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La investigación policial en torno al castillo hinchable de Mislata cuyo vuelco causó la muerte de dos niñas cuenta con un reguero de ... testigos que apuntan en la misma dirección: la supuesta ausencia de amarres en la parte derecha de la atracción, por donde se levantó empujado por el viento en el fatídico 4 de enero.
De entre todas las declaraciones hay una especialmente contundente. La de un hombre y su mujer cuyos hijos subieron a la atracción. La mujer observó, incluso antes del desastre «cómo la atracción comenzaba a levantarse del suelo levemente». Hasta comentó a su marido que no le parecía segura «porque por el lado derecho no la veía anclada a ningún sitio».
Los investigadores de Homicidios formularon la misma pregunta a todos testigos: ¿Recuerda que el castillo tuviera algún tipo de anclaje al suelo o al mobiliario urbano? Al igual que el resto de consultados, «nada por el lado derecho». Y en el caso de esta pareja, incluso antes de la ráfaga más intensa que provocó el letal vuelco: «Cuando primeramente se comenzó a elevar del suelo la atracción ninguna de las argollas tenía cuerda alguna que lo sujetara».
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Otro de los interrogados se expresó así ante la Policía, en similares términos: «Por el lado derecho no estaba sujeta ni anclada a sitio alguno. Hace años trabajé instalando castillos como este. Me fijé y no vi sujección alguna. De hecho, ninguno de los otros castillos que se encontraban en la zona se movió del lugar». Las frases de otros testigos se suceden en el informe policial: «No vi nada que hiciera resistencia», «no vi elementos que sujetaran la atracción»...
La madre de la niña de 4 años fallecida recuerda una única cuerda saliendo de la esquina delantera derecha. Lo sabe perfectamente porque intentó agarrarla cuando se produjo la fuerte ráfaga de viento para que el castillo no se alzase. Pero no logró sujetarla.
Son versiones calcadas a las de los padres de la otra víctima mortal, de 8 años, y que describen cómo el hinchable se elevaba antes incluso de la ráfaga definitiva. «Se elevaba poco a poco por su lado derecho», dijeron los progenitores. La madre también intentó en vano sujetar una de las esquinas, pero le fue imposible. Según su versión, «no había una persona controlando cada atracción, sino que era una sola la que iba rotando por varias de ellas». Y coinciden: «No había ningún anclaje ni cuerda que sujetase el castillo».
La Policía Nacional interrogó también al ingeniero técnico industrial contratado por los feriantes para la revisión de las instalaciones. Este profesional alicantino dio el visto bueno al castillo hinchable en el mes de mayo en su revisión anual.
Pero también supervisó su instalación, como marca la normativa, en el arranque de la feria de Navidad. Sin embargo, fue el 2 de diciembre, poco más de un mes antes del fatídico vuelco por el viento. Lo que pudiera suceder con el castillo desde entonces ya no fue comprobado por ningún especialista.
Su versión ante los investigadores es que el fue un día antes de que lo hicieran «los técnicos municipales del Ayuntamiento de Mislata en su visita de comprobación no sólo a esa atracción sino a todo el recinto ferial».
El técnico expuso que el día de su inspección estaban amarrados a puntos fijos del mobiliario urbano como farolas, árboles o bancos, pero sin recordar concretamente a qué elementos. Añadió que la sujección se sustentaba en seis puntos fijos capaces de soportar una fuerza 5 de viento (hasta 38km/h), con una fuerza de amarre de 1.600 newtons.
La Policía también se interesó por si los tensores de este tipo de atracciones tienen que tener alguna especificación concreta. Su respuesta fue que no hay una «normativa explícita» más allá de lo que indiquen los fabricantes.
Le preguntaron también al técnico supervisor si en su inspección observó alguna anomalía de relevancia y él manifestó que no, para añadir que en tal caso «habría informado de forma desfavorable antes de firmar».
Y antes de finalizar quiso dejar un punto claro a los agentes de Homicidios: según dijo, inspeccionó el castillo el día de su montaje, «pero posteriormente ha estado siendo inflado y desinflado cada vez que iba a ser instalado, por lo que no estoy obligado a realizar una inspección cada día de montaje«. Tal y como reiteró, «yo acredito la instalación en el 2 de diciembre». Sobre lo que sucedió después ya no se hace responsable.
A falta de un definitivo informe técnico sobre el modo en que estaba sujeto el castillo hinchable aquel día, la Policía ya intuye, por la declaración coincidente de varios testigos, que algo debía fallar en la parte derecha del castillo. Una de las posibilidades que se plantean es la de la distensión: cintas o cuerdas a ras de suelo sin la suficiente tensión como para soportar el empuje del viento y que explicarían esas primeras elevaciones de hasta medio metro referidas por testigos antes del vuelco definitivo.
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