A veces notamos pequeños cambios en nuestro organismo y no terminamos de identificar a qué pueden deberse. Desde que se te caiga el pelo más de lo normal a que te notes más cansado o sin apetito, o incluso estar más irritable o padecer de heridas y picor en la piel, todos estos síntomas pueden ser un indicativo de que nos falte alguna vitamina. Es como una especie de señal de alarma con la que tu cuerpo te avisa de que necesita algún nutriente.
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De ahí que además de prestar atención a estos síntomas, sea fundamental no saltarse las revisiones médicas y acudir anualmente a realizarse una analítica para comprobar que está todo en orden. Todas las vitaminas son importantes y cada una cubre una función fundamental para el cuerpo, así que es importante tener una ingesta lo más equilibrada posible para que no nos falte ninguna y el organismo funcione lo mejor posible.
Aunque hay que conocerlas todas, está claro que hay algunas que son más populares que otras e incluso se han convertido en reclamo a nivel de marketing, como la vitamina C. Estarás acostumbrado a verla en multitud de envases como un gran aliado contra los resfriados o el envejecimiento, y es que es uno de los antioxidantes más potentes para combatir los efectos nocivos de los radicales libres. Además, es esencial para el sistema inmunológico y de ahí que en época de contagios, como los picos de resfriados o gripe, lo veas en multitud de productos de todo tipo, desde alimentación a cosmética.
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Es una vitamina hidrosoluble, por lo que el cuerpo elimina su exceso a través de la orina y hay que tomarla regularmente para evitar su déficit. La vitamina C es esencial para la formación y reparación de los tejidos ya que se encarga de la formación de colágeno, una proteína con la que el cuerpo mantiene la piel, ligamentos y vasos sanguíneos y que es fundamental para la cicatrización de heridas. La vitamina C también ayuda a la absorción del hierro, por lo que es determinante para tener unos huesos y dientes sanos.
Pero si por algo destaca la vitamina C es por sus propiedades antioxidantes, que minimizan los daños oxidativos de los radicales libres, unos aceleradores del proceso de envejecimiento que pueden provocar la aparición de algunos tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y crónicas como la artritis.
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Cuando te falta vitamina C el cuerpo presenta varios síntomas identificables, como la depresión, fatiga y falta de energía; bajada de defensas, mucosas pálidas y sin suficiente color; encías inflamadas e incluso con sangrado; pelo débil y un aumento notable de su caída; ralentización del metabolismo que puede derivar en un aumento de peso; irritabilidad y cambios de humor; piel muy seca y con cicatrización muy lenta; dolor en articulaciones.
La vitamina C se encuentra principalmente en frutas y verduras, por lo que su déficit suele darse en quienes dejan de lado estos alimentos o no comen la suficiente cantidad. Recuerda que lo recomendable es un mínimo de cinco piezas de fruta y verdura al día para tener una buena base nutricional.
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Entre los alimentos con mayor aporte de vitamina C están frutas como las naranjas, pomelos, kiwi, mango, piña, frutos rojos, sandía, melón y papaya; y también hortalizas como pimientos, brócoli, coliflor, espinacas, nabos o tomates.
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