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Entre la imagen de Miguel Ricart ante el juez y la última difundida tras ser detenido en Barcelona recientemente han pasado cerca de 25 años. El único condenado por el caso de las niñas de Alcàsser ha intentado ser un ciudadano completamente anónimo ... durante los últimos 9 años, pero sus intentos se han topado con dos actuaciones policiales relacionadas con el tráfico de drogas. En Madrid se le requirió su identificación y ahora ha sido arrestado en un narcopiso del barrio del Raval de Barcelona. El paso de los años ha hecho mella en el aspecto físico de Miguel Ricart, la única persona que pasó por la cárcel por el secuestro, tortura, violación y asesinato de tres adolescentes de catorce y quince años; Miriam García, Desirée Hernández y Toñi Gómez.
El caso Alcàsser está cerrado y juzgado, aunque la juez continúa recabando pruebas ante la posibilidad de dar con el paradero de Antonio Anglés, huido desde hace un cuarto de siglo, lo que obligaría a juzgar al delincuente fugado. Ricart sí pasó por la cárcel. No los 170 años a los que fue sentenciado; salió en 2013 sirviéndose a su favor de la 'doctrina Parot'.
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Aquella noche huyó haciendo muy pocas declaraciones y su primer destino fue Francia. tiempo después se supo que también estuvo en Córdoba, de paso por Valencia (llegó a la Estación de Autobuses y permaneció 45 minutos para hacer escala) y después en Girona. Ha intentado ser un ciudadano anónimo pero en Madrid la Policía le identificó en un narcopiso ocupado de Carabanchel. No fue arrestado, pero pronto su presencia en la capital corrió como la pólvora.
Ahora Miguel Ricart, que incluso durante estos 9 años ha cambiado el orden de sus apellidos para comprar billetes de tren o portar siempre un pasamontañas para no ser identificado de forma visual, ha regresado a un calabozo. Este pasado martes los Mossos d'Escuadra le detenían en otro narcopiso de Barcelona, del que piensan los investigadores que es uno de sus responsables. Su imagen en dependencias policiales evidencia el paso del tiempo, de aquel joven sentado en el banquillo judicial en Valencia al de un hombre mayor, con gafas. Mientras Ricart topa sistemáticamente con actuaciones policiales antidroga, Antonio Anglés sigue, oficialmente, en paradero desconocido, dejando abierta la puerta a que no falleciera en plena escapada hacia Irlanda.
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