
Absuelven a los nueve predicadores acusados de la estampida del metro en Valencia
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El juez no considera probado que quisieran causar un desorden público ni que actuaran con violencia sobre los viajerosSecciones
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El juez no considera probado que quisieran causar un desorden público ni que actuaran con violencia sobre los viajeros«No consta acreditado que la intención de los acusados fuera alterar la paz pública o el orden público». «No consta acreditado que los acusados llevaran a cabo actos de violencia sobre las personas que ocupaban el vagón de metro, ni sobre las cosas». «No consta acreditado que se produjera una grave perturbación del servicio público de transporte prestado por Ferrocarriles de la Generalitat Valenciana».
Con argumentos como estos la Audiencia de Valencia ha absuelto a los nueve predicadores que el 4 de agosto de 2018 entraron en un vagón de metro en Valencia en el que se produjo una estampida como reacción de los viajeros a sus mensajes religiosos. Iban con un megáfono y un carrito de compra cargado hasta los topes de biblias y folletos. La Sección Primera los absuelve de los delitos de desórdenes públicos y lesiones por imprudencia grave por los que vienen acusados. Su juicio comenzó a celebrarse hace dos semanas y los sospechosos se enfrentaban a penas de cuatro años de prisión por los mencionados delitos.
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El tribunal considera probado que los nueve acusados, defenidos por el abogado Andrés Zapata, accedieron a un vagón de la línea 5 del metro de FGV formando un grupo compacto y portando un carro de compra de color rojo repleto de libros y cuadernillos de contenido religioso, mochilas y maletas. Un acusado vestía un chaleco o túnica con caracteres árabes y otro blandía una gran cruz roja.
Dentro del convoy, repleto de viajeros, comenzaron a realizar proclamas a través de un megáfono del siguiente tenor: «Tenemos un mensaje para vosotros: este metro está lleno de pecado, de drogas, de fornación (fornicación...), de alcohol. La palabra de Dios dice..» Uno de los acusados profería las palabras en alemán a través de un megáfono y un compañero las traducía al castellano en voz alta. Otro entregaba un tríptico a una de las viajeras sentada junto a ellos. En estos papeles del grupo intervenidos figuraba la leyenda «¿A dónde irías si murieras hoy mismo?».
Al escuchar las palabras de los acusados, un joven no identificado sentado a sus espaldas y al que acompañaban otros jóvenes, dijo «de algo hay que morir, coño». A continuación, algunos viajeros se levantaron asustados dirigiéndose hacia la puerta del vagón, en el que se agolparon, momento en el que el citado joven se volvió a levantar de su asiento y dice: «que es mentira, coño. Válgame Señor», y continúa «madre mía, que es broma, que es broma». Se generó una situación de temor entre los ocupantes del convoy, a los que les llegan no solo las exaltadas palabras de los acusados, sino la posibilidad de que pudiera tratarse de una bomba o un ataque con gas, y que tratan de salir del convoy a todo trance, por lo que activan el botón de parada del tren, que se detuvo en la estación de Alameda produciéndose una avalancha.
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