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María José Gonzalvo posa con la equipación de su club, el 3FDC. IVÁN ARLANDIS

La maratoniana valenciana que nació con 60 años

María José Gonzalvo, que hace una década no corría, no se pone caducidad para participar en carreras como la de este domingo y la del 4 de diciembre | «Mi ilusión es ir a Boston, fue el primero que hizo una mujer», indica después de haber participado en Nueva York en 2019

Sábado, 22 de octubre 2022, 17:01

María José Gonzalvo nació con 60 años. La maratoniana. Porque hasta entonces, eso de vestirse de deportista para dar zancadas durante horas, como que no. «Yo acompañaba a las carreras a mi primer marido, que era de Correcaminos, aunque en 1981, lo de que las ... mujeres corrieran... no. Pero a mí me ha gustado siempre ver atletismo y él era muy fan de Antonio Campos (el primer valenciano que logró diploma olímpico en esta modalidad, en Montreal 1976). Juntos, subíamos montañitas, todos los veranos nos íbamos a Ordesa, al valle de Arán...», rememora esta valenciana que el 1 de septiembre ha soplado las 70 velas.

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La edad no es un impedimento para que este domingo se ponga en la línea de salida del Medio Maratón Valencia Trinidad Alfonso Zurich. Es más, la carrera de octubre es una especie de meta volante hacia el Maratón del 4 de diciembre. «Dos de mis hijas me dicen que ya no debería hacer esto. 'Mare, estàs boja!', claman. ¿Qué les digo? ¡No les hago ni caso!», comenta con la sonrisa que no borra en ningún momento y que es la carta de presentación de una persona que rezuma positivismo pese a que no ha tenido una existencia sencilla.

Tras el primer divorcio, tuvo una segunda relación durante más de dos décadas, que también acabaría de forma tormentosa. «Aún voy a terapia». Esta es una frase que deja al contar su historia, que tiene para varios capítulos e infinidad de enfoques. Esta vez, centrando el tiro en la carrera a pie, se halla en esa etapa su inicio en el mundo de la carrera a pie. «Bajábamos juntos al Río y hacíamos nada, tres kilómetros y volver. De vez en cuando. Una vez me dijo de correr la San Silvestre. Fue en 2012. Me había hecho una jugarreta, pero yo pensé: 'Bueno, por tener algo en común, que no sea sólo estar en casa'», recuerda María José. Meses después participaron en la Carrera de la Cruz Roja, de unos 5.000 metros. Sin que ella lo supiera, había germinado en ella ese amor por correr.

«Unos días después, vi en la prensa que estaban organizando grupos de entrenamiento para la 15K Nocturna. Era el sábado por la mañana y para allá que me fui. Llegué de los primeros y estaban José Antonio Redolat y Marta Fernández de Castro. Marta siempre me dice que se acuerda de ese día. Yo me puse con ella, no sé, porque tocó así», cuenta, cómo no, entre risas. Pero aquella experiencia no fue ninguna broma: corrieron 9 kilómetros y María José acabó roja como un tomate. Si aquello fue un intento de 'bajarle los humos', de mostrarle que los grandes retos requieren sufrimiento, sólo la propia Marta lo sabe. «Antes de empezar ella había preguntado cuál era nuestro reto en el running. Yo respondí: '¡La maratón!'. Y ella se quedó mirando, como diciendo: 'Aaaaaah! Vale...'», comenta María José Gonzalvo.

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Siguió preparándose y llegó el día de la carrera. Hizo 1 horas y 23 minutos. «Quedé primera de mi categoría, pero yo no me di ni cuenta. Tuve que ir luego a por el trofeo a La Petxina», recuerda. María José nunca ha sido de atesorar los trofeos. Ocupan espacio: «Los tiré todos. Una amiga me dijo que por qué no arrancaba la plaquita por tener el recuerdo. Y eso hice». Al ver que le había salido tan bien la 15K y que ese amor, el que sentía por la carrera a pie, sí iba a ser eterno, se apuntó, cómo no, al equipo de Marta Fernández de Castro, al 3FDC.

Imágenes de la inolvidable experiencia del Maratón de Nueva York de 2019. ARCHIVO FAMILIAR

Ya se inscribió al Medio y al Maratón de Valencia de 2013, semanas de haber cumplido 61 años. Ella ha sido de profesión enfermera, faceta que también ha disfrutado hasta el último día: «Yo empecé a cotizar a los 15 años y sabía que me jubilaría a los 65. Pero no me preocupaba. Si cada mañana te levantas con ganas de ir a tu trabajo, todo es mucho más fácil». La semana de mirar por primera vez a los ojos a Filípides, mantuvo una conversación con un traumatólogo, compañero suyo en el centro de salud de Juan Llorens: «Tú coge tu ritmo, María José. Ni mires al reloj. Y si ves a alguien que se cae cerca de ti, no pares a atenderle, que nos conocemos. Hay sanitarios en la organización y enseguida alguien estará con él». No se vieron el día de la carrera y el lunes él fue a preguntarle cómo le había ido: «¿4 horas 10 minutos? ¡Me has ganado por uno!».

