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María José Mainar le resta importancia, aunque tras el teléfono se la escucha satisfecha al repasar una vida repleta de compromiso y lucha por los derechos de las mujeres. No es que se pusiera detrás de una pancarta, lo suyo ha sido convertirse en un ejemplo. Primero, desde su propia empresa, más tarde, como fundadora de la asociación EVAP, ahora convertida en la primera vicepresidenta de la Cámara de Comercio en los cien años de historia de la entidad. La encontramos teletrabajando en casa, sin parar, echando de menos a sus dos nietas, a quienes se permite, dedicarles parte de su tiempo. Hablamos con una mujer inquieta con ganas de seguir cambiando el mundo.
-Usted es empresaria. ¿Es una elección o le vino dado?
-Es una elección de vida; en mi familia no hay antecedentes empresariales, simplemente caí en un sector incipiente cuando yo empecé, el de la investigación de mercado, donde nadie sabía a qué te dedicabas. De eso hace ya treinta años.
-Lo que está claro es que ha sido una persona adelantada a su tiempo.
-Al principio de mi vida profesional yo no era consciente de que se me discriminaba por ser mujer. Solo tenía claro que no quería renunciar a convertirme en madre por el hecho de ser empresaria. A quien trabajaba conmigo les encantaban las condiciones que ponía en la empresa: flexibilidad horaria, compromiso por objetivos, permisos más allá de los legales y otro tipo de apoyos… para mí ha sido muy natural.
-¿Hubo un momento en que se dio cuenta de esas trabas?
-No tardé mucho en verlas. Un día fui a un banco a presentar mi proyecto porque necesitaba circulante, y sin pedirme ningún dato de la empresa me dicen: «dígale a su marido que venga y que la avale». Yo tenía bienes para poder hacerlo sobradísimamente pero ellos querían su firma. Uno de los grandes hitos en la empresa fue el día en que dejó de avalarme.
-¿Cuán impermeable ha sido a las críticas?
-Yo he estado tan convencida de que hacía lo correcto que las críticas no me han importado; siempre que se hagan desde el respeto, cualquiera puede opinar. Y ese convencimiento hace que no me haya sentido atacada personalmente nunca. Quizás porque no hace daño quien quiere sino quien puede.
-El tiempo es finito. ¿Qué le ha movido a usted a la hora de dedicar tantas horas a la organización empresarial, desde EVAP o ahora en la Cámara de Comercio?
-Yo siempre he dicho que cuando quieras darle una muy buena solución a algo busca a una mujer muy ocupada. Y es cierto. Las mujeres tenemos esa capacidad de hacer diez cosas a la vez, somos mucho más efectivas, vamos más al grano, perdemos menos el tiempo…
-¿En este camino ha renunciado a algo?
-Lo que más he sacrificado es tiempo de ocio y descanso propio, pero ha sido tan gratificante que no me arrepiento. Además, hay algo que a las mujeres nos preocupa siempre, y es el hecho de que nuestros hijos, cuando sean mayores, nos puedan echar en cara que no hemos estado ahí. Yo nunca he recibido una crítica de mi hijo, siempre he estado metida en mil líos pero he compartido con él unos ideales y eso nunca resta.
Pasar un tiempo viajando. Avanza que no siente que le haya quedado algo por hacer, «estoy satisfecha con mi vida porque es la que yo he elegido». Dicho esto, confiesa un sueño que quizás pueda cumplir el día en que se pueda retirar. «Me gustaría viajar durante dos o tres años, volver a los sitios que me gustaron y descubrir otros nuevos sin la prisa de tener que volver». A María José Mainar esa alma inquieta le ha hecho tener curiosidad por conocer nuevos lugares, y escuchar.
-Dice que en su familia no eran empresarios pero, ¿respiró algo que la convirtió en la persona que es?
-A mí mi madre me ha marcado mucho, tenía un instinto para el negocio tremendo, y siempre decían que si en su época hubiera nacido hombre habría hecho grandes cosas. Dicen que mi hijo se parece a mí, pero yo tengo claro que es igual que su abuela, que era mucho más negocianta que yo. Los valencianos somos muy fenicios, a mí me lo han dicho más de una vez, que tengo alma de fenicia... ahí están nuestras raíces.
-¿Será de las que se jubile o seguirá al pie del cañón?
-Llegará porque todo tiene su momento. No es una etapa que me asuste, creo que hay que aceptar los cambios en la vida y acoplarse a ellos. Y que nada es infinito. En cada momento de la vida hay que luchar por unas cosas y seguir con ilusión porque el día en que dejas de tener retos por delante envejeces.
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