Sonia Ferre, la emprendedora de Banyeres que ha cambiado su vida. LP

Sonia Ferre, la ejecutiva valenciana que dejó su vida por un sueño: «Lo tenía todo pero me sentía vacía»

Sonia Ferre sufrió una profunda crisis que le hizo replantearse una trayectoria de éxito, y decidió crear MasQi en la Sierra de Mariola, uno de los centros de turismo de bienestar mejor valorados del mundo

Viernes, 10 de mayo 2024, 01:22

Las mujeres que hablan en este reportaje revolucionan el concepto de éxito profesional. ¿Cómo se evalúa ese ideal y qué pasa cuando lo has logrado y te sientes vacía? ¿Cuando todo el mundo te felicita por ser la mejor en tu trabajo pero la realidad ... es que las crisis de ansiedad no te dejan en paz? Sonia Ferre echa la vista atrás y recuerda cómo era ella hace quince años. «Tuve una crisis personal que me llevó a buscarle el sentido a mi vida». Esta mujer oriunda de Banyeres, que trabajó en una multinacional, que fue directora comercial de la empresa familiar, habla de aquellos años con distancia, y sabe que ahora puede verbalizar algo que entonces no sabía cómo definir. «Ganaba dinero, viajaba un montón, me pasaban muchas cosas maravillosas, pero algo dentro de mí no estaba bien», asegura esta empresaria, que tocó fondo cuando se murió un amigo cercano. «Tenía mi misma edad y falleció por un cáncer. En ese momento me di cuenta de que me podía morir en cualquier momento y que mi vida no estaba bien.

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Sonia Ferre atiende por videoconferencia en unos días en los que no para, en los que MasQi, el establecimiento hotelero y de wellness que gestiona en el parque natural de la Sierra de Mariola está completo. Sigue teniendo mucho trabajo, porque reconoce que no hay ningún socio detrás que le ayude financieramente. «Mi socio es el banco», ríe. Pero la diferencia es que ahora ha encontrado un propósito. Si mira cómo estaba en el peor momento de su vida, reconoce que se agarró al yoga como a un clavo ardiendo. «Tenía mucha ansiedad, había empezado a somatizar todo mi malestar interior y ya llevaba un tiempo con problemas de salud. El yoga empieza a abrirme un montón de puertas a muchas disciplinas, a la filosofía asiática, al budismo». Y comienza a leer libros, a interesarse por todo lo que tiene que ver con el crecimiento personal, con la ayuda, además, de una psicóloga 'Gestalt', una terapia que concibe el ser humano como un conjunto de cuerpo, mente y espíritu y así lo aborda. «Cada vez me encontraba mejor, porque me había dado cuenta de que hasta ese momento no había sabido vivir de forma que fuera feliz», recuerda Sonia Ferre.

Ahora lo tiene claro, que aunque su trabajo le gustaba, el problema no era ese, sino «cómo yo entendía la vida y qué hacía yo con mi energía». Sonia se define como una persona con mucha iniciativa, «que se lía la manta a la cabeza con una maleta para abrir mercado en cuarenta países», y que aquello la dejaba agotada, muerta. «No era cansancio por el trabajo, sino la manera en que se gestiona la vida, las relaciones, el sacrificio que haces por los demás, y cómo los antepones a ti. Que no tiene nada que ver con el egoísmo, sino que lo que está claro es que tenemos que estar bien por nosotros mismos, y hacernos felices cuidándonos».

Sonia Ferre comenzó a hacer retiros, y un día, en la masía que había rehabilitado hacía un tiempo, y donde ella misma se preguntaba por qué se sentía tan bien como en su propia casa, le vino una revelación. «Pensé en que era el lugar idóneo para crear un lugar donde poder organizar retiros y ayudar a los demás en un viaje que yo ya conocía muy bien. Conectarme con un sueño fue maravilloso, yo, que siempre he sido muy emprendedora, que había querido tener una cafetería sólo por el hecho de atender y servir a los demás...».

