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Carmen Asins junto a Amparo Fabra y Fran Tochena tras concederle el premio Joia. LP

Carmen Asins, premio Joia: «El traje de fallera no existía hasta que llegó Carmen Martínez-Bordiu»

Pasó su juventud abriendo baúles antiguos para conocer cómo vestían las valencianas en el pasado y su vida ha sido la indumentaria, desde que a los doce años aprendió a coser

Martes, 21 de noviembre 2023, 00:42

La indumentarista Carmen Asins, que acaba de recibir el premio Joia del Gremio de Sastres y Modistas, es una apasionada de la indumentaria valenciana. De joven, cuando apenas existía documentación sobre el traje de valenciana, recorrió pueblos de Valencia hablando con las personas mayores para ... que le enseñasen los baúles de ropa antigua. Fue de las primeras en recuperar el traje del siglo XVIII con su firma Les Barraques, que fundó en 1975 y que sus hijas siguen mantenido.

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¿De quién aprendió el oficio?

De mi abuela paterna, que era modista y bordadora; era además profesora de bordado y enseñaba el oficio. Empecé a aprender con ella cuando tenía doce años. Después, al acabar el colegio, seguí aprendiendo en el taller de una de las modistas más reputadas del pueblo, que cosía maravillosamente bien, y lo compaginaba con un sastre del que aprendía sastrería.

¿Cuándo fundó Les Barraques?

La fundé en Catarroja en 1975. En 1990 recibí el primer premio de artesanía de la Cámara de Comercio. Entonces me propusieron asociarme al Gremio de Sastres y Modistas, empezaron a conocerme en Valencia y, en 1996, tras recibir un segundo premio de artesanía, abrí la tienda en Valencia.

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¿Cómo ha evolucionado la indumentaria desde que comenzó?

Ha evolucionado para bien y para mal. Yo siempre he defendido recuperar la indumentaria tradicional valenciana. Cuando yo empecé, apenas existía documentación, me recorrí muchos pueblos hablando con personas mayores. Iba al ayuntamiento, preguntaba por la gente de más edad, los visitaba y me sacaban ropa de sus antepasados. Así podía ver lo que tenían en los baúles.

¿Qué descubrió en esa investigación?

Descubrí cómo estaba hechas las prendas, qué materiales llevaban, lo que utilizaban para el envarado de los jubones y justillos, cómo iban las faldas cosidas. Toda esa información la completé estudiando indumentaria internacional, una asignatura de historia del arte. Yo quería investigar la tradición valenciana, que tiene que ver con la producción de la seda de moreras. Lo que encontré eran los trajes que se usaban para casarse en las fechas más solemnes.

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La ropa de las ocasiones especiales.

Ten en cuenta que salvo en casas señoriales, donde sí tenían modistas, aquí la gente cosía sus propias prendas y se usaban unos u otros tejidos. La indumentaria antigua no tiene nada que ver con las Fallas. De hecho, el traje de fallera no existe, existe el traje de valenciana, de una y otra época. Lo que sí es cierto es que gracias a las fallas hemos recuperado las tradiciones del vestir. En esa investigación descubrí que nuestra indumentaria antigua viene de los siglos XVII y XVIII, cuando en Francia hubo un cambio de estilo gracias a la Corte de María Antonieta. Toda esa información nos ha permitido recuperar la indumentaria antigua, aunque es verdad que a veces se confunde porque en el XVIII no se llevaban trajes con tanto colorido y tan fuertes.

¿El traje de fallera no existe?

No. Ese traje fue una moda que se creó en los años sesenta y la causante fue Carmen Martínez Bordiu, cuando fue fallera mayor. A la costurera que le hizo el traje, que no fue en Valencia, le dieron las telas, las cintas y las manteletas y el pañuelo como no sabían cómo cogerlo lo engancharon con agujas o cosido en el escote redondo. Si una fallera mayor lleva algo es como una influencer de hoy en día y por eso se puso de moda. Si su indumentarista tiene conocimiento y experiencia, lo hará bien y si no, lo hará mal e incluirá elementos que no son de la época.

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Usted puso en práctica todo lo aprendido con su firma Les Barraques.

En aquellos años, cuando abrí en Valencia, éramos muy pocas las que defendíamos este modelo y teníamos poca información. Hoy hemos recuperado la tradición poco a poco. Hoy se hacen más trajes del XVIII. El traje de manga corta afarolada pertenece al siglo XIX y es el que lleva grandes escotes abarcados o redondos con manga afarolada, que se lleva entre primavera y verano. En los pueblos hay mucha más variación, luego están los trajes para bailar, y no es lo mismo bailar una jota que un bolero.

¿No tendría que haber una normativa?

Las tiendas se informan sobre los libros, pero luego incluyen sus fantasías, no son trajes puristas ni están hechos como se hacían antes; también es verdad que los materiales son distintos. Por ejemplo, el envarado antes se hacía con varitas de olivo; ahora son de junco, médula o esparto.

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¿Por qué es tan atractivo el traje de valenciana?

Es un traje muy lujoso y rico, partiendo de los materiales con los que está hecho, los espolines tejidos en telar estrecho con oro y plata. Todo eso ya lo hace lujoso. En Valencia hemos tenido la materia prima, que es la seda. No se trataba de un bordado sobre una tela, sino que se tejida por telares manuales. En el siglo XV, cualquier familia que tuviera un pequeño porche en su casa se dedicaba a la crianza de los gusanos y a hilar las telas y a tejer. Luego añádele las joias, es tanto lo que lleva la mujer valenciana cuando se viste que ya no hablamos de su coste, sino del esfuerzo que los valencianos hacen por tener uno de esos trajes. Gracias a las Fallas nuestra indumentaria pervive y está en la calle.

¿Qué supone recibir el premio Joia?

Para mí supone un reconocimiento a mi profesión por parte del Gremio de Sastres y Modistas a toda una vida dedicada a esta profesión. No es un premio más, sino que se trata del gremio más antiguo del mundo, el único, y lo tenemos en Valencia. Es un orgullo. Prácticamente no quedan gremios en España.

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¿A cuántas falleras y falleros has vestido?

Miles. Puede que cada año vista una media de ciento cincuenta o doscientos trajes. Algunas épocas se ha disparado esa cantidad, porque éramos pocos indumentaristas. Ahora somos más y se reparte. Además, con cada fallera se crea un vínculo muy especial. Toda la gente que viene se convierte en familia. Y además son fieles. Vienen siempre para dudas, arreglos. Ahora son mis hijas las que llevan el negocio: Eva y Marieta Gómez Asins. Ellas están conmigo toda la vida, somos un equipo.

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