Muy cerca del Portal de la Valldigna, en ese laberíntico entramado de calles que es el barrio del Carmen, está ubicada la casa de Mathieu Mercier, uno de los más reconocidos artistas franceses, que hace dos años decidió dejar París, con toda su vida social ... y cultural, y trasladarse con su familia a Valencia. En realidad sigue manteniendo su casa en la capital francesa, pero Mathieu y Moraima Gaetmank, su mujer, se enamoraron de la luz de Valencia. «¿No lo ves? Cambia de color y a veces es naranja, otras amarillo... es increíble», dice, y yo miro al cielo por la ventana como si lo viera por primera vez. No es que Mathieu quiera esconderse del bullicio de París, pero hay una anécdota que ayuda a entender a este artista menudo, tímido y tranquilo -al menos por fuera-, que ni siquiera aparenta la edad que tiene y viste con camiseta, vaqueros y zapatillas sentado en un sillón de diseño. Cuenta que una vez, en la inauguración de una de sus exposiciones, el guardia de seguridad no le dejaba entrar porque no se creía que era él el artista, y uno de sus coleccionistas se lo encontró en la calle, en la cola de quienes esperaban a entrar a ver la muestra.
Publicidad
-¿Cuál fue su primer contacto con Valencia?
-La primera vez vinimos por una exposición, la segunda porque quería ver a artesanos y la tercera ya tenía la idea de comprarme un apartamento para venir en vacaciones. Conocí el barrio del Carmen y me di cuenta de que nunca había visto un casco antiguo tan en ruinas, y yo, que he trabajado mucho con arquitectos, cuando veo una casa abandonada siento la necesidad de salvarla.
Interviene su mujer, Moraima Gaetmank, de madre latina y criada en Nueva York, donde conoció a Mathieu, que le ayuda a desarrollar las ideas que el artista francés no puede expresar con un español todavía rudimentario. «La pandemia no ha ayudado», ríe.
-Cuando llegamos a Valencia por primera vez estaban recientes los atentados de París y era un momento muy difícil, así que fue un contraste muy grande. En realidad, a nosotros nos gusta mucho Francia y allí tenemos una vida muy hecha, pero en ese momento nos encantó el hecho de que Valencia lo tuviera todo: mar, montaña y vivir en el Carmen como un pueblo. Y cuando vimos esta casa la verdad es que tuve una visión muy clara de qué quería hacer con ella.
Publicidad
La casa de Mathieu y Moraima es fabulosa. Llena de obras de arte, en el mobiliario, en las paredes, en las estanterías y en el suelo, porque el artista convierte en arte objetos cotidianos, como ya hizo su admirado Marcel Duchamp con aquel retrete, al que le puso su nombre y lo transformó en un objeto de museo. No ha sido un camino fácil por las trabas burocráticas que ha supuesto construir un edificio en el Carmen; «fue una experiencia muy desagradable por culpa de la corrupción, estuvimos varias veces a punto de tirar la toalla». Con algún frente abierto todavía, Mathieu y Moraima viven con su hija de trece años en un hogar donde hay lista una habitación de invitados en la que recibir amigos, agentes culturales, artistas… Su idea, servir de conexión artística entre los dos países con Valencia como lugar de encuentro, plan interrumpido por la pandemia.
Noticia Relacionada
-¿Qué hicieron el año pasado?
-Estábamos casi en la frontera, camino de París, cuando escuchamos el discurso de Macron en el que anunciaba el confinamiento y fue como una intuición, dimos media vuelta. Aquí, con una terraza, una piscina, una biblioteca de más de tres mil libros y mucho espacio un encierro iba a ser mucho más agradable, y así lo fue.
Publicidad
-¿Sabía que quería ser artista?
-No tenía idea de que podía serlo. Cuando entré en la escuela de arte no sabía muy bien qué quería; a la semana entendí que mi vida estaba allí. Que era una opción evidente, pero en el colegio no me ayudaron.
-Entiendo que en aquella época el sistema educativo no ayudaba a elegir ese camino.
Publicidad
-No. Era muy mal alumno. Me aburría, porque creo que mi cabeza iba más rápida, y el sistema educativo francés era muy tradicional en los años ochenta.
-¿Cuánto tiempo pasó hasta que pudo vivir económicamente del arte?
-Fue un proceso muy corto, pero porque la pregunta que yo me hice fue justamente la contraria. La gente piensa en cómo ganar dinero, yo en realidad me planteé cómo vivir sin dinero. Es más, cuando gané el premio Marcel Duchamp me dieron 35.000 euros, y como no quería que cambiara mi vida, ni mi forma de trabajar, decidí que me compraría arte, y así ayudaría a otros artistas.
Publicidad
-Usted ha viajado mucho, ha estado viviendo en lugares distintos.
-He vivido en Nueva York, donde conocí a Moraima, pero también estuve antes en Berlín cuando cayó el muro. Me pareció fascinante vivir aquella, una situación social y política única en el mundo, con un potencial único para imaginar el futuro.
-¿Es la realidad la que le inspira?
-No soy un artista de taller, de hacer un dibujo cada día, necesito un contexto para hacer conexiones, por eso trabajo muy bien con otras disciplinas. Y siempre tengo muchas más ideas que tiempo para realizarlas. Pero no me inspira la página en blanco.
Noticia Patrocinada
Noticia Relacionada
-Y ahora Valencia.
-Hemos organizado nuestra vida para tener tiempo, poder movernos y no estar atados a nada. Es cierto que con la pandemia se complica, pero es que en París se nos iba el dinero en los fines de semana, porque necesitamos cambiar de aires fuera de la ciudad.
-¿Qué otras diferencias ha notado?
-Los franceses tienen todo pero no son felices. La capacidad crítica que tienen hace que estén todo el tiempo quejándose. En París se habla de cultura todo el tiempo, de literatura, de música, y eso está muy bien, pero no consiguen disfrutar de ello.
Publicidad
-¿Qué cree que saldrá de esta pandemia?
-La realidad es que esta situación ha dado más poder y dinero a la gente que ya tenía poder y dinero. (Piensa) Durante toda mi vida he tenido contacto con muchos tipos de personas, desde artesanos a empresarios, intelectuales, coleccionistas, y te das cuenta de que es muy difícil juzgar a la gente en determinadas situaciones. Y eso te hace más humano.
Publicidad
-Usted ha estado en contacto con gente que empieza. ¿Cree que es más difícil ahora?
-Si tienen curiosidad es fácil. Creo que además de querer aprender es importante tener una percepción muy sensible de las cosas. Pero la mayoría de la gente quiere ser famoso sin conocimiento ni proceso.
Más de Revista de Valencia
carlos rubio
Begoña Clérigues
Elena Meléndez
María José Carchano
-¿Cómo encara el futuro, a nivel profesional?
Publicidad
-Ahora necesito un cambio total. Volver a mis inicios, cuando no tenía nada, y transformaba las cosas que compraba en un supermercado para convertirlas en arte. O, por ejemplo, ver qué han hecho mis alumnos que no son artistas, si su formación ha cambiado, por ejemplo, la forma de hacer pan. Y otros proyectos de los que no puedo decir mucho. Mi cabeza siempre bulle de ideas.
Moraima concluye. «Podría ser una persona mucho más conocida, pero Mathieu huye de los focos. No se siente cómodo». Mathieu sonríe tímidamente.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.