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Ramón Olmos, vecino de San Isidro, con las ramas de melia dentro de su balcón. IRENE MARSILLA

Cuando los árboles entran en tu casa

Residentes del Ensanche, San Isidro, Patraix y Benimaclet se ven obligados a encender las luces de sus hogares por el día porque las copas de melias, ficus y palmeras eclipsan sus ventanas

Lola Soriano

Valencia

Jueves, 15 de septiembre 2022, 20:13

Rosa María, Marian, Ramón, Amparo y José Ramón son vecinos de distintos barrios de Valencia, pero todos tienen en común que de ninguna manera ... podrían ser protagonistas de la película 'La ventana indiscreta' de Hitchock.

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El motivo es muy claro: a través de sus ventanales o balcones no pueden ver las fincas de enfrente ni casi la calle porque las copas y ramas de los árboles que tienen plantados frente al patio de sus fincas han invadido la intimidad de sus hogares.

La falta de poda y mantenimiento es más que evidente. La cuestión es que todos aseguran que están más que hartos de llamar al Ayuntamiento de Valencia para que al menos las ramas no les impidan asomarse a la ventana o a los balcones y la respuesta no es otra que 'tomamos nota'.

Las copas que invaden sus estancias no distinguen de barrios y pertenecen a especies tan variadas como palmera, almez, naranjo, melia o ficus microcarpa.

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En la calle Colón, Rosa María Aunión, afirma que la copa del ficus es tan frondosa, «que aunque la rama aún no entra, sí que nos eclipsa toda la panorámica».

Explica que «me toca coser con la luz encendida y un familiar que teletrabaja tiene que tener la lámpara puesta en pleno día y no nos llega la iluminación natural».

Es más explica que «ahora que tanto hablan de medidas de ahorro energético, a ver si va a ser el alcalde Joan Ribó el que me paga a mi la factura de la luz».

Recuerda que «la última vez que podaron esos ficus fue antes del confinamiento» y detalla que «las copas están tan frondosas que tapan las farolas de la calle». Incluso describe que las copas están llenas de insectos «que se ven volar durante todo el día. Nos toca poner los ventiladores».

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Ramas en las ventanas o balcones de casas de la calle Colón, Benimaclet o Jorge Juan. Irene Marsilla

Muy cerca de Rosa María, otra vecina de una calle próxima Marian, tiene una de las ventanas inutilizadas porque las ramas y frutos de un naranjo se han apoderado de parte de la fachada de la finca.

«Durante varios años hemos ido llamando para que poden el naranjo, pero no vienen y al final ya he desistido. No puedo asomarme a esa ventana», comenta apenada. Comenta que si entra a la habitación del despacho «en pleno día tengo que encender la luz porque de lo contrario, no veo» y añade que «vemos volar bichitos. Falta mantenimiento».

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En Enrique Granados, en Patraix, son varias las fincas donde las ramas de melias acedarach -especie conocida como el árbol del paraíso, que produce frutos amarillos- entran por las ventanas. Reyes Amor, vecino que exige desde hace años la poda de estos árboles, acompaña a este periódico a la casa de una familia china que reside en el barrio.

Ratas e insectos

Reyes comenta que «las ramas están fastidiando los toldos y persianas. Las copas se llenan de mosquitos y de unos bichitos negros y las ratas trepan por los árboles y se oyen caer sobre los coches. Y los olores de la zona para perros suben a las casas».

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En San Isidro, el representante vecinal Agustín Rodas, explica que en Doctor Rafael Bartual las ramas de las melias invaden los balcones. En Arquitecto Segura del Lago cubren los coches y en José Andreu Alabarta las copas entran en los sextos pisos».

Indica que «las ratas trepan por los árboles y hay unos bichos verdes que entran en las casas y si los matas huelen muy mal».

Ramón Olmos y Amparo Castañeda, residentes en la calle Doctor Rafael Bartual, sufren la entrada de las ramas desde hace años. «Llamamos varias veces al Ayuntamiento y nos dijeron que tomaban nota». Este matrimonio hace vida en la salita y «en pleno día nos toca encender las luces y hacer gasto porque el árbol impide que entre la luz natural. A ver quién nos paga estos gastos».

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Los afectados aseguran que han llamado en múltiples ocasiones al Ayuntamiento, pero que no se hace la poda

Uno de los árboles les tapa la ventana del comedor y el balcón y un segundo les cubre la ventana del dormitorio principal.

En Benimaclet, otro vecino, José Ramón Fernández, lleva 25 años conviviendo con un almez. En 2021, después de muchos años de hacer llamadas al Ayuntamiento, y tras recoger su protesta en LAS PROVINCIAS, podaron las ramas, pero «ya las toco de nuevo desde el balcón. En unos meses las vuelvo a tener dentro».

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Ramas de melias en el barrio de Patraix, en la calle Enrique Granados y coche cubierto por un árbol en San Isidro. Irene Marsilla

Este residente se empapó de leyes y normativas «y los árboles no pueden producir pérdida de iluminación y resulta que tengo que trabajar con el flexo encendido en pleno día. El árbol nos tapa la luz natural y nos impide una correcta ventilación».

Describe que «tenemos el árbol lleno de nidos de palomas, no hace falta que ponga el despertador, me levantan a las 7 horas». Añade que «las cotorras vienen a comerse los huevos y en la acera de enfrente, en los naranjos, hemos visto ratas».

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Este vecino dice que «pedimos que trasplantar el árbol y el Ayuntamiento nos dijo que no tiene presupuesto. No queremos que lo talen y muera, pero que lo trasladen y nos pongan una especie que no acabe entrando en casa».

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