Al parque natural de la Albufera le ha mirado un tuerto. Ya saben eso de que si monta un circo... elijan el refrán que quieran. Porque lo cierto es que en una mañana negra, con el sol brillando sobre el negro del alquitrán apelmazado de ... la orilla, los vecinos, veraneantes y hosteleros del parque natural de la Devesa no podían evitar cierta sensación de rabia y hasta de incredulidad. «No levantamos cabeza», comenta Ana Gradolí, presidenta de la Asociación de Vecinos Devesa-El Saler, que siente como propios los daños al parque.
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«En otoño fueron los incendios y ahora el vertido. Nos preocupa porque parece que llevamos la negra entre una cosa y otra», asegura Gradolí, que insiste en que la Devesa «es un medio muy sensible». «Tenemos un parque natural y hay que cuidarlo. Está bien venir a visitarlo pero es muy sensible», insiste Gradolí, que resume en una palabra lo que cree que es necesario para gestionar el parque:civismo.
No fue un día fácil junto al mar. A pie de playa, socorristas de la Cruz Roja han confirmado que ha habido que atender a cinco personas a primera hora. «Salían del agua con el combustible en la piel», han explicado. Los técnicos han limpiado las manchas con agua dulce y les han recomendado que acudan a un centro médico para evitar problemas de salud. Desde Cruz Roja insistieron en que ellos no hacen atenciones médicas, sino sanitarias:una suerte de primeros auxilios antes de que entren los médicos, que atienden a los pacientes que lo necesitan.
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«Dios, qué peste, no se puede estar, vámonos», dice una mujer a su marido mientras recogen la bolsa. Acaban de llegar a la playa junto al restaurante Mikkonos y no han llegado ni a quitarse las sandalias. Ella se llama Hortensia y su marido, Nicolás. Son de Madrid. «Es nuestro segundo día de playa, ayer estaba todo perfecto, pero hoy... qué asco», cuenta, enfadada. Antes de acceder a la playa, los veraneantes preguntan a los periodistas congregados junto al puesto de mando qué pasa. «¿Ha muerto alguien?», preguntan. «No, no, es un vertido de alquitrán». «Entonces, ¿no nos podemos bañar?», dicen antes de darse media vuelta. Con casi 40 grados, pese a la brisa marina, hay mejores sitios en los que estar que en una playa repleta de chapapote. Para Carla, Marta y sus dos amigas era el primer día juntas este verano. Acaban de llegar para empezar sus vacacions. Se entretienen haciendo fotos al petróleo. «La verdad es que es un palo... encima el año pasado tuvimos los incendios», explica Carla, que vive con sus padres (son casi adolescentes)en una de las viviendas del parque natural. En sus ojos se ve el fuego, como de ahora en adelante se verá el petróleo.
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El grupo municipal de Compromís ha exigido una investigación sobre lo ocurrido y que el Ayuntamiento le pase la factura de la limpieza al Puerto o al barco culpable. Compromís preguntará en la próxima comisión municipal de Urbanismo por este episodio de contaminación y por las acciones que piensa tomar el Ayuntamiento.
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