No vale rendirse
la vida (des) madre de elena meléndez ·
Las empresas no están teniendo en cuenta el potencial salvaje de las personas entre 50 y 65 añosSecciones
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la vida (des) madre de elena meléndez ·
Las empresas no están teniendo en cuenta el potencial salvaje de las personas entre 50 y 65 añosEl martes pasado me invitaron al teatro Olympia para asistir a una ponencia de Emilio Duró, empresario, profesor y conferenciante de éxito. Si bien lo había escuchado en alguna entrevista, era la primera vez que lo veía en directo. A la hora acordada yo, que no estoy muy familiarizada con este tipo de formato que aúna discurso motivacional, humor, relato experiencial y pinceladas de ciencia, me senté en la butaca con curiosidad. El aforo estaba completo y entre los asistentes se cocía la expectación y una predisposición a la conexión y las ganas de jarana que me dieron una pista de la clase de disertación que estaba a punto de escuchar.
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A los cinco minutos de empezar, Emilio tenía a la platea en el bolsillo. En una pantalla que ocupaba todo el escenario proyectó en letras negras mayúsculas el 'claim' sobre el que iba a construir su relato: NO VALE RENDIRSE. Nos habló sobre la importancia de la familia y las relaciones, de mantener en forma cuerpo y mente, de espiritualidad, aceptación y optimismo. Se detuvo en la selección natural, resaltó el hecho de que si en cada eyaculación un hombre produce de 80 a 300 millones de espermatozoides y él fue el ganador de la carrera que fecundó el óvulo, por lo tanto el más rápido y hábil, «¿cómo serían el resto?», bromeó, generando una carcajada espontánea y contagiosa entre el público. Tocó asuntos serios desde el prisma del humor y temas ligeros desde el rigor. Saltó, bailó y conectó.
En un momento dado se centró en la cuestión de la edad como hándicap, constató que los cincuenta son un veto para muchas empresas y lanzó al aire una pregunta. ¿Cómo es posible que sean personas de menos de treinta las que tomen decisiones acerca de como conectar con aquellos denominados ‘boomers’, es decir, aquellos de entre 50 y 65 años? Un tema más llamativo si cabe por el hecho de que este sector de población representa el 21% de la población actual, un porcentaje que ascenderá hasta el 25% en 2030. Su conclusión, y la mía, es que las empresas, seducidas por el supuesto encanto de lo último, lo nuevo y lo tecnológico, no están teniendo en cuenta el potencial salvaje de muchas de las personas de este grupo de edad que se encuentran en disposición de iluminar al resto.
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Los motivos son numerosos. Todos los de esta generación y de anteriores se han enfrentado al tema de los hijos, por presencia o por ausencia, ambas circunstancias tan complejas de gestionar que daría para una enciclopedia. La mayoría se ha enamorado, a todos les han partido el corazón y han llorado una o más pérdidas importantes. A esa edad uno ya ha hecho un pacto con la imagen que le devuelve el espejo, un «no te reconozco, pero vamos juntos en esto». Muchos saben que los padres, si se tiene la suerte de tenerlos en este mundo, son un bien preciado que se desgasta hasta agotarse y que un día pasas de ser cuidado a cuidador con el vértigo que eso conlleva. Descubren que el tiempo es finito, que al mar hay que lanzarse sin pensar, que las cosas que no dices pesan, que la ventanilla bajada, la luz encendida, la mirada levantada, la risa descontrolada.
Durante su infancia la leche no tenía fecha de caducidad, el pan de molde tenía corteza, viajabas sin cinturón de seguridad, heredabas la ropa de tus primos, no existían los parques de bolas, tu madre solo compraba Coca-Cola en los cumpleaños, usabas las mismas zapatillas de deporte hasta que se rompían, merendabas bocata de chorizo, había dos canales de televisión y un radio cassette, si te caías te levantabas y te mojabas en la fuente y lo que pasaba en el patio del colegio se quedaba en el patio del colegio.
Estos gladiadores curtidos en la arena no tienen necesidad de desconectar porque son maestros en lidiar con lo imprevisto, interpretan la dieta mediterránea a su manera, que es básicamente comer y beber lo que les da la gana (sin excesos), y ya solo declinan en presente, sincero y real. Y sí, son la pieza fundamental que debería cotizarse al alza en el mercado profesional porque, gracias a su experiencia y su visión, son los más indicados para ayudar al resto a encontrar el ritmo, actuando como un diapasón capaz de afinar la existencia de los más jóvenes.
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