Cómo casarse con el vestido de la abuela, el lujo que se esconde en un baúl

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La elegida fue Lila Albanozzo, italiana afincada desde hace décadas en Valencia y que acaba de retomar la costura que dejó aparcada para dedicarse en cuerpo y alma a su tienda Il Baco da Seta. «No es la primera vez que recibo un encargo de estas características», reconoce Lila, que se sintió sin embargo muy honrada al ver cómo era el vestido que había que restaurar. «Ahora mismo es muy complicado encontrar alguien que pueda hacer un bordado de esas características, porque se ha perdido mucho oficio con la costura». El traje de la abuela de Isa estaba muy deteriorado, y «hubo que rebordar, además de adaptarlo a las medidas de Isa y ocultar o quitar las partes dañadas». Según Lila, fue un trabajo al que le dedicaron dos meses enteros, aunque se alargó más debido a que Isa vive en Bruselas y había que adaptarse a sus visitas a Valencia.

No es la primera vez que Lila Albanozzo interviene un traje vintage. Lo hizo con un vestido que ella misma había diseñado 32 años atrás, y que en este caso sirvió para que la hija pudiera volver a lucirlo. «Tenía toda la parte de arriba en organza de seda natural drapeada, un drapeado que hoy en día no podría repetir porque no tengo una modista que me pueda hacer un trabajo tan bien hecho», reconoce Lila, que asegura que son los encargos que le hacen especial ilusión. «Rehabilitar un vestido es mucho más costoso que hacerlo de nuevo, primero porque en uno nuevo toda la tela está a tu disposición para poder trabajar. En el otro hay que adaptarse a lo que ya existe, que en muchas ocasiones no está en buenas condiciones».

No hay muchos profesionales que puedan recuperar vestidos antiguos, y en este caso es la indumentaria valenciana el sector que ha permitido crear oficio, con Victoria Liceras como una de las más expertas y admiradas en el mundo de las Fallas. Ya jubilada, en su larga trayectoria profesional ha conseguido crear un pequeño museo de piezas únicas, que en muchos casos han sido restauradas para poder lucirlas de nuevo. En un momento en el que se busca el lujo de lo auténtico, de aquello que tenga un valor añadido, estas piezas se han convertido en objeto de deseo. En el caso de Isa Camps había un valor emocional que no se puede cuantificar económicamente.

Patricia Fernández, la diseñadora que está detrás de la firma Victoria Worth, convierte encajes antiguos en vestidos, como el que le hizo a Mireia Gimeno para su boda con el concejal del Ayuntamiento de Valencia Borja Sanjuán. En su caso, el origen fue una colcha antigua, y el resultado un diseño único con un valor difícil de calcular. Uno de sus últimos diseños ha sido el del faldón de bautizo de Teíta, la hija de la influencer Teresa Andrés, una pieza de encaje que data de mediados del siglo XIX, que había pertenecido a una familia muy importante de la aristocracia de Nueva York, y que una sola encajera hubiera tardado en terminar unos 50 años trabajando todos los días entre 12 y 15 horas al día. De esta manera, el valor está en su historia y en que es una pieza como no hay otra igual en el mundo.