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El ruido amenaza con convertirse en uno de los grandes quebraderos de cabeza para la segunda parte del primer mandato de María José Catalá como ... alcaldesa. Las buenas temperaturas devuelven la cuestión al primer plano informativo. El pasado fin de semana los vecinos del entorno de la plaza de Honduras lo han notado en sus carnes, en lo que ellos ya tildan de normal: acelerones de motos, taconeo y palmas flamencas hasta altas horas de la madrugada y grupos que se forman a las puertas de las discotecas y pubs cuando la gente sale a fumar son algunos de los problemas más graves a los que se enfrentan quienes intentan dormir en los alrededores de plazas como la del Cedro.
Así lo explica Javier Soler, presidente de la Asociación de Vecinos de Plaza Honduras, que apunta también al problema de las terrazas «que cierran a las 1.30 horas», así como «la gente saliendo de pubs y discotecas a fumar». «El ruido en el barrio se ha cronificado y lo hemos elevado a la categoría de normal», asegura Soler, que recuerda que los problemas de ruido «no es en todo el barrio ni todo el tiempo», pero casi. De hecho, el visor del ruido que ofrece el Ayuntamiento de Valencia en su página web marcaba este lunes por la tarde entre 55 y 70 decibelios en la ciudad, ligeramente por encima de lo que se considera saludable. Un lunes por la tarde. Este fin de semana no han dado demasiados problemas los estudiantes. «Están tranquilos hasta mayo, con las graduaciones y demás. Además, en Semana Santa se van a sus casas», cuenta Soler.
El barrio está, por tanto, en compás de espera. La hostelería recurrió la sentencia de verano de 2023 que ordenaba instalar una Zona Acústicamente Saturada en la plaza Honduras y sus alrededores. El sector también recurrió otra sentencia similar que afectaba a la plaza del Cedro, aunque en este caso también lo hizo el Ayuntamiento de Valencia, dado que aquella sentencia pedía cuestiones que los técnicos municipales consideraron ilegales como la prohibición de la cesión de licencias de locales. Se espera que ambos recursos, que debate estos días el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, se resuelvan en próximas fechas.
Queda en barbecho entonces la opción de acudir a la vía penal, que es algo que ya se plantean en Ruzafa. La asociación Russafa Descansa ya se lo plantea después de que las medidas correctoras impuestas por el Ayuntamiento hayan tenido el efecto deseado. Entre ellas destaca el cierre adelantado de las terrazas, media hora antes. El hartazgo es tal que desde la entidad ya estudian acudir a la vía penal. «El vecindario de cada vez más barrios de la ciudad es sabedor de que la concejalía responsable resuelve 'a sabiendas' en contra de la protección de derechos constitucionales fundamentales que se encuentran en la cumbre del ordenamiento jurídico», comentan desde la plataforma vecinal.
«Para nosotros ese planteamiento siempre ha estado sobre la mesa, pero ahora mismo está muy lejos todavía ya que estamos pendientes de la sentencia. Además, habrá que ver si el Ayuntamiento es condenado a declarar la ZAS. En ese caso, habrá que valorar qué tipo de medidas aplica y si estas solucionan el problema. Queda un largo camino que recorrer y la opción penal sería la última, que habría que valorar con los abogados llegado el momento y ver si se podría sustanciar una demanda de este tipo contra técnicos y autoridades responsables y que recorrido tendría, así como su posible repercusión sobre las asociaciones vecinales y sus representantes», explica Soler.
Y es que la declaración de barrios como ZAS no es la primera de las opciones que maneja el Ayuntamiento. Ni este ni el de antes. El motivo es que esta figura legal tiende a crear importantes restricciones a la actividad, sobre todo por las noches, lo que puede provocar una importante caída de la actividad como ha ocurrido en zonas de Ciutat Vella o en los alrededores de la antigua Woody. Es por eso que los distintos gestores municipales han tratado hasta de poner en marcha medidas imaginativas, como la reducción de terrazas acometida en zonas de Honduras. Sin embargo, no han tenido el efecto deseado, dado que las molestias en los alrededores de la zona universitaria no han terminado.
El ruido no se limita a la zonas de ocio. En los alrededores de las rondas, de las grandes avenidas como Pérez Galdós y en entornos concretos de Patraix hay quejas por el ruido de los coches (el tráfico rodado sigue siendo, con mucho, el mayor creador de decibelios en la ciudad) o de las carreas ilegales, mientras que en enclaves del Marítimo o de Orriols también hay protestas por las fiestas hasta altas horas de la madrugada. En determinadas zonas del Ensanche o del barrio de Gran Vía los locales de ocio provocan molestias a los vecinos, aunque en estos casos la falta de locales que abran hasta las 7 de la mañana hace que la calma sea relativa a partir de las 3 la madrugada, algo que ya querrían para sí en otras zonas donde sí hay discotecas que abren hasta el amanecer. Los vecinos del entorno de las universidades admiten un aumento de la vigilancia y, por tanto, cierta mejoría en esta cuestión, pero también alertan de que la Policía Local no es un cuerpo inspector.
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