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Miércoles, 28 de julio 2021, 11:35
El pasado 8 de enero una joven rumana, de 18 años, desapareció cuando ejercía la prostitución en un camino de Albal junto a la pista de Silla. Se llamaba Florina Gogos. Unas semanas más tarde, concretamente el 31 del mismo mes, su cadaver apareció ... flotando en la acequia de Silla.
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Antes de su asesinato, Florina se decidió a alzar la voz contra la supuesta mafia que la prostituyó, primero en Alemania y luego en Valencia, en la Pista de Silla. Tras su declaración policial, previa al asesinato, las dos personas a las que acusó de someterla, ambas investigadas por la Policía Nacional como supuestas integrantes de la red, quedaron libres tras archivarse el caso.
Fue en octubre de 2019 cuando la víctima del homicidio prestó declaración ante la Policía Nacional. La Unidad Contra las Redes de Inmigración y Falsificación (UCRIF) investigaba entonces el supuesto entramado internacional de prostitución de la Pista de Silla.
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Este miércoles se ha puesto punto y final al crimen de la joven, con la detención del hombre, de 60 años, que la estranguló y arrojó el cuerpo al canal de riego. Una ardua investigación del Grupo Homicidios de la Comandancia de Valencia se ha saldado con el arresto del individuo como presunto autor de la muerte violenta. El hombre detenido es el conductor del último coche al que subió la víctima.
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Florina Gogos nació en 2001 en la localidad rumana de Buzau. Cuando todavía era una menor de 17 años ya ejercía la prostitución en las calles de la localidad alemana de Saarbrücken. En 2018, aseguró, vivía con un matrimonio de origen rumano que la obligaba a venderse en las calles, según su testimonio. Además, dijo que cuidaba de sus cinco hijos.
Fue a finales de ese año cuando Florina decidió poner punto final a su destino en Alemania. «Aproveché un descuido» de la pareja, «recogí mis maletas y me fui a la estación de autobuses, donde compré el billete para ir a España». La elección de nuestro país, expuso, fue el temor a regresar a Rumanía y que su madre descubriera que estaba metida en la prostitución.
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Florina describió de manera muy clara cuál fue el motivo de su fuga de Alemania. Así lo testificó: «Me agredían continuamente si no ganaba entre 200 y 300 euros diarios«. Cuando no lograba esa cantidad »me agredían con el cable del cargador del móvil, a puñetazos o a patadas«. La joven llegó a mostrar a los agentes unas lesiones en las piernas de las que se tomaron fotografías como prueba contra la mafia.
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La joven pagó 120 euros por el billete de autobús y puso rumbo a Valencia en diciembre de 2018. Siempre según su versión, ya en la provincia cayó en la prostitución de nuevo después de que una amiga le dijera que podía ganar dinero en la Pista de Silla. Según la investigación policial, miembros de la trama en Alemania acabaron trasladándose también a Valencia: «El clan investigado tuvo que abandonar la ciudad alemana después de duros enfrentamientos con otra organización criminal rival, asentándose todos los miembros de la red en Valencia, donde ya estaban residiendo los líderes«.
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Ese matrimonio al que Florina acusó de explotarla acabó investigado dentro del golpe policial a la mafia. En la declaración de octubre de 2019 los policías nacionales mostraron a la víctima fotografías en las que reconoció a ambos como las personas que la obligaban a ejercer la prostitución en la localidad alemana.
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Juan Antonio Marrahí
Según se desprende del trabajo policial, los explotadores captaban en Rumanía a mujeres necesitadas o jóvenes de familias desestructuradas. Su supuesta trampa era el método conocido como 'lover boy' en la que las víctimas se enamoran de un hombre que les promete un futuro mejor para luego aprovecharse de ellas. Detectaron que los sospechosos s e aprovechaban de la confianza que nacía de relaciones familiares o amistad con las jóvenes en sus pueblos.
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Así describió la policía el infierno que padecían las mujeres: «Eran desposeídas de su documentación, sufrían agresiones y vejaciones y eran obligadas a ejercer la prostitución en la Pista de Silla». Además, «miembros de la organización criminal las controlaban y vigilaban estrictamente».
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Ellos, averiguó la policía, se encargaban de buscar clientes y acordar el precio de los servicios sexuales, con un «importante beneficio económico».
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