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Manuel Fandos, uno de los vecinos afectados por el incendio de Campanar.

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Manuel Fandos, uno de los vecinos afectados por el incendio de Campanar. Jesús Signes

Vecinos afectados por el incendio: «Vinimos a Valencia escapando de los ataques de Rusia y ahora del fuego»

Dimitro, una de las 36 personas que ha pasado la noche en el hotel Valencia Palace, abandonó a tiempo el edificio junto a su pareja y su perro

Viernes, 23 de febrero 2024, 11:35

Pasan de las ocho de la mañana. Dimitro Hambarov y Oksana Volkova salen del hotel Valencia Palace. Lo hacen con su perro. Caras de cansancio. Están abatidos, pero se mantienen enteros. Han pasado la noche en una de las habitaciones facilitadas por el Ayuntamiento, ya que figuran entre los 36 vecinos de las torres incendiadas de Campanar que ayer encontraron refugio en este alojamiento situado en el Paseo de la Alameda. Su futuro es incierto. Y su pasado, doloroso.

«Esto muy feo, nosotros escapamos de los ataques de Rusia en Ucrania y ahora del fuego en Valencia. Es un círculo para nosotros tres durante los dos últimos años», lamenta Dimitro, quien llevaba pocos meses residiendo en el barrio de Campanar: «Vivimos en ese edificio desde octubre, en la cuarta planta en la puerta 28 con mi mujer y mi perro. El edificio estaba recubierto por placas de plástico. Y esto empezó a quemarse muy rápido y se desplomaba«. Sobre las 17:30, se percató de que el humo llegaba a su balcón: »Venía desde la izquierda, el fuego empezó desde la parte del Mercadona. Nosotros solo cogimos nuestro perro y salimos. Intenté sacar el coche del garaje pero los policías y los bomberos nos dijeron que no podíamos pasar a partir de una línea«.

Dimitro y Oksana todavía no saben cuánto tiempo permanecerán en el hotel. Javier Vallés, director general de SH Hoteles, ha estado muy cerca de los diferentes vecinos alojados. «Ayer por la noche nos llamó el Ayuntamiento y a partir de ahí empezamos con los trámites. En el Valencia Palace es donde más habitaciones disponibles teníamos. Pusimos a disposición del Ayuntamiento y los damnificados todo lo que necesitaran para que el drama fuera el menor posible», explica el responsable. Los 36 afectados ocupados 18 habitaciones. A partir de esta mañana, han ido incorporándose muchos más: «Lo de menos es el tiempo que tienen que estar. Lo importante es que estén atendidos y tengan un sitio donde dormir y comer. Empezaron a venir sobre las 22:30 y les dimos cena. Lo que te cuentan son temas que estremecen».

36 son los vecinos que fueron realojados ayer en el Valencia Palace, donde la cifra se ha disparado a 114 (15 de ellos, niños). Este hotel ya no cuenta con más capacidad, por lo que el Ayuntamiento ha habilitado habitaciones para diez afectados en el Primus. Todas estas personas han podido ser atendidas por un grupo de psicólogos perteneciente a los servicios sociales del Consistorio.

La concejala de Turismo, Paula Llobet, ha llegado esta mañana al Valencia Palace para seguir la evolución de los afectados. Incluso ha trasladado en coche particular cajas con productos específicos que han recogido las entidades para atender las necesidades de los damnificados. Pasada las 20 horas, han llegado el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, y la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, para reunirse con los vecinos en el hall del hotel.

Manuel Fandos fue uno de los primeros en abandonar el edificio que ardió. Estaba trabajando en casa, junto a la fachada donde se inició el fuego. Él es otro de los afectados que ha pasado la noche en el hotel. No ha dormido. Ha visto pasar las horas mientras trataba de localizar a algunos de los vecinos que aparecían en la lista de desaparecidos. Una labor que le ha aportado alegría en medio del drama, ya que ha podido confirmar que algunos de esos conocidos se encuentran en buenas condiciones.

«Después de una noche tan larga, estoy satisfecho porque hemos podido localizar a través de los teléfonos al menos cuatro vecinos de los que aparecían como desaparecidos», afirma emocionado. Manuel no ha dormido: «He pasado la noche en la butaca al lado de una cama sin tocarla y viendo lo que estaba sucediendo. Es terrible, te emocionas. He pasado la noche a base de la adrenalina. El tema material es lo de menos en esos momentos. Conoces a mucha gente y lo que menos piensas es lo que puedes perder».

Salió de casa sin coger nada: «Llevo ropa de un centro comercial próximo que se ofreció, los vecinos también bajaron ropa. No me desalojaron. Yo estaba trabajando junto a la fachada en que se inició el fuego. Grabé cuatro segundos con el móvil. Yo vivía en la planta 12. Avisé a familiares que tenía en casa y bajé la escalera despacito porque iba con una persona de 80 años. No se podía pensar que iba a acabar así, pero vi que no era normal. Veía llamas a través de las chapas. La adrenalina te hace actuar. Mi familia está bien gracias a Dios».

