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La diana de Luis Sendra

La diana de Luis Sendra

Las escapadas a su casa en una aldea de las montañas de Alicante, los caballos, las tertulias con amigos, le dan la paz que necesita. El arquitecto es además arqueólogo e historiador, preocupado por el urbanismo y la sostenibilidad

maría josé carchano

Lunes, 17 de mayo 2021, 00:41

Luis Sendra veía cómo la luz de la ciudad cambiaba los contornos de los edificios, los volvía distintos. Se fijaba en las formas, miraba hacia arriba cuando paseaba por las calles. Él se interesaba en esas cosas, incluso cuando era pequeño. Además, le encantaba dibujar y se le daba bien, así que su destino parecía estar escrito. Pero si hay algo que le ha llamado la atención, más allá de imaginar lugares donde vivirá gente, es el patrimonio histórico. Por ese motivo, Luis Sendra es historiador y arqueólogo, y se nota, porque su mirada arquitectónica siempre tiene un vínculo en las raíces del lugar. «La arqueología no deja de ser el estudio de las huellas que vamos dejando, porque si no tienes pasado no tienes futuro», decía en una entrevista a LAS PROVINCIAS hace un tiempo. Posee una vasta cultura y siempre ha dicho que sus ansias por aprender no han terminado todavía, que sigue siendo tan curioso como cuando empezó en la profesión hace ya unos cuantos años.

El arquitecto vive en Valencia desde hace mucho tiempo; aquí están su despacho y su familia, sus cuatro hijos, pero sus orígenes hay que buscarlos en las montañas de la provincia de Alicante. En esos rincones entre montañas escarpadas, que parecen tan lejanos y a la vez tan próximos a la costa. Entre la Marina Alta y el Comtat pasó veranos de días eternos y juegos en las calles de pueblos que apenas llegan al centenar de habitantes. En una aldea llamada Catamarruch, de apenas treinta habitantes, y donde vivieron sus últimos años sus padres, reformó una casa y en ella recibe amigos y familia, allí encuentra la paz tan complicada de conseguir en su día a día. «Está reformada como si fuera una casa rural». Allí tiene sus caballos, una de sus grandes pasiones, aparte de la familia. Y le encanta salir a montar por las sierras. Disfruta también de los viajes, de conocer lugares con historia y cultura propia, de donde se inspira en sus diseños.

Enraizado con su papel en la arquitectura y el urbanismo, Luis Sendra lleva años representando al sector, primero en el colegio oficial de la provincia de Valencia, ahora en un segundo mandato en el colegio autonómico. Con una junta directiva joven, ha sido elegido como decano sin tener que convocar elecciones, ya que había sido la única candidatura en presentarse. Y uno de sus objetivos es la formación, quizás porque para él siempre ha estado muy presente en su carrera profesional. Porque, además, ha sido durante años profesor asociado en la Escuela de Arquitectura, contribuyendo de esta manera a la formación de los futuros arquitectos. «Tenemos que estar al día, ser conscientes de que nuestra arquitectura tiene un impacto», explicaba.

Por este motivo también cree que el ejercicio de la profesión tiene que tener en cuenta la sostenibilidad, el uso de los materiales, el hecho de que se pueda hacer, pero también deshacer lo construido. «No podemos estar al margen de la sociedad en ese sentido», explica el arquitecto, que admite que hay prácticas del pasado, de la época del boom de la construcción, que no se pueden volver a repetir. Él mismo pasó malos momentos allá por el 2008, cuando la debacle del ladrillo convirtió la arquitectura en una profesión denostada, pero Luis Sendra lucha desde entonces por volver a dignificar la profesión. Y por unir a todo el sector. «Me gustaría, el día que me fuera, que pensaran que he luchado por todos, que he mirado por el conjunto y no he sido personalista. Yo soy así, me gusta ayudar, sumar, unir y trabajar», explicaba a LAS PROVINCIAS.

El arquitecto reconoce que uno de los aspectos que más le gustan de su profesión es poder trabajar cuando quiera, sin tener que aferrarse a los horarios, esos que siempre nos han estipulado la vida. Y si el fin de semana le va bien trabajar, le apetece y los días están grises, lo hace, y a cambio descansa algún día entre semana. Tampoco le gustan los treinta días fijados de vacaciones en verano, y prefiere retomar, cuando se puedan, las escapadas en que se permite tener días libres a lo largo del año.

Sendra revalida por tres años más su decanato y será el último porque los estatutos no le permitirán repetir. Así que su objetivo es, sobre todo, que la profesión se sitúe en un mejor lugar que cuando retomó la representación de un colectivo que estaba en una situación muy caótica. Es optimista y se lo dice a sus alumnos: que la arquitectura es una profesión vocacional que, pase lo que pase, seguirá existiendo, pese a las crisis y a las situaciones de incertidumbre. La pandemia, por ejemplo, ha puesto en valor la importancia del lugar donde vivimos, de nuestro entorno, y por ese motivo es esencial, para Sendra, repensar los espacios e imaginar un futuro con una arquitectura adaptada a los tiempos y a las personas.

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