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Rafa Torres, en la calle La Paz, donde se situa la joyería familiar. ADOLFO BENETÓ

Rafa Torres: «Ahora podemos meter la cabeza bajo tierra o tratar de levantarnos de nuevo»

El joyero asegura que todo lo que se está viviendo en Valencia con la DANA le ha afectado emocionalmente, y se mueve entre la responsabilidad de pedir que vuelva el consumo sin olvidar que hay gente que lo está pasando mal

Lunes, 16 de diciembre 2024, 00:49

Hace tiempo que Rafa Torres habla de dejar paso al frente de la patronal del comercio valenciano. En 2022 subió un gran peldaño y lidera ... el sector a nivel nacional, y si tenemos en cuenta que empezó defendiendo a los comerciantes del centro de Valencia en 2012, lleva ya muchos años moviéndose con fluidez entre alfombras y despachos. Lo que no imaginaba este joyero de raza y de apellido es que con el cargo tendría que bajar al barro, pero al barro de verdad, con el objetivo de defender los intereses de los comerciantes que, en las zonas afectadas por la DANA, lo han perdido todo. Y es ahora cuando sabe que tiene que estar más que nunca, hablando con comerciantes, trasladando sus necesidades a los políticos, en una carrera contra reloj a la que se ha subido sin pensarlo demasiado y donde prefiere no contar las horas dedicadas.

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-¿Cómo ha quedado el comercio?

-Ha sido el sector que más ha sufrido; más de ocho mil comercios afectados porque es la actividad más numerosa en la Comunitat Valenciana y, después de la administración pública, la que más empleo aporta. El daño es bestial, porque para reconstruir hablamos de un mínimo de 150.000 euros de media por comercio. Es muchísimo dinero. Serían necesarios unos 1.500 millones de euros para volver al punto cero, porque también hay que tener en cuenta el daño no sólo físico, sino todo el dinero que están dejando de ganar por no tener actividad. Y sin saber cuánto tiempo van a estar así.

Más de un mes después de la DANA, Rafa Torres reconoce que hay un antes y un después en su vida después de haber visitado las zonas afectadas. De hecho, a estas alturas se nota en la conversación quién ha estado in situ y quién no, sobre todo por la afectación emocional, porque -Rafa Torres lo reconoce- hay un sentimiento de culpabilidad al intentar hacer vida normal.

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-¿Le ha afectado?

-Me meto en la cama y me viene a la mente que yo estoy cómodo, bajo techo, y no puedo dejar de imaginar qué estarán haciendo en ese momento. Porque después de un mes recogiendo barro, en el que tenían la cabeza ocupada, ahora están empezando a pensar. Y cuando piensas viene lo malo, te llegan las dudas, te empiezas a sentir solo, abandonado y te empiezas a enfadar. Es lógico, y lo tenemos que entender.

Una joyería centenaria

Rafa Torres pertenece a una de las familias joyeras más importantes de Valencia, con un negocio, ubicado en la calle La Paz, que nació en 1896 y por el que han pasado ya varias generaciones. Rafa Torres estuvo en una multinacional antes de regresar con éxito al negocio familiar, donde también están involucrados sus hermanos.

-Se nota que ha estado.

-Es que no te lo tienen que contar, lo tienes que ver, incluso ahora que ha pasado más de un mes. El contacto directo es necesario para intentar, y estamos muy lejos, ponernos en su piel, porque todo lo que uno lleva por dentro sólo lo pueden saber ellos. Ahora necesitan ayuda monetaria y sentirse escuchados.

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-Las ciudades afectadas podrían ser ahora mismo un buen experimento sociológico de qué pasaría si desapareciera el comercio local.

-Son ciudades muertas, zombis, donde no hay vida, donde la gente no sonríe. Los políticos tienen que ser conscientes de cuáles son esas consecuencias. Ya hay gente que no quiere volver a abrir el negocio. ¿Y si vuelvo a arriesgar? ¿Y si me paso la jubilación pagando préstamos? O llegan ayudas de verdad, multiplicando por veinte lo que están dando, o vamos a ver un antes y un después en estas poblaciones.

-¿Cómo ha afectado al comercio de Valencia ciudad?

-Por un lado, la población de los municipios afectados son consumidores que no están ahora para eso; por otro, se proyectó de cara al exterior que Valencia estaba hecha un desastre: los hoteles y los restaurantes han estado al 20%, y se espera que lleguen al 60% cuando el año pasado estaban al 95. Además, en el resto de la población hay un bajón emocional que hace que se retraiga el consumo. La primera quincena de noviembre ha sido durísima, la segunda apenas un poco mejor. Nos sabe hasta mal porque tenemos que dar gracias, porque los comerciantes de las zonas afectadas firmarían una bajada de ventas. Pero vienen las Navidades y es momento de reavivar, porque cuanto antes podamos levantar el consumo, antes podremos ayudarles.

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-¿Cuáles son las perspectivas?

-Hay muchísima incertidumbre. Me gustaría poder decir que va a ser una campaña fantástica y que todos vamos a superar cifras, pero yo procuro ser muy racional; en función de cómo se logre animar el turismo, podremos tener mejores expectativas. Ahora tenemos dos opciones, o meter la cabeza bajo tierra y lamentarnos, o ayudar a resurgir, y cuanto más sufra Valencia ciudad económicamente, menos va a poder ayudar a la Valencia metropolitana. Necesitamos que vuelva el turismo, que se genere dinamismo. Y trabjar por una normalidad empática.

-Se ha visto mucha gente en la calle estos días, y de hecho se ha tenido que cortar el centro al tráfico. ¿Cree que es un buen síntoma?

-Yo creo que no es demasiado relevante porque tiene mucho que ver con que Bonaire está cerrado, con que el parque comercial de Alfafar todavía no ha abierto y tampoco MN4. Habrá que ver si realmente esa afluencia se traduce, además, en unas ventas que permitan ser optimistas. Es cierto que el consumo tiene que ver con un estado de ánimo; también pasó, a un nivel menor, tras el incendio de Campanar, porque las decisiones de compra están basadas en la alegría de tener una experiencia. ¿Y qué hago yo comprándome un bolso cuando hay gente que lo ha perdido todo? Pero tenemos que intentar quitarnos esa culpabilidad de encima.

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-¿Cuánto tiempo ha dedicado a intentar ayudar al comercio?

-Cualquier cosa que diga va a sonar pretenciosa, así que prefiero callarme. Uno de mis objetivos es que no se olvide, mantener esto caliente, porque la política va a querer taparnos, y porque es asqueroso y lamentable esconder a las personas detrás de un porcentaje del PIB, como ya ha hecho algún ministro.

-¿Qué le ha aportado como persona?

-Me he visto muy afectado por esto, y creo que todas estas cosas te mejoran como persona. No a mí, a cualquiera. Porque tener empatía y capacidad de emocionarse permiten generar una sociedad mejor, más solidaria. Yo recomiendo a la gente pasarse por Paiporta porque aquello sigue siendo dantesco.

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-¿Con esto le entran ganas de dar paso?

-Yo he tenido bajones importantes por otros motivos, por no disponer de tiempo, porque la gente no lo valora, porque hay una minoría que critica lo que hago. Mi mujer y mis amigos que me dicen que lo deje, pero este cargo me ha enriquecido sobre todo por la gente a la que he conocido y estoy feliz con la experiencia. ¿Se la recomendaría a un amigo? No.

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