Se ha sentido arropado en todo momento: «Quiero agradecer a todos los cuerpos de seguridad, y a cómo se ha portado todo el barrio, que ha sido espectacular». Y hubo una persona clave. Un héroe: «Hay que agradecer especialmente a nuestro conserje de día, que no paró y llamó puerta por puerta. Gracias a él mucha gente ha salido».

Casi al mismo tiempo que Manuel, salen del hotel José Luis Mas y su mujer. Tienen prisa, ya que deben pasar por el edificio de Tabacalera para realizar gestiones tras el desastre. Salieron de casa con los bolsillos vacíos.

«Estaba a las 17:15 viendo un partido de tenis. Empezó a oler a plástico. Mi mujer estaba en la cocina y había una columna de humo tremenda que venía hacia nosotros. He estado en incendios por mi profesión y le dije a mi mujer: 'Vámonos porque esto es muy peligroso'. Me puse un pantalón porque íbamos en pijama. Cogimos el móvil y la documentación. No pudimos coger nada más. Llamé a algunas puertas, porque hay vecinos mayores. Pero no me contestaron. Bajamos por la escalera deprisa. Conforme bajábamos, el humo nos iba persiguiendo. Se quemó más rápido que una falla. Es una barbaridad», explica José Luis, quien al abandonar el edificio tuvo que ser atendido por falta de oxígeno.

Enseña la parte superior del pijama. Todavía no se ha podido cambiar. José Luis Mas, de 67 años, es pensionista. Trabajó como médico de SAMU: «¿Dónde me voy yo ahora? ¿Quién se va a acordar de mí dentro de un mes? Pueden pasar años hasta que se arregle todo con los seguros y demás. Ojalá me equivoque». Se pregunta. Le cuesta, lógicamente, repasar el catastrófico suceso: «Esto es perderlo todo en 20 minutos. Y menos mal que no he perdido la vida. Por cinco minutos no he perdido la vida».

Visiblemente emocionado, expone su objetivo: «Vamos a intentar hacer una asociación todos los vecinos. No para ir contra nadie, sino para estar unidos e intentar que esto no se olvide. Esto no debería haber ocurrido». Pretenden hacerse fuertes a través de una plataforma que sirva para agilizar las ayudas que van a necesitar.

José Luis y su mujer eran propietarios. Manuel Díaz, en cambio, vivía de alquiler desde hace cuatro años. Dentro de la calamidad sufrida por las familias, este joven se considera un afortunado: «Estoy desubicado, desorientado. No te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes. Yo estaba trabajando y me llamó mi novia para decirme que fuera porque la casa se quemaba». Confía en que las compañías de seguro actúen rápido, ya que estaban preparando una mudanza y habían comprado recientemente algunos artículos de valor.

Ricardo Sampieri, uno de los afectados por el incendio de la vivenda de Campanar.

Ricardo Sampieri es una de las personas que han accedido al hotel esta mañana. En Campanar, este venezolano residía justamente enfrente de la joven familia que ha fallecido en el trágico incendio. «Éramos buenos vecinos», comenta. Está consternado, aunque saca fuerzas de flaqueza para relatar las últimas horas.

«En el piso estaba mi hijo menor, de 17 años, estaba él solo. Yo estaba cerca y cuando vi que se estaba incendiando la finca le llamé inmediatamente para que desalojara. Mi mujer está fuera de viaje», recuerda Ricardo, quien se había mudado hace un año: «Antes estaba en el piso de abajo, en el quinto».

Ricardo y su familia residían en régimen de alquiler: «Vengo de Venezuela y estábamos en una época de transición». Ahora, trata de lidiar con la incertidumbre absoluta que supone la pérdida del hogar: «La primera noche la hemos pasado en casa de unos amigos muy amables. Hoy he venido al hotel y me han atendido los servicios sociales del Ayuntamiento. Nos han dicho que en principio nos podemos quedar hasta el día 29».

Al igual que Ricardo, María Eugenia Angulo es de Venezuela. Llegó a Valencia junto a su marido hace sólo un año y alquilaron una vivienda en una de las torres de Campanar. Ayer, a las 17:40 horas, ella salió a hacer deporte en bicicleta. Nada hacía presagiar el desastre. Apenas diez minutos después, su esposo le llamó urgentemente para que volviera porque el edificio había empezado a arder.

"Volví inmediatamente y el edificio ya estaba en llamas. Fue un infierno. Tu vida se quema delante de tus ojos", afirma con crudeza María Eugenia, conmocionada. Este viernes por la mañana ha llegado al Valencia Palace: "Ayer dormimos en casa de unos amigos. Fue caótico. Esta mañana nos avisaron de que en Tabacalera nos podían orientar. Luego, personas del Ayuntamiento nos acompañaron al hotel y nos dijeron que aquí teníamos alojamiento garantizado hasta el día 29. A partir del 29 ya veremos lo que hacemos. Se agradece. Cuando te quedas sin nada, que te tiendan la mano es muy importante". Los servicios sociales municipales, psicólogos incluidos, les han atendido en las instalaciones: "Nos sentimos sumamente arropados por el Ayuntamiento, los vecinos y toda la Comunidad".

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