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El viaje inolvidable de... Noema Martí

Hacía décadas que soñaba con visitar la Bauhaus y decidió hacerlo el año del centenario de la mítica escuela de arquitectura. El viaje de la interiorista a Berlín superó todas sus expectativas

Elena Meléndez

Valencia

Miércoles, 24 de junio 2020, 00:18

Visitar la Bauhaus era un anhelo que Noema Ortí tenía desde sus años de estudiante de interiorismo. En su opinión, fue en la mítica escuela de arquitectura fundada por Walter Gropius en Weimar donde se asentaron las bases del diseño contemporáneo. Además, quiso hacerlo en 2019, el año del su centenario. «Superó mis expectativas, vivirlo tras más de veinte años de experiencia profesional hizo que lo apreciara de manera más intensa. Cuando estás allí y ves lo moderno que es todo piensas: ¿cómo es posible que crearan algo tan actual hace tantos años?», explica la interiorista y bodeguera, propietaria de la marca de vermuts Carmeleta.

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En el viaje se embarcó acompañada de dos amigos, un arquitecto y un interiorista, ambos igual de fanáticos que ella del diseño, por lo que la experiencia fue muy gratificante para los tres. Juntos volaron hasta Berlín y lo primero que hicieron al llegar fue poner rumbo a la escuela Bauhaus en Dessau, donde les llamó la atención la vigencia de sus formas y detalles concretos, como los mecanismos de apertura de las ventanas de las fachadas acristaladas. También visitaron las casas de los maestros Kandinsky, Klee y Gropius. «Por fuera las viviendas eran blancas y cúbicas con una tipología muy racionalista, al estilo de la arquitectura del movimiento Moderno. En el museo visitamos la cafetería y el hall, que son dos de las zonas que más me llaman la atención cuando visito un edificio de estas características». Una de las cosas que más le gustó a Noema fue el descubrir que en todo el movimiento artístico hubo un gran protagonismo de las mujeres.

Así es Berlín

  • - Alemania

  • - 891 km2

  • - 3,7 millones de habitantes

  • - Situada a 2.207 km de Valencia

Tras tres jornadas en Weimar y Dessau volvieron a Berlín, donde tuvo la sensación de llegar a otro mundo. Allí visitaron el barrio de Friedrichshain, donde vive su amigo Janosch, una zona de la ciudad que mucha gente no conoce, ubicada en lo que era la parte judía. «Le han dado un rollo cultural muy chulo, han rehabilitado los edificios, allí vive mucha gente joven que se junta para tocar en naves. Muchos edificios tienen zonas comunes, son viviendas muy sociales donde la gente colabora. Es una forma de vivir más avanzada que la nuestra».

Un gran descubrimiento fue el barrio de Kreuzberg, al que llegaron a media tarde cuando la tenue iluminación empezaba a crear un ambiente íntimo. Se dejaron seducir por el encanto de las calles, recorrieron pequeñas tiendas de artesanía local y bebieron cerveza en las terrazas de los bares. También visitaron la Puerta de Brandemburgo, el Parlamento y el Memorial por las víctimas del Nazismo de Peter Eissenman. Otra de las jornadas visitaron el Museo Judío de Daniel Libeskind, donde les impresionó especialmente el espacio donde distintas salas te transmiten la sensación de miedo, angustia e inestabilidad.

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