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Ana María Sanjuán, en Hawaika Beach, el local que regenta en la playa de La Pobla de Farnals. JOSÉ LUIS BORT
Los oficios del verano

La valenciana que se vio obligada a cambiar los balances por los cócteles

Cuando ya había sobrepasado la cincuentena, Ana María Sanjuán tuvo que reinventarse después de que la echaran a la calle. Ahora prepara más de una veintena de bebidas tropicales

Domingo, 11 de agosto 2024, 00:50

Asus 63 años recién cumplidos, Ana María Sanjuán toma la coctelera entre sus manos como si no hubiera hecho otra cosa en su vida, aunque ... en realidad sólo conoció el mundo de los cócteles por su cuñado, que reina en el Hawaika de Abastos. Así que cuando la echaron a la calle hace siete años después de trabajar toda su vida de contable y salió la oportunidad de abrir una franquicia en La Pobla de Farnals, Ana María no se lo pensó dos veces. Sabía que tenía que reinventarse, y lo hizo. La otra opción, quedarse lamentándose en el sofá de su casa, no iba con ella. «Creo que en la vida hay que ser valiente, y no pasa nada por empezar de nuevo. Yo no sabía nada de cócteles, pero aprendí», explica. Fue su cuñado quien la formó, y cada año añaden cócteles nuevos que Ana María prepara con maestría.

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Es muy curiosa la carta del Hawaika, que en verano abre todos los días, con cócteles que se llaman, por ejemplo, 'La perdición del bucanero', y que cuenta una historia que habla de «piratas que, guiados por los aromas de esta poción, no temían los innumerables peligros que les acechaban rumbo a la isla del tesoro». Un cóctel compuesto por chocolate blanco y negro, avellana y crema de ron que se sirve en un barril adornado con una bandera pirata. O el 'Néctar del Paraíso', que habla de la unión del dios de la lluvia y la diosa del bosque, «de la que salió esta exclusiva bebida divina de inigualable sabor», un coctel humeante que lleva mango, frambuesa, crema de melón y ron.

El local es tan bonito como las historias de los cócteles, que remiten a las leyendas e historias de la Polinesia, eso sí, junto al Mediterráneo. Y entre flores y vegetación exhuberante, Ana María ha conseguido una clientela fiel que confía en ella y en su buen hacer. Incluidos los niños, porque en Hawaika también se ofrecen meriendas, con crepes, helados, batidos, granizados y también los mismos cócteles adaptados sin alcohol.

Si a algo le teme Ana María es al calor y al fútbol, ya que son dos de las razones por las que la gente sale de casa más tarde. O, directamente, no sale. «El día que las temperaturas son demasiado altas hasta las ocho de la tarde no aparece nadie». Y, claro, ella no puede extender el horario, que de lunes a jueves es hasta las 0.30 horas, mientras que los fines de semana se alarga una hora más.

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Ana María Sanjuán, coctelera en mano. JOSÉ LUIS BORT

Es precisamente el incumplimiento de las horas de cierre por parte de algunos clientes uno de los quebraderos de cabeza de Ana María, aunque en general ha encontrado buena gente entre los asiduos al Hawaika Beach. «He visto a familias hacerse grandes», asegura esta mujer, que ve lo bueno y lo malo de la hostelería, con sus horarios muchas veces complicados de asumir, sobre todo para ella, que es abuela y quiere ejercer. A cambio, lleva y recoge a sus cuatro nietos del colegio y les da de comer, sobre todo durante el invierno, cuando abre sólo de jueves a domingo. «Todo tiene su lado positivo», confirma, contenta sin embargo de que sus dos hijas, una maestra y otra enfermera, hayan encontrado la profesión que les gustaba y se hayan formado para ello.

Ana María Sanjuán tira de oficio con los clientes, y si alguien llega por primera vez, le pregunta sus gustos. «Si le gusta más ácido o dulce, si prefiere el alcohol suave, intermedio o fuerte». Y con estas preferencias ofrece alguno de los más de veinte cócteles que ofrece en una carta muy amplia y, sobre todo, divertida. Cada uno servido en un vaso distinto, con una variedad que ha enganchado. Ahora, si tiene que recomendar uno, apuesta por el 'Aloha Malaka', con maracuyá, limón, mango, passoa y mezcla de rones. «Hay quien sí se aventura a probar, y quien prefiere lo de siempre».

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La Pobla de Farnals es una zona de playa, así que se nota mucho cuando llegan los meses fríos, en los que la zona se queda mucho más vacía. En verano, sin embargo, hay muchos veraneantes de Madrid, también de Aragón o La Rioja, del País Vasco y alguno de Andalucía. «He pasado de estar ocho horas sentada a un trabajo totalmente distinto, duro, sí, pero en el que he conocido a gente maravillosa», hace balance Ana María Sanjuán, que ya cuenta hacia atrás los tres años que le quedan para jubilarse y poder viajar con su marido. «El primer lugar al que me gustaría ir es a Suiza y Austria, y sobre todo conocer el Tirol».

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