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A veces, en la crónica los datos no te sirven. Suelen ser una buena muleta, pero en ocasiones las cifras pueden decir una cosa y la realidad, otra. Que se lo diga si no a quienes hacen crónicas de fútbol y ven que un equipo ha perdido 0-1 pese a tener un 75% de posesión y haber efectuado 13 tiros a puerta. Algo similar ocurre en Ciutat Vella. Algunas cifras parecen alentadoras: el distrito lleva tres años ganando población de forma constante, con 27.525 vecinos en 2021, en un ascenso constante desde el año 2000. Pero el detalle desvela que en tercer trimestre de 2021 se fueron del barrio 344 personas y apenas llegaron 284.
Seguimos con las cifras que parecen buenas hasta que dejan de serlo. Según el Ayuntamiento de Valencia, más de un 10% de las nuevas licencias para construcción de viviendas que se piden en toda la ciudad se solicitan para Ciutat Vella: 48 sólo en el tercer trimestre de 2021, lo que convierte al distrito en el tercero con más actividad constructiva de la ciudad. Sin embargo, de las siete unidades de actuación urbanística previstas por el Consistorio en el Plan Especial de Protección de Ciutat Vella sólo se han puesto en marcha cuatro, y Amics del Carme cifra en 16 los planes urbanísticos en el limbo administrativo, unos 30.100 metros cuadrados que bien podrían alojar a cerca de 1.800 nuevos vecinos.
Más números, más llegadas al área, más córners. La concejalía de Urbanismo apunta que en los dos años de vigencia del Plan Especial de Protección de Ciutat Vella se han pedido más de 300 comunicaciones ambientales de actividad, que suponen la apertura de nuevos negocios. Según el Censo de Actividad Económicas, hay casi 400 profesionales o locales nuevos en el barrio con respecto a 2019, pero el VAR que, en esta metáfora particular, representan las asociaciones profesionales tiene algo que decir.
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Julia Martínez, gerente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico y el Ensanche, apunta que hay una gran rotación de locales. «Normalmente el que cierra no se da de baja y en las bases de datos figura en el mismo varias actividades, algunas ya inexistentes, en el mismo local», apunta. Cabe destacar que, si la situación fuera tan boyante, el propio Consistorio no habría incluido El Carmen, la Seu, la Xerea o el Pilar entre los barrios que forman parte del programa Amunt persianes de la concejalía de Desarrollo Económico, que ofrece entre 15.000 y 20.000 euros a los comercios que abran un local en cualquiera de estos barrios al presentar «síntomas de desertización comercial» o «desertización comercial severa».
Estos problemas comerciales afectan sobre todo a la zona norte del barrio, lejos del epicentro turístico que suponen la calle Caballeros y la plaza del Tossal. Pero de un tiempo a esta parte los locales cerrados y los carteles de 'se alquila' han llegado a vías tan transitadas como la calle Ruzafa, en el tramo entre la gran vía y las calles Colón y Xàtiva. La plaza de la Reina también amenaza con perder locales: cuando dentro de un par de meses, si todo sale bien, terminen las obras, habrá que ver quién queda limpiando el polvo de la reurbanización.
Porque esa es otra. De forma muy gráfica, Lluís Mira, presidente de Amics del Carme, explica que el urbanismo que se está haciendo en el barrio no piensa en sus residentes, «sino en la gente que viene de fuera». Pone de ejemplo las urbanizaciones de las grandes plazas y apunta, claro, como cualquiera que viva en la zona, hacia los problemas para acceder a los garajes y los negocios, incluso para los vecinos de Ciutat Vella. Ahí poco tiene que decir Urbanismo: es cosa de la concejalía de Movilidad, a quien los residentes le echan en cara que no dialoga con ellos.
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Pero indudablemente, las cicatrices del barrio son, sobre todo, sus solares. En una zona sin apenas parques, con alto valor patrimonial y con un altísimo atractivo turístico (supone el centro histórico más grande de España con 1,7 millones de metros cuadrados), sorprende que, según el registro municipal de solares, haya en el barrio cerca de 100 parcelas pendiente, de acuerdo a los cálculos elaborados por Amics del Carme.
Y lo peor es que el problema no es algo nuevo. Desde hace casi cuatro décadas, los vecinos de Ciutat Vella, sobre todo de algunos enclaves como el conocido como barrio de Velluters en El Pilar, llevan protestando por una situación enquistada. El Plan RIVA, en los años 90, mejoró la situación, pero la turistificación, que ha llevado al Consistorio a aprobar una moratoria a la creación de nuevos hoteles en el barrio y a endurecer la vigilancia sobre los apartamentos turísticos, amenaza con llevarse la esencia de un barrio al que le cuesta entrar de lleno en el siglo XXI ante la inacción municipal y el celo de unos vecinos que son, al final, quienes viven el barrio.
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Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui
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