Dos hombres, sentados en la terraza de un bar en San Antonio de Benageber. D. Torres

Edad mental y edad real o cómo envejecemos en nuestra cabeza: el estudio que desmonta mitos

Un estudio elaborado durante veinticinco años de trabajo de campo en Alemania arroja conclusiones revolucionarias: la percepción del propio envejecimiento se somete a cuestiones de orden psicológico y también sociales, como el aumento de la esperanza de vida en todo Occidente

Jorge Alacid

Valencia

Lunes, 13 de mayo 2024, 01:35

La edad de toda persona es ese reloj biológico que cada cual lleva adherido desde que nace, cuya percepción tiene también algo de constructo psicológico: uno acaba teniendo no sólo los años que marca el DNI sino también los que transporta en su mente. Y ... esa es una imagen en movimiento: así se concluye en un estudio reciente de la berlinesa Universidad de Humboldt, cuyo autor, el científico Markus Wettstein, acaba de alcanzar una repercusión de orden mundial gracias a una investigación efectuada en Alemania que arroja observaciones aplicables en todo el globo. «Existe una tendencia histórica hacia una aplazamiento del inicio percibido de la vejez entre las personas de mediana edad y personas mayores» es la principal conclusión que arroja: es decir, que edad mental y edad real coinciden hasta cierto punto. Envejecemos por lo tanto como pueden atestiguar nuestros particulares ADN pero también lo hacemos en nuestras cabezas.

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Psicólogo e investigador del prestigioso campus de Berlín, Wettstein responde a las preguntas de LAS PROVINCIAS por correo electrónico desde Estados Unidos, donde se encuentra esta semana de viaje. Recuerda que su estudio advierte de una tendencia dominante: «Las cohortes de edades más tardías perciben que el inicio de la vejez comienza a una edad más avanzada». Una sensación que es mucho más observable que entres quienes nacieron antes, pero que admite también una corrección: según Wettstein, «esta tendencia se puede estar desacelerando entre las cohortes recientes». Su investigación, publicada por la Asociación Americana de Psicología 'Psychology and Agin', analiza los efectos de que aumente la esperanza de vida en las sociedades occidentales como el factor clave que justifique que entre nosotros se perciba más tarde el inicio de la vejez. «Además, algunos aspectos de la salud han mejorado con el tiempo, de modo que las personas de cierta edad que se consideraban viejas en el pasado quizá ya no lo sean en la actualidad», añade.

Su estudio, al frente de un equipo formado por investigadores alemanes, norteamericanos y luxemburgueses, es fruto de de veinticinco años de intenso trabajo de campo, examinando los datos de 14.056 participantes en la Encuesta Alemana sobre el Envejecimiento, entre personas nacidas entre 1911 y 1974 en ese país. Los participantes respondieron a las preguntas de la encuesta hasta ocho veces a lo largo de 25 años, según un cuestionario cuya principal razón de ser se contenía en esta pregunta: «¿A qué edad describiría a alguien como viejo?». Respuesta: los nacidos más tarde percibían la vejez más tarde. ¿Por ejemplo? Por ejemplo, que cuando los participantes nacidos en 1911 tenían 65 años, fijaban el inicio de la vejez en los 71 años, mientras que los participantes nacidos en 1956 pensaban cuando tenían 65 años que la vejez comienza a los 74 años. Como si envejecer fuera un fenómeno que sólo les ocurre a los otros. «La tendencia a posponer la vejez no es lineal y podría no continuar necesariamente en el futuro», concluye Wettstein. Cuanto más viejo se es, más lejos queda la vejez.

¿Más conclusiones? El estudio arroja desde luego una perspectiva casi revolucionaria por ejemplo en términos de cómo las diferencias de género perciben el inicio de la vejez, un enfoque «que se ha ido ampliado a lo largo del tiempo» señala Wettstein. «Se necesita más investigación para identificar los mecanismos del cambio histórico hacia la idea de un aplazamiento de la vejez y su papel tanto para la salud como para el bienestar», observa el principal responsable de esta investigación, quien pone el foco sobre ese factor como uno de los elementos más destacados del estudio: por término medio, las mujeres decían que la vejez empezaba dos años más tarde que los hombres.

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Otra vertiente de su estudio ofrece también materia para el análisis porque analiza cómo opera la salud en esa percepción de la edad. Las conclusiones a este respecto son obvias (las personas que se sentían más solas, tenían peor salud y se sentían mayores decían que la vejez empezaba antes) pero también sirven para iluminar el conjunto de la investigación: cómo nos preparamos para nuestro envejecimiento y qué opinión tenemos de los adultos mayores en general. «Las percepciones sobre cuándo comienza la vejez podrían tender a registrar cambios debido a aumentos históricos en la esperanza de vida y en la edad de jubilación, así como a un mejor funcionamiento psicosocial en la vejez», anotan los autores del estudio. «Nuestros resultados sugieren que existe una tendencia histórica no lineal hacia un inicio percibido más tardío de la vejez, lo que podría tener implicaciones significativas para las perspectivas de los individuos sobre el envejecimiento», concluyen Wettstein y su equipo.

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