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Cómo nos hemos comportado en el confinamiento nos define como personas. Hay quien se ha encerrado en sí mismo, quien no podía más que dar vueltas y vueltas a lo que estaba pasando y hay otras, como Sara Navarro, que era incapaz de parar de hacer cosas. En su caso, arreglar la casa de Altea donde le pilló el confinamiento, y de la que no se ha movido demasiado estos meses. «Cambié cuadros, tiré trastos, decapé y pinté muebles…». Vestida con «ropa de mi madre del año de la polka y tirada en el suelo pintando la parte trasera de la mesa creyéndome Miguel Ángel en la Capilla Sixtina». Sara Navarro ha llegado a la madurez de su carrera con la ilusión intacta, aunque mire hacia atrás con la nostalgia lógica de quien ha vivido años irrepetibles y con una mochila de experiencias propias y familiares que le gustaría dejar como legado. Mientras hablamos, pantallas de por medio, confiesa que está trabajando allí mismo, en Altea, en un proyecto para Asia junto al joyero Antonio W. Rodríguez, que aparece un rato junto a ella para reafirmar la importancia que ha tenido Sara Navarro para la moda en España.
-¿Como está ahora?
-Estoy en una etapa de enormes cambios, uno de los más grandes en mi trayectoria profesional, que en mi caso son casi cuarenta años porque empecé a trabajar muy joven. Me apasiona ver cómo el mundo está cambiando con la digitalización, aunque tengo dudas sobre el 5G. Por eso pienso que hay que utilizarlo junto a procesos muy conscientes de cuidado del planeta. Porque la naturaleza es muy agradecida si no la maltratamos, y lo hemos vivido durante el confinamiento. Yo creo que se van a producir desplazamientos a zonas menos pobladas, una vuelta a la sencillez, a los valores más importantes de la vida y a un trabajo desde el interior de uno mismo.
-¿Vivió una infancia así?
-Yo pasé la mitad de mi infancia en un lugar como Altea, que era como Heidi cuando era pequeña. Nosotros teníamos mucha libertad, nos dejaban jugar en la calle, ir a por la leche a casa de la cabrera... era un pueblo muy tranquilo. Yo creo que esa niñez en contacto con la gente son anclajes muy fuertes y potentes para desarrollar la resiliencia cuando eres mayor.
-Usted creó una marca, Sarah World, que creció con esa filosofía.
-Hace veinte años supe que mi trabajo lo iba a enfocar a ayudar a los demás a través del calzado contribuyendo a la industria y al mundo de una manera responsable, solidaria y comprometida. Yo estuve enferma, tuve un cáncer, y estudié los motivos por los cuales se puede enfermar el cuerpo y se puede también recuperar. Y entendí la importancia de la alimentación, de tener cultivos propios, de estar muy en contacto con la naturaleza y aprovechar esos recursos.
-Ha llegado a decir que lo mejor de su vida vino a partir de su enfermedad.
-Yo creo que las enfermedades son avisos que te da el cuerpo para que cambies cosas, y en este caso me ayudó mucho a crecer, a saber más, a tener más conocimiento de los motivos y de los porqués, porque yo soy psicóloga de formación.
-A pesar de que usted sabía por dónde iba a ir su vida estudió psicología.
-Siempre me ha interesado mucho el pensamiento humano, las motivaciones, el porqué la gente hace las cosas, me ha ayudado mucho a entender a los demás, y también la empresa. La psicología me ha dado mucha comprensión del mundo. Además, me gusta muchísimo la literatura y la filosofía; desde niña he sido una gran lectora. Yo creo que si me he dedicado a un trabajo creativo se lo debo en gran parte a la lectura, porque me ha contribuido a desarrollar mucho la imaginación. También la facilidad que tenía para diseñar y dibujar, que con esto se nace. -
Abuelo artesano, padre empresario, hija creativa, innovadora. Parece la sucesión perfecta.
-En realidad ha sido por el carácter de cada uno, pero muy encajado en la época que a cada uno nos ha tocado vivir. Mi abuelo vivió en la posguerra, en una España muy pobre, y le tengo muchísima admiración y un cariño enorme porque entonces un artesano como él lo era todo: diseñador, patronista, cortador y, además era el vendedor. Mi padre contaba que mi abuelo fabricaba dos o tres pares de zapatos, de los que solo se usaban los domingos o en celebraciones, y se iba con ellos de casa en casa por los pueblos de alrededor. A veces tardaba un día en volver, otras dos o incluso tres, hasta que los vendía todos. En ocasiones los cambiaba por comida. Y vuelta a empezar. Mi padre aquello lo llevaba muy clavado en el alma, por eso decía que cuando él fuera mayor nadie iba a pasar hambre.
-Lo consiguió.
