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Antonio Valero, en uno de los descansos de la serie que graba actualmente, 'Servir y Proteger', que se emite en la 1. José Ramón Ladra
Antonio Valero: «No necesito engañar a mi mujer, las juergas ya me las corrí»

Antonio Valero: «No necesito engañar a mi mujer, las juergas ya me las corrí»

Se considera una persona tímida y «hasta puedo parecer simpático». Pero lo que siempre le ha gustado es hacer cosas, por eso él quería subirse a un escenario. «He besado a las chicas más guapas del país, ¿qué más puedo pedir?», dice

Jueves, 12 de noviembre 2020, 19:18

Antonio Valero empezó el confinamiento cancelando un billete de avión a Nueva York. «Era el regalo que le hacía a mi hija por su veinte cumpleaños. A tomar por saco». Ese fue el sacrificio personal, porque en realidad acababa de rodar con la BBC y podía tomarse el lujo de tener unos días de descanso. Pero el actor no se queja de esa circunstancia, tampoco de las precauciones extremas que deben tomar en la grabación de la serie en la que está trabajando,'Servir y Proteger'. Lo que le pasa a Antonio Valero es que es una persona comprometida. Con su profesión, sobre todo, con la cultura, en mayúsculas. Con la realidad. Y ataca sin piedad a los políticos. «Qué nivel... si es que no tengo calificaciones para definir lo horrorosos que son», asegura Valero, que vivió en primera persona la apertura del país cuando comenzó a subirse a los escenarios, en un momento en que «la intelectualidad y la cultura tenían algo que decir». Pero después de criticar durante unos minutos le sale la vena traquera de quien se ha criado en las calles de Burjassot, con sus anécdotas e historias divertidas, y ruega que la entrevista no salga deprimente...

-La profesión de actor es dura. No garantiza un trabajo, ni unos ingresos, aunque sea bueno.

-Tienes que estar un poco mal de la cabeza para meterte en esta profesión. Yo soy del 55, no hay ningún problema en decirlo, y he vivido toda una época en que en Valencia estaba la escuela de Arte y Declamación. Pero tenía una gran vocación y decidí liarme la manta al cuello e irme a Londres sin ni siquiera saber inglés.

-De Burjassot a Londres en el año 1976 debía de ser como ir a la Luna.

-Cuando a los seis meses de estar allí me vine quince días e intenté regresar a Londres me devolvieron inmediatamente en un avión a Madrid. Tuve que coger un autobús para volver a Valencia y cuando me puse a hacer autoestop para llegar a Burjassot fue el amigo que me había llevado al aeropuerto un día antes quien paró y me dijo: «¿qué haces aquí? Yo te había puesto en un avión». Los españoles éramos casi como africanos en Europa.

-¿Su familia aceptó que se fuera?

-Yo por desgracia perdí a mis padres siendo muy joven, y cuando yo le decía a mi tía que quería ser actor ella me contestaba: «tú lo que tens que fer és una oposició». Y eso que era muy fan del teatro, que mientras bordaba lo escuchábamos por las noches en la radio. Al cumplir los 21 años me fui. Ella antes no había querido autorizarme el pasaporte porque sabía que si lo hacía salía corriendo.

-He leído que algunos genes de actor sí tenía.

-Mi abuelo fue el fundador del cuadro escénico del Círculo Católico de Burjassot y se declaró a mi abuela depués de una función diciéndole: «Consuelito, això que t'he dit en l'escenari es lo que sent per tú, te vols casar en mí?». Otra cosa era decir que uno quería ser actor.

«Si me llamaban para actuar yo lo dejaba todo y me iba cagando leches. El problema es que dejas cadáveres en el camino»

-Estuvo en un internado. ¿Le marcó?

-Estuve desde los ocho hasta los catorce años interno en los Salesianos porque era un niño muy movidito y en aquel momento pensaron que era la única manera de controlarme.

-Ahora le hubieran diagnosticado hiperactividad.

-Seguro. Allí me la quitaron a hostias, pero es que en aquel momento era muy normal que nos pegaran. Pero no tengo trauma. Cualquier madre de un amigo tenía el derecho a coger la zapatilla y darte. O los amigos de mi padre, 'llauros' que te daban en la espalda con esas manos enormes y te gritaban: «xe, Tonín, ¿cóm estàs?».

-¿Qué queda de aquel niño que recuerda?

