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Una patrulla de la Guardia Civil junto al edificio de Vilamarxant donde tuvo lugar el filicidio. EFE

¿Por qué matan a sus hijos?

Una venganza del asesino hacia su pareja suele ser el móvil que más se repite, pero hay excepciones como los crímenes de Godella y Cabanes | La Guardia Civil investiga si un brote psicótico desencadenó también el infanticidio de Vilamarxant

Javier Martínez

Valencia

Miércoles, 1 de marzo 2023, 01:20

Las cifras de niños asesinados en España son escalofriantes. Los diagnósticos de los forenses y los psicólogos coinciden cuando analizan las mentes criminales de hombres ... y mujeres que apuñalan, estrangulan o golpean hasta la muerte a sus hijos de corta edad. Una venganza del asesino hacia su pareja (violencia vicaria) suele ser el móvil que más se repite, pero hay excepciones como los crímenes de Godella y Cabanes, donde los brotes psicóticos que sufrieron los padres (María, Gabriel y Miguel) desencadenaron ambas tragedias.

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Los investigadores de la Guardia Civil sospechan que el infanticidio de Vilamarxant podría ser el cruel desenlace de otro episodio de enfermedad mental. Para el psicólogo clínico Mariano Navarro, «es muy habitual que exista un trastorno mental previo, una alteración emocional o un diagnóstico psiquiátrico que impulse» a cometer el crimen, pero cada caso «debe ser analizado de forma individual pues las causas siempre pueden ser multifactoriales».

Navarro señala que puede existir también «un deseo de acabar con un sufrimiento excepcional considerando que la única salida es el suicidio, por lo cual asesina a su hijo y después se quita la vida para librarse de ese sufrimiento». Con respecto a la violencia vicaria, el psicólogo clínico afirma que suelen cometerlos padres separados que matan a su hijo con el objeto de hacer daño al otro progenitor.

Tras bucear más de 30 años en mentes criminales, el doctor en Psicología Vicente Garrido considera también varias posibilidades, además de la violencia vicaria, como las depresiones o enfermedades del espectro de la esquizofrenia.

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«Puede que durante años se haya producido una relación pésima provocada por situaciones muy conflictivas en la familia, de tal manera que se haya generado una especie de depresión soterrada, o muchas veces abiertamente violenta con peleas por problemas de alcohol o consumo de drogas», explica Garrido.

«También puede ocurrir que hayan reproches muy importantes entre ambos acerca del estilo de vida, que haya desaparecido dinero o que haya problemas en cuanto a abusos sexuales dentro de la familia, de tal manera que se conecta tanto la situación de convivencia que en un momento determinado alguien explota y mata», añade el catedrático de Criminología.

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En cuanto a la enfermedad mental de un padre o una madre infanticida, Garrido sostiene que no quiere decir que la persona «esté loca, necesariamente, pero sí puede tener problemas de ansiedad y depresión, y en algunos casos sufrir enfermedades del espectro de la esquizofrenia».

Para el psiquiatra forense José Carlos Fuertes, «matar a un hijo es una conducta antinatural, contraria a los instintos mas básicos y esenciales del ser humano». Según el especialista en psiquiatría clínica, «el filicidio se produce esencialmente por dos motivos: como una forma de venganza y castigo hacia el otro cónyuge en los casos de separación contenciosa, y también se puede dar en los casos de depresión grave en los que el enfermo, uno de los cónyuges, tiene ideas psicóticas de ruina o culpa».

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En estos últimos casos, el filicida «considera que es una manera de evitar sufrimientos a sus seres más queridos, por lo que decide acabar con su hijo primero y luego suicidarse», señala Fuertes. Con respecto a la violencia vicaria, el psiquiatra forense asevera que estos crímenes son perpetrados por individuos con rasgos de personalidad psicopáticos y antisociales muy intensos.

«El homicida es consciente del acto que va a hacer y por lo tanto es libre para llevarlo a cabo. En principio, los hechos criminales que cometen estas personas no tienen nada que ver con la enfermedad mental severa, sino con algún desequilibrio de la personalidad», añade Fuertes.

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El 25 de septiembre de 2018, Ricardo C. asesinó a sus dos hijas, de tres y seis años, con un hacha en Castellón y luego se suicidó. El hombre de 48 años ya había amenazado a su exmujer con matar a las niñas con frases como «me voy a cargar lo que más quieres» o «de aquí yo voy a acabar en la cárcel y todos muertos», pero la jueza especializada en violencia de género que instruyó la causa no acordó la orden de alejamiento de Ricardo para no conculcar sus derechos.

Carlos Alberto S. cometió un triple crimen el 31 de junio de 2015 cuando se encontraba en pleno proceso de divorcio de su mujer. El hombre de 37 años mató a cuchilladas a su hijo de siete años y a su hijastra, una adolescente de 14 años, en una casa de campo de la Vila Joiosa. El parricida asesinó también a su madre.

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Trágico desamparo en Godella

Otro horrendo crimen que nada tiene que ver con la violencia entre cónyuges fue perpetrado el 14 de marzo de 2019 por María G. M., presuntamente, al golpear hasta la muerte a sus dos hijos de cuatro meses y tres años en Godella. Pocas horas antes, la abuela materna de los menores había acudido al juzgado de guardia de Valencia para denunciar la situación de desamparo en la que se encontraban sus nietos.

La Audiencia Provincial de Valencia condenó al padre de los menores a 50 años de prisión (con un máximo de cumplimiento de 40) como coautor del doble asesinato, y absolvió a la madre por la eximente completa de anomalía psíquica por enfermedad mental.

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