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María josé Carchano
Viernes, 6 de noviembre 2020, 15:11
Héctor González escucha con atención cada pregunta y reflexiona las respuestas; se nota que es del oficio, que él es, de forma habitual, quien está a este lado de la noticia. Pero hoy es quien se pone delante de la grabadora y deja aflorar una personalidad hiperactiva, de esas que aprovechan el tiempo y tienen organizadas, incluso, sus horas libres. Quizás ha sido lo que le ha permitido poner en práctica todas las ideas que han ido surgiendo en su cabeza, que le ha hecho estar en primera línea en el mundo del periodismo, con el objetivo, además, de mejorar una profesión que vive momentos complicados. Quedamos en el mercado de Colón, uno más de tantos lugares preferidos de su querida Valencia, esa que cada semana recorre a pedacitos, sin dejarse nada.
-¿Qué le motivó para convertirse en periodista?
-Para serle sincero, me motivaron sobre todo las asignaturas de la carrera. No sabía si estudiar Derecho o Periodismo, y en mi entorno, en realidad, todo el mundo me animaba a decantarme por las leyes, alegando que tendría más oportunidades laborales. Al final, me pareció que me iba a divertir mucho más con Periodismo y no me arrepiento.
-Dicen que la curiosidad es una de las claves en esta profesión. ¿La ha tenido?
-Si tengo que destacar algo que quizás me haya servido posteriormente en mi día a día es el hecho de tener un espíritu crítico que me hace replantearme las opiniones de los demás, o por qué las cosas son de una determinada manera. Conforme vas avanzando, te das cuenta, además, de que no hay verdades absolutas, de que el hecho de pensar diferente no significa que estés equivocado.
-Hay que ser valiente.
-Incluso en la toma de decisiones hay que tener un punto de valentía. Hace años me fui con un amigo y recorrimos durante cuatro meses Latinoamérica. Si hubiera tenido que escuchar las opiniones de mi entorno no habría ido.
-¿Había alguien cerca que hubiera conocido la profesión?
-Mi padre era catedrático de griego y mi madre profesora de latín. Es más, mi hijo se llama Eneas porque desde que era una adolescente tuve claro que si alguna vez era padre le pondría ese nombre.
-¿En serio?
-Por la Eneida, por lo que significa el nombre, de alabanza, por el personaje de Eneas… siempre me gustó. Le agradezco a mi mujer que aceptara; tomamos la decisión de que si era niña ella le pondría el nombre, si era chico yo. Creo que es el único deseo que he tenido en toda mi vida.
-¿Le gusta lo que ve si mira atrás?
-Creo que igual hubiera podido dar un salto en algún momento, pero estoy satisfecho porque siempre he trabajado en lo que me ha gustado. Para mí ha sido más importante que ganar dinero, o estar en algún lugar de mayor relevancia. Es más, si los días me pasaban un poco lentos, cambiaba de trabajo.
-Volvemos al valor.
-Desde luego, sobre todo cuesta sumarse a proyectos que no están tan consolidados. En general, estoy contento porque lo que he hecho hasta ahora lo he hecho con ilusión. Son tantas horas que si no haces lo que te gusta tu mente y tu cuerpo se resienten demasiado.
Viaje por la ruta de la seda. La Ruta de la Seda es ahora su tarea pendiente, recorrer aquella red comercial organizada a partir del negocio de la seda china desde el siglo I a. C., que se extendía por todo el continente asiático, conectando China con Mongolia, el subcontinente indio, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África. Y que también tuvo como parada obligatoria Valencia.
-¿Cuándo llega, en su caso, el momento de la desconexión?
-Aunque sea en vacaciones, o de viaje, quiero estar al día de la actualidad. Son desconexiones relativas, me gusta estar con un trocito de mi mente puesto en la actualidad valenciana.
-¿Dónde le podría encontrar en esos momentos?
-Si es un fin de semana, de paseo por Valencia. Últimamente me gusta ir desde la Porta de la Mar hacia Pinedo, o al norte, a Meliana. El otro día estuve por el Camí d'En Corts, o en Beniferri. Además de conocer la ciudad, me da la oportunidad de pensar, algo que hacía antes corriendo hasta que me rompí el ligamento cruzado. Después de participar en cinco maratones de Valencia pensé que ya había corrido bastante. También me gusta mucho leer novela histórica y, para practicar inglés, Agatha Christie. Y viajar. Este verano he hecho el Camino de Santiago y, además, mis padres han celebrado las bodas de oro y nos han invitado a toda la familia a un crucero por el Adriático.
-Si no viviera en Valencia, ¿hay algún lugar en el mundo donde le gustaría quedarse?
-Lo tengo clarísimo. En Nueva Zelanda, en la luna de miel, encontramos una ciudad preciosa llamada Napier, y en Francia un pueblo llamado Parfondeval. En esos lugares pensé: «aquí no me importaría quedarme a vivir» Dicho esto, tenemos un lujo con Valencia, sobre todo por el clima.
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