Noemi M. tiene 55 años. Nos recibe en el día del 30 cumpleaños de su hija, en prisión, tras un veredicto que considera a ... la joven copartícipe en la muerte de sus dos hijos, los niños de Godella. Pero sin culpa alguna, a diferencia del padre, por ser una enferma mental. Cuenta su lucha como madre y abuela, y cómo el sistema de protección de menores falló «al completo» con sus nietos, marcado por la «descoordinación». Su reto ahora es sacar adelante a la mayor de sus dos hijos. «Sigue con lagunas, con dudas, y no recuerda ni el rostro de sus hijos».
Publicidad
Acabado el juicio, su camino por hacer justicia a sus nietos sigue con una reclamación a Sanidad por la falta de una intervención psiquiátrica urgente con María poco antes del crimen. «Seguimos en espera de respuesta». Según mantiene, hubo una reunión entre psiquiatras en la que un especialista instaba a la que asistía a María a que actuara urgentemente y esto no sucedió. «Si no responden a nuestra reclamación iniciaremos un procedimiento civil», destaca.
Noticia Relacionada
Sólo un día antes del doble crimen, Noemi acudió al juzgado de guardia para alertar de que sus nietos corrían un gravísimo peligro por el estado mental de María y la fatal influencia de Gabriel con sus ideas esotéricas. «Habría que preguntar al juzgado qué pasó. Aún no lo entiendo. La funcionaria no quería recibir la denuncia porque no le estaba diciendo ningún delito. Al final nos atendió el magistrado y nos dijo que esa tarde o noche iban actuar».
Por lo que supo después, «en el juzgado no se puso el sello de urgencia, no se envió a los especialistas del Grume (Grupo de Menores) de la Guardia Civil, sino al juzgado de Paterna». De juzgado a juzgado. «Como no había sello de urgencia y nadie llamó por teléfono a nadie se ve que lo dejaron para el día siguiente».
Publicidad
Su conclusión: «El sistema de protección de menores falla al completo y así sucedió con mis nietos. En este país deberíamos darnos cuenta de que vale la pena pedir perdón 20 veces», anticiparse, «para salvar a un niño, o a dos en este caso». Cita el ejemplo de Reino Unido. «Tú llamas por teléfono dices que hay una pelea en la casa de al lado con un niño llorando y lo primero que hacen es poner a salvo al menor». La máxima prioridad.
El periplo de Noemi en busca de ayuda fue desesperante y contrarreloj: «Guardia Civil, Policía Nacional, juzgado de guardia, protección a la infancia... Y más. Falta un punto medio donde se cruce la información y salte un punto rojo». Por su experiencia, «la descoordinación es absoluta, cada uno va a su aire». E insiste: «Estamos hablando de los seres más vulnerables».
Publicidad
Para Noemi tampoco resulta comprensible la intervención de la Policía Local de Godella después de que ella telefoneara por el preocupante mensaje de despedida su hija: «Mamá, me voy con el Creador». Tras intervenir en la casa, «en vez de zanjarlo como conflicto generacional, ¿por qué no nos llevan a todos a comisaría nos sentamos y analizamos qué pasa? Si eso lo hubieran hecho mi hija hubiera entrado en brote y él en cólera, pero los niños estarían a salvo».
-¿Alguien se ha disculpado después de todo lo sucedido?
-Sanidad no admite su error. El juzgado tampoco. Nadie ha pedido me perdón por nada. Aún estoy esperando a que la Guardia Civil venga a decirme que mis nietos están muertos. Me dijeron que me avisarían cuando encontraran a mi hija. Tampoco me llamaron. Yo me enteré de todo por la prensa.
Publicidad
El veredicto el jueves no calma el sufrimiento de Noemi porque sitúa a su hija como copartícipe en el homicidio, a pesar de admitir que no era consciente por la enfermedad mental. «Yo estoy convencida de que mi hija no participó en el crimen». María «está hecha polvo y sigue enferma». Todavía lucha por encajar en su mente todo lo ocurrido «y no recuerda ni los rostros de los niños». Desde que ingresó en prisión está en el plan de prevención de suicidios «y ahora, tras el juicio, en nivel máximo, es un nivel crítico porque ha oído cosas que no sabía».
Ya se ha reconocido que actuó sin conocimiento ni voluntad, pero la joven «no ha vencido el sentimiento interno de culpa». Además, «es imposible vencerlo en un medio como la cárcel». Más que culpa, apunta, «siente duda, no sabe lo que pasó y sólo recuerda lo que contó en el juicio», que se despertó porque Gabriel le tocó en el hombro, se tropezó con su perra 'Erty' y se encontró con los niños muertos.
Publicidad
Noemi desea que su hija sea tratada en todos los ámbitos como lo que es: «Una persona enferma». Insta a que la sociedad se ilustre sobre la mecánica de los problemas mentales. El diagnóstico exacto de María fue un brote psicótico puerperal o posparto. «Lo padecen personas que sufren una depresión, no lo saben, deliran y entran en brote».
Hubo un punto de inflexión en la vida de María: su relación con Gabriel, apuntado en el juicio como «manipulador, inteligente» e incluso «maltratador» de sus hijos, y la aparición de la enfermedad mental.
Noticia Patrocinada
Preguntamos a su madre por la otra María, la anterior a la tragedia, la niña y joven. «Ella soñaba con ser bióloga marina, era muy alegre, excesivamente empática. También muy ingenua y rebelde, como miles, crédula y vulnerable». Para Noemi la cárcel de Picassent «no es un lugar adecuado para su recuperación, faltan médicos y especialistas. Hay dos psicólogos para 1.900 presos. Al psiquiatra lo llevo yo. No resuelven los problemas. Te llaman y te dicen: tu hija está muy mal, se quiere suicidar, mándanos un psiquiatra». Ella «sigue diciendo que se quiere ir con sus hijos».
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.