La alta gastronomía por fin cuenta con referentes en femenino

Dejarse la piel en las cocinas, liderar negocios gastronómicos pioneros y hacerlo con pasión para llenar el mundo de los fogones de referentes femeninos. El sector se ha reinventado en los últimos tiempos, gracias al trabajo de mujeres con garra y dedicación. Begoña Rodrigo, propietaria y Chef Ejecutivo de La Salita; María José Martínez, copropietaria y jefa de cocina del restaurante Lienzo, y Vicky Sevilla, propietaria y jefa de cocina del restaurante Arrels, bien saben que el esfuerzo tiene recompensa pero nunca viene regalado.

Todas reivindicaron la importancia de la gastronomía, uno de los grandes motores de este país, y explicaron que su labor ha abierto ya algunas puertas. Faltaban referentes próximos. Ahora quieren cocinar un futuro más abierto y equitativo. «Muchas cosas no dependen del género, tienen que ver con la dedicación y el talento de la persona», recalcó Begoña Rodrigo, con una Estrella Michelin y dos Soles Repsol. La clave es no empequeñecerse. «Yo nunca me he achicado por ser mujer, siempre he tirado para delante. Si nos equivocamos no pasa nada, hay que seguir trabajando». María José Martínez, cuyo restaurante ha sido reconocido con un Sol Repsol y el Bib Gourmand de la Guía Michelin, asegura que las mujeres cuentan con mucha creatividad y empatía, ingredientes que considera importantes a la hora de regentar y liderar un proyecto de esta índole. «La gastronomía es cultura, es lo primero que queremos conocer cuando viajamos a algún lugar. No se estudia en el colegio todo el esfuerzo que hay detrás, lo que cuesta cultivar un buen producto, y el trabajo que lleva prepararlo».

Vicky Sevilla, con un Sol Repsol y Bib Gourmand en la Guía Michelin, asegura que muchas veces se ha sentido impotente cuando «he tenido que defender mi trabajo, cuando han preguntado por mi jefe y les he respondido que la jefa era yo». «Es fundamental que se nos valore en la profesión, queda mucho por hacer», recalcó.

La pandemia dejó al sector sin horizontes. «Yo tuve que cerrar tres restaurantes con las neveras llenas. Mandé una carta a mis vecinos y les di de cenar los sábado», recuerda Begoña Rodrigo. Reinventarse ha sido una de las claves para salir adelante.