La misteriosa noche de los timbres en el hospital Clínico de Valencia
Expedientes X valencianos ·
Enfermeras relatan experiencias paranormales tras la primera ola de la pandemiaExpedientes X valencianos ·
Enfermeras relatan experiencias paranormales tras la primera ola de la pandemiaMayo de 2020. Podría parecer la medianoche de un día cualquiera, pero no lo es. Es la primera noche en que las dos enfermeras y dos técnicas en cuidados auxiliares de enfermería no tienen ningún paciente con coronavirus en la cuarta planta, reconvertida ... a espacio Covid, tras aquella horrible primera ola. Descansan en el puesto de control, una isla de luz, tanto figurada como real, en la oscuridad de la planta. Entre las 23 horas y la 1 de la madrugada ya han terminado de repetir medicación. De repente, suena el timbre de una de las habitaciones.
Publicidad
«¿Hay alguien en esa?», pregunta una de las enfermeras. Es la 14. O la 5. O la 12. No tiene mucha importancia, porque en la siguiente hora sonarán más timbres, se repetirá la pregunta… y también la respuesta. «No», contesta la otra. Extrañada, acuden a la habitación. Está vacía. «Limpia», en argot sanitario. Vuelven al puesto de control, pero ya ha sonado otra vez el timbre. La habitación desde donde llega el aviso también está vacía. El extraño suceso se repite varias veces esa misma noche y, como cuenta una de las enfermeras, «en un año y medio no ha vuelto a pasar». Todas las habitaciones estaban vacías. «No había pacientes en ninguna de ellas», relata la misma enfermera, descartando un fallo eléctrico.
La noche de los timbres es sólo una de las historias que cuentan las enfermeras del Clínico. Ellas, más que los médicos, han pasado incontables horas a pie de planta, tratando diariamente con pacientes en esas mismas habitaciones. Enfermos que se encontraban muertos al amanecer cuando acudían a verles: durante la noche, se habían quitado el oxígeno («les agobiaba»), y no habían podido avisar, empleando esos mismo timbres que, en la primera madrugada de tranquilidad en plena pandemia, empezaron a sonar enloquecidos. «Parecía que estuvieran pidiendo la ayuda que no pudieron pedir en su momento», relata una enfermera.
El Hospital Clínico de Valencia es uno de los más importantes de la ciudad. No en vano atiende a pacientes no sólo de la ciudad sino de todo el departamento de salud. En total, más de 345.000 personas, lo que le convierte en el centro hospitalario que más población cubre, sólo por detrás del General, según datos ofrecidos por la conselleria de Sanidad. Un auténtico monstruo asistencial donde cada día trabajan miles de enfermeras, médicas o celadoras que recorren las entrañas del inmenso hospital. Lo hacen de madrugada, sometidas a situaciones de estrés en las que la vida y la muerte se entremezclan en un tapiz que pocos aguantaríamos.
Publicidad
Noticia Relacionada
La frontera entre ambas situaciones es permeable, sobre todo en situaciones como una pandemia. Las enfermeras consultadas reconocen que en la noche de los timbres, la sensación que tenían era como si quienes no pudieron pedir ayuda en vida lo estuvieran haciendo cuando habían cruzado el velo. «Estaban pidiendo todo el socorro que no pudieron pedir en su momento», comentan. Una de ellas explica que en cada habitación hay tres timbres y cuando entraban en las salas desde donde llegaba el aviso comprobaban que el cabecero de la cama no estuviera presionando el mando y la llamada pudiera ser un fallo mecánico. No lo era.
Las historias que se cuentan en las salas de descanso o en los puestos de control del mastodóntico hospital, que entremezcla sus raíces con las de la misma Facultad de Medicina de la Universitat de València, no se limitan a lo ocurrido tras la pandemia. Relata una de las enfermas que hace en torno a un año, en la unidad de reanimación, se hizo un experimento. «Los pacientes decían que veían niños. Lo dicen todos, no es cuestión de la medicación, porque todos dicen lo mismo», cuenta, consciente de que las anestesias pueden provocar alucinaciones. «Algunos han llegado incluso a preguntarnos de quién era hijo el niño que veían por el pasillo», relata.
Publicidad
Por eso, el pasado 2020 las enfermeras decidieron hacer un experimento. Pusieron a grabar un móvil en la sala de reanimación vacía y preguntaron, «¿quién eres? ¿Podemos ayudarte?». Al revisar la grabación, del silencio que salía de la cinta escucharon una voz que decía claramente, «no». Asustadas, las enfermeras no quisieron hacer más preguntas y abandonaron la unidad de reanimación. Esta leyenda del niño, por cierto, se repite en otro centro hospitalario como es el IVO, pero es una historia para otro momento.
Otra de las historias que cuentan estas enfermeras tiene que ver con los quirófanos. Dentro de las salas de operaciones, los recorridos se dividen en «limpios» y «sucios»: de nuevo, jerga sanitaria para definir quién puede tocar utensilios estériles y quién no. Son zonas con el acceso, obviamente, extremadamente limitado. Largos pasillos solitarios, bañados por una luz blanca, donde el silencio únicamente se ve quebrado por los pitidos de las máquinas que controlan las constantes del paciente. Una noche, una de las enfermas vio un mujer en uno de estos pasillos. Extrañada, le preguntó quién era. «Recuerda que le llamó mucho la atención por cómo iba vestida, con un vestido larguísimo y una pamela», explica una de las enfermeras. Convencida de que alguien había accedido a la zona restringida, la enfermera le siguió, pero la mujer había desaparecido.
Publicidad
Estas son sólo tres de las historias que se cuentan en el Hospital Clínico. Habrá más, tanto allí como en el resto de hospitales de la ciudad, como La Fe, en cuyo edificio antiguo los vigilantes han oído conversaciones por teléfono en el ala de maternidad o en cuya sala de descanso de enfermeras de Urgencias los vasos se movían por las mesas sin que nadie los empujara. Y contarán estas historias ellas, las que se han pasado la pandemia sudando en un traje de protección individual con una sonrisa tras la mascarilla en los peores momentos de quienes más allá de la muerte, quizá, quieren seguir acompañándolas como ellas hicieron con ellos.
Si tienes historias similares, envíalas a expedientesx@lasprovincias.es.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.