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Sin 'whatsapp' no hay paraíso

Sin 'whatsapp' no hay paraíso

Los chats de padres del colegio te salvan de unos deberes olvidados, un suéter perdido o el último cumpleaños. Hasta que llega la ESO

Elena Meléndez

Valencia

Domingo, 10 de octubre 2021, 01:31

Algunas ponen los ojos en blanco cuando reciben diez mensajes seguidos de un grupo de WhatsApp del cole o leen intervenciones para ellas prescindibles. «O sea, si no tiene la chaqueta de Claudia no hace falta que ponga: 'yo no'. El silencio se sobreentiende», se explican unas a otras suspirando con superioridad al ver a otra madre pecar de novata. Cuando tu primer hijo supera la Primaria se abre una puerta a lo desconocido. 1º de la ESO puede parecer, para quien no controla del tema (o sea yo hasta anteayer), el equivalente a 1º de BUP, pero nada más lejos de la realidad. Si antes cambiábamos de ciclo con catorce años, ellas con tetas y ellos con bigote, ahora los niños pasan con doce y mochilas de Disney. Y la diferencia es radical. Algo debí de intuir cuando al pasar por el instituto de mi barrio veía a adultos esperando en la puerta. Pero no lo hice por el mismo motivo por el que no ves escayolados ni mujeres embarazadas cuando no estás en el mismo barco.

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Al llegar a la ESO la cosa se pone seria. El tutor deja de ser el profesor de referencia para ocupar un rol testimonial y el elenco de profesores se multiplica. Entran una hora antes, aumentan las asignaturas, algunos días solo hay clase por la mañana y los controles regulares de materia desaparecen para dejar paso a los exámenes trimestrales. El sistema da un giro radical y a los niños se les pide madurez cuando en el patio todavía juegan a pillar. Miras el nuevo horario, las optativas y las extraescolares. Intentas cuadrar los días que tiene que llevar chándal, los que debe coger la flauta, los que llevará el material de dibujo o la tablet.

Respiras porque sabes que te queda el comodín de la llamada, ese chat de clase donde siempre hay alguna madre tan perdida como tú y las más organizadas tiran del carro. Coges el teléfono y abres el grupo de 6º de Primaria en busca del enlace que te introduzca en el paraíso, pero descubres aterrada que muchos han salido del grupo. Escribes de inmediato a un par de madres de tu confianza y les preguntas por el nuevo chat pero no saben nada. Se te pasa por la cabeza que hayan hecho un grupo aparte solo de madres de las que se enteran dejando al resto fuera. Un grupo de élite donde ya no se habla de deberes ni de materiales porque es tema superado y en el que solo comparten artículos de pedagogía y recomendaciones de libros en inglés.

En la puerta del cole una madre nueva en la ESO como tú te comenta la posibilidad de que quizá a partir de ese curso ya no haya chats de clase y la tierra se abre bajo tus pies. Miras la pantalla de tu móvil a cada rato como si esperaras la llamada de tu novio. Abres el WhatsApp y escribes en el buscador 'ESO' por si acaso te han añadido a un grupo y se te ha pasado. Te lanzas a Google, pones 'grupos WhatsApp ESO' a ver qué pasa, esperando que se produzca la magia y encuentres alguna respuesta. Te acabas leyendo un par de artículos de psicólogas comentando los beneficios e inconvenientes de estos grupos.

Repasas tus errores del pasado. Te dices que si lo vuelven a abrir vas a ser una madre ejemplar, no vas a preguntar los deberes ni vas a mandar memes de gatos. Depositas toda tu fe en la reunión de inicio de curso. El tutor habla vía zoom de autonomía, autogestión de tiempo y planificación. A ti te entran sudores fríos. Escogen a la delegada. Subes el volumen del ordenador por si comentan algo del grupo. Miras el reloj, solo quedan cinco minutos y no va a haber tiempo para preguntas. El tutor zanja la reunión invitando a aquellos que tengan dudas a enviarle un mail. Dudas. Lo escribes tres veces y lo borras. Él ha hablado de dejarlos que vayan solos y no encuentras las palabras. Te planteas abrir tú el grupo con las madres que vayas localizando pero en el último momento desistes. Lo das por perdido.

Pasan un par de días y, cuando ya no esperas nada, se enciende la pantalla de tu móvil. Lo miras por inercia pensando que se trata de trabajo. Entonces ves que te han agregado en 1º B ESO 21-22. Primero lees «beso», miras el 1, vuelves a leer, abres, miras los participantes, llega el mensaje de bienvenida de la delegada, el corazón te late con alegría. Esta vez quieres hacer las cosas bien, pero dos semanas después te descubres preguntando en mayúsculas a las ocho de la mañana cuando tienen que llevar los mapas de geografía. Ipso facto otra madre te responde y sientes algo tibio en estómago. La vida sigue su curso.

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