En este universo en el que se ha convertido Fashion Art, que llega a Valencia, tiene mucho que ver el papel de dos valencianos de Alginet, Josep Lozano y Lluís Nadal, que no pueden disimular la emoción de poder exponer en su tierra la muestra ... que celebra los 20 años de un proyecto que ha recorrido cuatro continentes y ha sido visitado por millones de personas en este tiempo.
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Se acuerda todavía Josep Lozano de la primera vez que se encontró en Barcelona con Manu Fernández, y de aquello hace más de treinta años. «Fue la primera vez que un diseñador me dijo que la piel se estaba acabando, el primero en crear una colección de piel falsa, de hablar de zapatos reciclables. Y empezamos a trabajar con él». Josep Lozano y Lluís Nadal se habían conocido mucho antes, en su pueblo natal, Alginet, de donde salieron camino de Valencia para estudiar Derecho en la universidad. Poco duraron los dos entre aquellas aulas de leyes. «Mi madre no me dejaba estudiar Bellas Artes, y cuando ella murió me di cuenta de que estaba muy solo pero que, al mismo tiempo, podía hacer lo que quisiera», cuenta Josep, mientras que Lluís estudió Filología, fascinado siempre por los idiomas. Sí, formaciones dispares, pero sus destinos estaban unidos porque desde que iniciaron su andadura profesional se han complementado a la perfección. Lozano es apasionado y creativo, se emociona con cada proyecto, Nadal le sitúa en el suelo y es mucho más empresario.
Lluís Nadal y Josep Lozano, que llevan dos años preparando esta exposición que se inaugura el próximo jueves, conocen a la perfección no sólo cómo se mueve el mundo de la moda en este país, sino que lo han vivido por dentro desde sus inicios. De hecho, Josep Lozano ha sido director artístico de las grandes pasarelas españolas, como la antigua Cibeles, y el promotor de la Valencia Fashion Week. Formaron parte de la marca Moda España para el Gobierno socialista de la época, en un momento, los ochenta, en que estaba todo por hacer en un país que apenas despertaba de la dictadura.
Junto con otras dos agencias controlaron el mundo de la exhibición de moda en España, y cualquier diseñador que quería ser alguien debía acercarse a ellos. «Hemos trabajado con los grandes diseñadores españoles, pero también internacionales».
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Eran otros tiempos, donde vivían subidos a una vorágine que casi se les lleva por delante. «Llegué a levantarme en Milán, cenar en París y pasar la noche en un avión para preparar un desfile en México al día siguiente», relata Josep, que de alguna manera se dio cuenta de que no solamente tenía que frenar a nivel personal, sino que la moda merecía también otra mirada más pausada. Bajarse del tren. «Nosotros queríamos decirle al mundo que algo tenía que cambiar, que la industria de la moda rayaba la locura».
Todavía les quedaba marcar el paso en Valencia, donde consiguieron crear una infraestructura a la que se sumaron los diseñadores que, como ahora, estaban dispersos aquí y allá. En aquel momento consiguieron que hubiera ojeadores de Zara acreditados buscando diseñadores o a Conde Nast internacional colocando a los valencianos en la lista de los mejores diseñadores que triunfaban en la capital del Turia. Además, en una temporada llegaron a tener más de 30.000 visitantes, descubrieron a diseñadores como Juan Vidal o Estudio Savage, mientras que los valencianos triunfaban fuera de la Comunitat. «Conseguimos que sobre la pasarela Cibeles hubiera siete diseñadores de la terreta», en un momento en el que la influencia de estos acontecimientos era determinante para el éxito o el fracaso de una promesa porque no había otros medios para mostrar las creaciones y tendencias que ahora aparecen mucho antes en las redes sociales. Y, puestos a quejarse, Josep y Lluís prefieren plantear soluciones.
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Begoña Clérigues
Josep Lozano tiene un hashtag que repite en sus publicaciones en Instagram, 'sólo el arte me salva', porque este valenciano que es toda una institución en el sector quiere contribuir a que la moda se incorpore al mundo de las artes. En su trayectoria ha trabajado con artistas, como JARR, pero sobre todo con diseñadores de la talla de Jean Paul Gaultier o Francis Montesinos, con quien vivió la efervescencia de aquella Valencia en la que brotaban talentos únicos. Todavía hoy, cuando ya podría estar disfrutando de una jubilación tranquila, tiene la cabeza llena de proyectos. «Algunos no se pueden contar todavía».
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