-Sí. Vinieron épocas de abundancia, porque España se hizo a base de empresarios que habían vivido estas experiencias. Que tenían aprehendido en el alma la importancia de ahorrar, de invertir bien. La historia de mi padre se repite en muchas familias del calzado, pero también del turrón, del azulejo, del textil, a lo largo de toda la Comunidad Valenciana… Él fue el primero en hacer una campaña de televisión con la actriz del momento, Teresa Gimpera. Los zapatos se hicieron famosísimos. Yo nací en aquella época de abundancia y con su trabajo mi padre nos dio acceso a la cultura y al mundo. Yo en realidad le puse cortinas y flores a un edificio muy bien armado, aunque la idea de crear una marca que se llamara Sarah Navarro no fue en realidad mía, sino de mi padre.
-¿Vio las cualidades necesarias para ser la sucesora?
-Yo era una niña que estaba siempre leyendo y pintando. No jugaba con juguetes, y sin estrenar decía que se los regalaran a los niños que no tenían. Ganaba premios de pintura en el colegio desde que tenía doce años. Mi padre se dio cuenta desde muy pequeña, y pensó: «aquí tengo a la diseñadora».
-Fue testigo de una época, la Movida, que ha sido mitificada porque significó la libertad.
-Y lo viví en primera persona, trabajé con casi todos los diseñadores de la época porque estuvimos en Cibeles desde el primer desfile, con Vittorio&Luchino, Angel Schelesser, Devota&Lomba, Jesús del Pozo, Manuel Piña… Nos pasamos el día creando los zapatos más increíbles y más maravillosos. Y mi padre encantado, le divertía muchísimo. Aquello era una especie de esquizofrenia, porque hacíamos zapatos cómodos enfocados a señoras mayores y al mismo tiempo creamos las piezas más modernas de Europa.
-¿Cómo lo vivió a nivel personal?
-Yo siempre había estudiado fuera, en Inglaterra, Francia, Italia, hablaba cuatro idiomas y mi mentalidad había sido siempre muy internacional y abierta. Lo viví como una oportunidad de contar al mundo lo que éramos capaces de hacer en España. Fue una época enormemente creativa, en la que prinseas, famosas, actrices, llevaban mis zapatos. Todo lo bueno pasó entonces.
-¿Lo recuerda con nostalgia?
-Es verdad que ahora no es lo mismo, aunque no hay nostalgia. Cada momento tiene unas oportunidades, y en estos momentos estoy fascinada con el potencial digital.
-¿Ha habido momentos difíciles después de aquello?
-He visto muchas cosas, unas que han funcionado maravillosamente bien, y otras que no. La empresa matriz hace años que cerró porque mi padre estaba muy delicado del corazón y no tenía la sucesión que hubiera deseado porque mis hermanos se dedican a otras cosas. Pero hay algo que perdura, y es el patrimonio que intento salvaguardar, la historia, la esencia y el potencial de la marca. Ahora el momento no es tan fácil, hacen falta muchos recursos económicos pero España se merece tener una marca de lujo para proyectarla al mundo.
-¿Le preocupa el relevo?
-Me preocupa el legado, dejar la marca en buenas manos, que será un equipo de profesionales, y todas mis fuerzas y energías están actualmente enfocadas a ello.
-¿Cree en el talento?
-Creo más en la personalidad que en el talento. A mí me enseñaron a ser humilde, y tiendes a creer que no eres suficiente, pero mi abuelo siempre me decía que hace más el que quiere que el que puede. Ese refrán tan simple me ha servido a lo largo de mi carrera para posicionarme como una de las diseñadoras más emblemáticas de este país.
-Dicen que algo también heredó de su madre...
-Mi madre es mi filtro, una mujer extraordinaria que debería haberse convertido en una diseñadora al estilo de Carolina Herrera. Entiende de costura y la moda es una de las cosas que más le interesan en la vida. Es como una actriz de Hollywood y ha sido una gran influencia en mí. A mí siempre me ha interesado más el arte, soy coleccionista desde hace muchos años y es mi pasión.
-Me ha llamado la atención que el símbolo de su marca tiene un significado muy interesante...
-Yo quería una imagen que simbolizara la parte masculina y femenina que todos llevamos dentro, la unión de los opuestos. Porque nuestra misión en la vida es encontrar el equilibrio entre ellos, y así alcanzar la plenitud, que no es otra cosa que el camino más importante que tenemos en la vida, en el que consigues estar en paz contigo mismo y ser feliz.
-¿Ha alcanzado esa felicidad?
-No siempre, porque la vida está llena de momentos agridulces, porque todo es cambiante y el aprendizaje se basa en saber adaptarse. Lo estamos viendo en este momento tan complicado. Hay que aprender mucho de las teorías de la naturaleza porque, como decía Darwin, en los momentos de tremendas crisis, no sobrevive el más inteligente, más rápido o más preparado, sino la especie que mejor se adapta.
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