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En enero de 2014 sufrió una fractura por estrés en el Medio Maratón de Santa Pola. Pero eso no quebró la ilusión de María José. Se perdió el Medio y el Maratón de 2014 y 2015, pero ese año ya hizo corriendo el Camino de Santiago francés. En 2016 sí que regresó para ya no volverse a marchar: «Yo cuando acabo cada año el Maratón, me apunto a las carreras del año siguiente. Me compro el pack. Me sale más barato y si no puedo hacerlo, pues devuelvo el dorsal». Pero nunca lo devuelve.

María José Gonzalvo ha visitado esta semana las instalaciones de LAS PROVINCIAS. IVÁN ARLANDIS

Porque ella es corredora. De las de raza, con las virtudes de la constancia y de la ilusión, con ese defectillo de que les cuesta dedicar tiempo a la fuerza y cumplir a rajatabla el plan de entrenamiento. «Pero es cierto que estos retos no los puedes cumplir sin alguien que te ayude», admite. Por eso sigue siendo una más del 3FDC, una decena de maratones y vete a saber cuántos medios después. De los 42.195 metros hay una experiencia inolvidable: Nueva York, 2019. «Era mi ilusión de siempre. No sé, ya te digo que me encanta el atletismo de siempre. Admiro mucho la valentía de Jesse Owens por lo que hizo en un momento tan complicado en los Juegos de Berlín de 1936... y luego a Carl Lewis por todo lo que consiguió. Y que vi una película donde una chica entraba en meta sola, cuando ya habían llegado todos, porque no ponen límite. No sé, el ambiente, la emoción... quería ir», señala.

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Y fue, pero no sola. Se llevó a sus cuatro hijos: Enrique, el mayor, que corrió con ella, y sus tres hermanas. Tres parejas y dos nietos completaban la expedición, que costeó ella. «Después de mucho tiempo, habíamos convencido a mi ex de que vendiera el piso. Entonces tenía 67 años y pensé que no sabía qué iba a pasar con mi vida. Quería vivir esa experiencia con ellos. Y porque no tenía más dinero, que si no me llevo también a mi hermana y a mis sobrinos», comenta. De aquella experiencia, además de los recuerdos, tiene un libro de fotos que le prepararon sus hijos y que ella muestra como una reliquia, con un cuidado maternal y con un brillo de emoción en los ojos que uno diría que están a punto de estallar.

Pero no lo hacen. Lo único que no contiene nunca es la risa. Ni la ilusión. «¿La edad? ¡Qué más da! Eso es algo que está ahí», subraya. Y que no la frena para irse cada cierto tiempo a la ópera con un amigo que conoció en los 80, o para participar en los ciclos de cine en versión original que organiza el dueño de la tienda Rosebury, de la calle Pelayo de Valencia. Lectora empedernida, mantiene la misma filosofía que le hizo, en su juventud, irse en 1973 a París con dos amigos (uno de ellos sería su primer marido) haciendo autostop: «En casa dije que me iba a Jaca». Estuvieron un mes por ahí, primero en la capital francesa y luego dando vueltas por España.

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Como María José Gonzalvo sigue yendo a terapia y comparte su historia con muchas otras que acuden a Espai Dones, ella lo tiene claro: «Los patrones se repiten en muchas mujeres. Queda una barbaridad de trabajo por hacer». En el Maratón de Nueva York entró a meta con su hijo y con una pancarta que proclamaba: 'Nosotras podemos'. «Mi ilusión es Boston. Sin duda. Porque fue el primer maratón que corrió una mujer con dorsal», explica. Se refiere a Kathrine Switzer, que corrió en 1967 aunque entonces estaba sólo permitido inscribirse a hombres: ella se apuntó como 'K. V. Switzer' y tuvo que hacer frente junto a su novio a un organizador y otros corredores que querían sacarla a empujones. Pero no se amilanó, como tampoco lo hace María José Gonzalvo. Con 70 años, cuando se le pregunta hasta cuándo correrá, ella responde: «No sé, mientras pueda... como dice la frase de la película 'Toy Story': 'Hasta el infinito y más allá'».

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