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MasQi cumple diez años y si Sonia lo tiene que definir, lo hace hablando de un lugar donde hacer un proceso de transformación, de encontrarse a uno mismo.

Un lugar rodeado de naturaleza donde esta mujer ha encontrado su propósito. Y cuenta la historia de aquella periodista de Conde Nast que la visitó. «Era una persona ya mayor, de unos setenta años, que se encargaba de elegir los setenta spas que luego se incluían en una guía internacional.

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Cuando vino estaba pasando por una crisis personal, porque sentía que ya no estaba a la altura de un equipo en el que todos eran más jóvenes y tenían más conocimientos tecnológicos que ella». Su experiencia en MasQi fue tan buena que no sólo incluyó el establecimiento en la codiciada lista, sino que Sonia Ferre recibió un galardón.

Ella explica que MasQi tiene varias patas en las que se apoya. La parte de yoga sirve para conectar con el cuerpo, que esté flexible y ágil, mientras que la meditación ayuda a estar en calma, porque «los pensamientos definen cómo interpretamos la vida. La macrobiótica es la cocina energética, porque en función de lo que se come el cuerpo está emocionalmente equilibrado y te permite enfocarte en qué quieres hacer en tu vida». Además, MasQi se apoya como pilar fundamental en el wellness con terapias energéticas y la medicina ayurveda como especialidad.

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En este tiempo ha conseguido consolidarse con una clientela que en buena parte llega desde diferentes partes de Europa y que se quedan al menos una semana. «Los fines de semana suelen ser parejas españolas que buscan un lugar tranquilo», explica. Y al preguntar por la ocupación de este mes de mayo, contesta muy rápido.

En la medicina china, Qi es la vitalidad, la energía universal. Esa que Sonia no tenía en su vida anterior, y que gracias a la crisis que sufrió pudo darse cuenta de lo que le ocurría. «Me he dado cuenta del potencial que tiene una crisis, que las transformaciones más potentes vienen cuando estás tocando fondo».

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Priscila Císcar es otra mujer que ha encontrado en el turismo de bienestar una forma de negocio y un propósito a la vez. La valenciana lleva ya nueve años celebrando un evento llamado Formentera Zen que tiene como objetivo concienciar a la sociedad de la necesidad del bienestar, además de posicionar la isla como un destino turístico de 'wellness' más allá del sol y playa veraniego. De hecho, la Comunitat Valenciana también está consiguiendo situarse como referente en este sector, sobre todo gracias al empuje de proyectos como Sha Wellness, en el Albir, donde la familia Bataller ha convertido este lugar en un centro neurálgico donde artistas y personalidades de todo el mundo buscan tratamientos de belleza, estéticos o encontrar esa tranquilidad que tan complicado es encontrar en un mundo que va a un ritmo frenético. De hecho, según un estudio del Instituto Global de Wellness, se prevén crecimientos anuales de más del 10% en el turismo de bienestar. En España se mueven 83.000 millones de euros y está situado en la 14º posición en el ránking mundial. De hecho, los grandes hoteles de lujo de la Comunitat Valenciana incorporan el concepto 'wellness' en su oferta de servicios, con spa, masajes y todo tipo de terapias. El hotel balneario Las Arenas de Valencia o el Thalasso Palasiet de Benicàssim son ejemplo de ello.

También hay proyectos más pequeños, como el de Sonia Ferre en la Sierra de Mariola, e incluso profesionales que organizan retiros centrados en el yoga, la meditación, el silencio, la biodanza... que cada vez tienen mayor número de adeptos, en una corriente de búsqueda del bienestar que se acentuó sobre todo después del confinamiento. Ahí nos dimos cuenta de que tan importante es cuidar nuestro interior como nuestro exterior, y que, como dice Alejandro Bataller, de Sha Wellness, «ya no vivimos en la sociedad del 'carpe diem', ahora nos hemos dado cuenta de que somos dueños de nuestra salud, y que la emocional es tan importante como la física, que van unidas», asegura.

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