-Aunque parezca mentira, todavía me queda mucho de timidez. Con los años lo llevo muy bien, ya socializo y puedo parecer hasta simpático. Y siempre me ha gustado hacer cosas. Como en el fútbol, que nunca me interesó verlo en la televisión, yo lo que quería era jugar. Además, a mí siempre me suspendieron en el colegio y tenía que ir a septiembre. Excepto cuando fui al Instituto del Teatro, donde solo sacaba sobresalientes y matrículas.

Antonio Valero llevaba en los genes la vocación de actor que heredó de aquel abuelo que se declaró a su novia desde el escenario del Círculo Católico de Burjassot. Después de cuarenta años de profesión se siente un privilegiado que todavía puede vivir de lo que más le gusta. José Ramón Ladra

-¿Cómo es su vida ahora?

-Ahora mismo me siento raro por considerar que estoy en una situación privilegiada, pero lo único que hago es trabajar. Y no se puede imaginar el nivel de trabajo que es. A mí me vienen a recoger a las cinco y cuarenta y cinco, a las tres y treinta… Imagínese a qué hora me tengo que acostar. Además, con el papelito aprendido, así que voy del set a casa y de casa al set.

«Los de Enguera dicen que hay dos actores en el pueblo: Nacho Vidal y Antonio Valero. Le compré la casa a su abuelo»

-Con lo bohemia que parece la vida del actor.

-Es cierto, pero hay una cosa que yo digo ahora, y es que me quiten lo bailao, porque me he movido, he salido, he viajado tanto... En estos momentos no necesito engañar a mi señora, que las juergas ya las corrí de soltero. El problema es que no lo puedas disfrutar de joven, como ahora le pasa a la gente. Mi mujer tiene un nieto, que los dos somos divorciados, y el niño nació en noviembre del año pasado. Casi no ha socializado, y los niños necesitan a esa tía que llega y los achucha, que está con otros niños. Y no digo en la guardería. Es que ahora hay que hacerse una PCR para ver al niño. Eso sí, yo tengo una hija y la beso.

-¿Pensó su hija en algún momento en seguir sus pasos?

-Hizo hasta sexto profesional de piano, pero no ha querido dedicarse a la actuación. En realidad, tengo una hija muy lista, no sé a quién habrá salido... Está en tercero de Magisterio, trabajando, dando clases. Es una chica buena de las de ahora. Yo estoy muy orgulloso, se ha independizado con veinte años, intenta hacer las cosas por ella misma…

-¿Le hubiera gustado?

-No, porque fíjese: hoy estaba allí el hijo de Juanjo Artero, que se gana un dinerito de figurante. Y le pregunto a su padre: «este no querrá meterse aquí, ¿verdad? Dile que hable conmigo, que se va a enterar». Por un lado, yo creo que siempre hay que decirles que no, meterles el susto en el cuerpo para ver si tienen los huevos de tirar adelante. Porque si no los tienen… Con el tiempo me he dado cuenta de que cuando yo empecé a ser actor, si me llamaban lo dejaba todo, ya fuera la novia, los amigos o cualquier plan. Me iba cagando leches, porque a mí me interesaba más que cualquier otra cosa. Eso es la vocación; el problema es que hay que tener cuidado porque vas dejando muchos cadáveres por el camino.

-No hay equilibrio que valga en esos momentos.

-Es cierto. Con el tiempo, el balance es positivo. Y profesionalmente he tenido la suerte de trabajar con grandes actores que yo admiraba muchísimo, he besado a las chicas más guapas del país y me han pagado por ello. ¿Qué más se puede pedir?

«En el internado la hiperactividad me la quitaron a hostias»

-¿Se siente valenciano?

-¡Por supuesto! Pilar Miró me llamaba el de Burjassot y la directora de mi escuela en Nueva York me regaló una camiseta que ponía: 'Burjassot, Nueva York'. Allí me quieren mucho y me siento muy reconocido. Sin embargo, siempre he tenido la sensación de que no me han considerado valenciano, pero en realidad yo vivo en Valencia desde hace más de veinte años. Tengo casa en Madrid, donde resido por trabajo, pero en el momento en que acabe me vuelvo porque allí está mi mujer y mi hija.

-¿Piensa alguna vez qué hubiera hecho si no hubiera cogido aquel vuelo?

-Todo lo que he hecho ha sido para convertirme en actor. Ir a Londres, a Nueva York, formar parte dels Joglars, incluso cuando empecé en el teatro aficionado. No me imagino en la casa de comidas de mis padres.

-Una curiosidad. ¿Es cierto que compró la casa de la familia de Nacho Vidal en Enguera?

-Sí, se la compré a su abuelo cuando él todavía no era conocido. Quería una casa en un lugar tranquilo, y ahora dicen en el pueblo que tienen dos actores, Nacho Vidal y yo.

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