban a cada dos pasos, y él encantado. Se encontraba con un amigo de la infancia, alguien del trabajo…». Siempre se sintió muy unido a su tierra, al club de sus amores, y fue en la delegación valenciana de RNE donde empezó a trabajar por primera vez como presentador y donde se descubrió un locutor con unas dotes excepcionales para comunicar, con un carisma innato que él acompañaba de «esfuerzo, trabajo, sacrificio y constancia», como explicaba su hijo en aquella misma entrevista.
Se casó dos veces, la primera vez con una irlandesa, Anne McKiernan, con quien tuvo dos hijas, Anabel y Susana. A un amigo le confesó que con ella vivía «un infierno», y conoció a una azafata de vuelo danesa, Marianne Sandberg, que tenía entonces 20 años. Un escándalo para la época, donde el divorcio todavía no era legal. Pero ella fue el amor de su vida, y con quien tuvo otros cuatro hijos, Joaquín, Alejandra, Federico y Andrea. En 2020 se cumplió el 25 aniversario de la muerte de Joaquín Prat, que consiguió que sus hijos le siguieran los pasos. Decía el mayor que daría un brazo por hablar solo media hora con él para pedirle algún consejo, y sobre todo para que viera a su nieto, que se llama igual que el padre y el abuelo, y que apunta maneras en la profesión. «Se pone por las noches a escuchar una radio, como hacía mi padre, y dice que así está más cerca de su abuelo», cuenta Joaquín.
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