La deficiencia de vitaminas no es un problema que tomarse a la ligera y puede afectar gravemente el funcionamiento de nuestro organismo. Para que el cuerpo pueda realizar las tareas más básicas es necesario mantener una dieta equilibrada que permita obtener todos los nutrientes esenciales para el funcionamiento de nuestros órganos y sistemas.
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Una falta de cualquier vitamina puede dejar síntomas muy significativos que, aunque quizá al principio te cueste identificar e incluso pases por alto, con el paso del tiempo pueden afectarte notablemente en tu día a día. Esto ocurre, por ejemplo, cuando nos falta vitamina D, también conocida como la vitamina del sol porque el cuerpo la produce cuando se expone a sus rayos.
En concreto, la falta de vitamina D puede llevar a una pérdida de densidad ósea, por lo que la salud de nuestros huesos puede verse afectada con problemas como fracturas u osteoporosis. Si la deficiencia es grave, puede llegar a provocar en adultos la osteomalacia, que causa huesos débiles, dolor en los mismos y debilidad muscular. Además, tener bajo este nutriente afecta notablemente en el estado de ánimo, pudiendo llevar a una sensación depresiva y apática. Por eso, es importante acudir al médico si se cree que se puede tener la vitamina D muy baja para poder identificar el problema mediante un análisis de sangre, así como no saltarse las revisiones periódicas para comprobar el estado de esta y otras vitaminas en el cuerpo.
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Quienes suelen corren un mayor riesgo de necesitar vitamina D son bebés que sigan tomando leche (ya que no es una fuente completa de esta vitamina) y adultos mayores, cuya piel ya no la produce de la misma forma que en la juventud. También tienen menos capacidad para producir esta vitamina las personas con piel oscura o quienes tienen problemas que les complican la absorción de nutrientes, como celíacos o quienes sufren la enfermedad de Crohn. Las personas con obesidad, enfermedad renal o hepática crónica, así como quienes toman ciertos medicamentos para el colesterol, para bajar de peso o corticoides, también pueden tener complicaciones en sus niveles de esta vitamina.
Pero ¿qué hace exactamente la vitamina D y por qué hay que tomarla? La vitamina D es imprescindible para absorber calcio, así como para que los músculos puedan moverse correctamente y para el buen funcionamiento del sistema nervioso, en el trabaja transmitiendo la información del cerebro al cuerpo. Además, la vitamina D es fundamental para el sistema inmunitario, que la emplea para poder luchar contra infecciones y virus y mantener a raya las bacterias.
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Se puede obtener vitamina D mediante tres formas: la alimentación, a través de la piel o con suplementos. El cuerpo la genera de forma automática tras ponerse a los rayos del sol, pero hay que ir con cuidado con la exposición solar para evitar problemas en la piel como cáncer o envejecimiento prematuro. De ahí que muchas personas, a las que además les puede resultar complicado ponerse al sol los 15-30 minutos diarios recomendados, opten por incorporar esta vitamina por los otros dos medios.
Existen pocos alimentos que tengan vitamina D de forma natural, más allá de las yemas de huevo, queso, pescado como el salmón, atún o caballa, e hígado. No obstante sí que se puede encontrar en otros a los que se les ha incorporado en el proceso de producción, como la leche, cereales o yogures. Además, también puede consumirse la vitamina D mediante suplementos, bajo dos formas: D2 y D3, siendo esta última de un aporte ligermaente superior.
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