¿Pueden los perros tener el colesterol malo alto?

Los perros, esos compañeros fieles que siempre están ahí y nunca abandonan a sus dueños. Podrían hacer incluso más y mejor compañía que algunas personas y, en ocasiones, detectan cuando la persona a la que acompañan se encuentra indispuesta o baja de ánimo. Por algo muchas veces se les denomina: «el mejor amigo del hombre».

Probablemente sean uno de los animales más fascinantes del planeta. Les sobra curiosidad y están llenos de inquietudes, algo que a menudo se refleja en sus comportamiento y actitudes. En este sentido, tienen muchas cosas en común como los seres humanos. Como podría ser el tema del colesterol malo alto.

Y es que es habitual en algunas personas ya sea por mala alimentación, genética o falta de hábitos saludables el acumular colesterol de tipo LDL, más conocido como «malo». Pero no es tan conocido que nuestras mascotas también pueden padecer este exceso constante de esta lipoproteína que puede derivar en una enfermedad llamada hiperlipidemia o hipercolesterolemia.

Esta enfermedad en sí puede deberse a diferentes factores y en caso de no tratarse a tiempo puede causar graves consecuencias a las mascotas como problemas de circulación, un infarto o un derrame, en casos extremos.

En este sentido, el principal problema del colesterol malo alto es que sus ´intomas son muy silenciosos, razón por la que las pruebas de sangre periódicas se antojan vitales para controlar la salud de los perros, sobre todo en aquellos que sean mayores de ocho años. Además, hay unas razas más propensas que otras a padecerlo como el border collie, el beagle, espaniel bretón, caniche, schnauzer miniatura o el pastor de shetland. Además, al igual que sucede en las personas, es más habitual que los perros ancianos lo padezcan.

Otro factor de riesgo puede ser la obesidad. Una mala alimentación plagada de grasas y excesivos productos no aptos para los canes puede desembocar en problemas de salud. También sucede esto con perros sedentarios que no realizan suficiente ejercicio.

Para evitar todo esto y que el perro tenga un buen estado de salud lo fundamental es proporcionarle una alimentación adecuada y de calidad. Lo más recomendable ante la duda es pedir asesoramiento a un especialista o veterinario que determinará las necesidades adecuadas de cada mascota y las cantidades en función de la edad, raza, actividad física y peso.

Otra de las recomendaciones es el ejercicio físico. Sacar a pasear al perro con una frecuencia razonable y adecuada para él es muy importante y además lo agradecerá a nivel mental.

Todo ello siempre fijado a unos factores que pueden variar y que habría que ir buscando en el caso concreto de cada animal. El veterinario además podría optar por suministrar unos suplementos que resulten beneficiosos para el organismo como el aceite de pescado Omega 3.

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