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La llegada de un nuevo curso universitario trae aparejado, de manera inevitable, el botellón, que ya se distribuye por más de medio centenar de enclaves de toda la ciudad. Junto al botellón, como un fenómeno consustancial, se dan cada vez más enfrentamientos, reyertas y peleas, como la que la semana pasada obligó a intervenir a la Policía Nacional en la Creu Coberta. Vecinos y salas de ocio piden más presencia policial sobre todo en las horas punta (entre la medianoche y las tres y las 4.20 y las 6) para evitar este tipo de enfrentamientos.
Todo esto ocurre mientras el Consistorio sigue sin presentar la anunciada ordenanza de convivencia, que pretende dotar de nuevas herramientas a la Policía Local para que puedan enfrentarse con más garantías al botellón. El texto fue presentado el pasado mes de junio, pero desde entonces nada se sabe del documento. Según explicaron fuentes de la concejalía de Protección Ciudadana, el Consistorio confía en poder llevar la ordenanza a pleno antes de final de año, pero no quisieron dar una fecha concreta. Ahora mismo, el texto se encuentra en la Asesoría Jurídica Municipal, que ha de pulirlo para que todo el lenguaje y las sanciones sean seguros desde el punto de vista legal.
A la espera siguen los barrios de la ciudad. Distintos lugares de Valencia sufren día a día un botellón salvaje que quita el sueño a los vecinos. Ramón y Cajal está siendo uno de los enclaves más afectados por este fenómeno. Tanto el jueves, como el viernes y el sábado por la noche hubo reuniones para beber en la calle en el parque infantil situado entre las calles Jesús e Historiador Diago. La zona, muy transitada por niños en las tardes de colegio, terminó repleta de vasos y botellas.
Y es que buena parte de las molestias se agrupan en torno a discotecas o salas de ocio. Así lo asegura Toni Plà, presidente de la asociación de vecinos de Patraix, que explica que quienes acuden de fiesta a una conocida sala situada en Gaspar Aguilar «terminan en el parque de enfrente». Los residentes de calles como Franco Tormo o Médico José Pérez Fuster lamentan la inacción policial y aseguran que quienes hacen botellón llegan a meter los coches en el jardín. Además, en torno a esta discoteca se han organizado importantes peleas, la última el pasado mes de febrero, cuando tres jóvenes resultaron heridos, uno de ellos muy grave, en una pelea frente a la sala de fiestas. Los residentes en la avenida insisten en que hechos como este, aunque no tan graves, ocurren «de continuo».
Situación similar se vive en la Creu Coberta. Según Elías Sánchez de los Silos, presidente de la Asociación de Vecinos San Vicente Mártir-Bulevar Sur, la presencia policial tras la reyerta de hace quince días no ha conseguido eliminar del todo el problema. «El escándalo sigue porque la discoteca ha puesto focos de luz en el solar de la fábrica de cervezas Turia, lo que está prohibido porque no es suyo», dice Sánchez de los Silos, que insiste en que los propietarios del local «han vuelto a habilitarlo como parking ilegalmente y allí aparcan y montan botellón». «Seguimos sin descansar», asegura.
Pero, a todo esto, ¿qué responden las salas de ocio? Es conocido el interés que tienen la discotecas en que el alcohol se consuma en el interior de sus establecimientos, no sólo por una mera cuestión económica, sino también de imagen. El presidente de la Federación de Ocio, Turismo, Juego, Actividades Recreativas e Industrias Afines de la Comunidad Valenciana (Fotur), Víctor Pérez, coincide con los vecinos en que es necesario aumentar la presencia policial, sobre todo en lo que se refiere a horas punta: entre la medianoche y las tres (hora de entrada) y las 4.20 y las 6 horas (hora de salida). Es en esos momentos cuando es más probable que se organicen peleas o reyertas que no sólo molestan a los vecinos sino que ponen en peligro la integridad física de los participantes. «Tenemos que sentarnos para hablar», asegura Pérez, que pide colaboración a las autoridades para que no se repitan imágenes como las de hace dos semanas junto a la discoteca de la Creu Coberta.
Vecinos del Cabanyal que viven junto al parque Doctor Lluch denuncian las «constantes peleas» que se dan en el jardín los días en que una conocida discoteca abre una sala de música techno que cierra a las 7 de la mañana. «Llegan a medianoche, hacen botellón en el descampado junto al cuartel de Guardia Civil y entran borrachos a la discoteca. Luego salen y se quedan en el parque», lamenta un vecino que prefiere no dar su nombre.
«Cuando están en ese estado, son casi animales. Hay muchas peleas entre ellos porque cualquiera que lance una mirada que se malinterprete puede ser víctima de una agresión», explica este vecino, que asegura que, pese a eso, «nunca han llegado al extremo de abrirse la cabeza». Aseguran los residentes que llaman a la policía, y esta acude, «pero no puede hacer nada porque cierran el maletero cuando les ven venir».
Además, estos problemas en el parque se desarrollan durante prácticamente todo el día. Según los vecinos consultados, a veces el botellón se desarrolla hasta las 12 horas, cuando el parque queda completamente lleno de restos de botellas y vasos. Son conscientes quienes viven en esa zona que se trata de un enclave del barrio donde hay pocos vecinos, lo que según ellos complica su lucha contra este fenómeno. Los residentes piden más presencia policial, aunque aseguran que son conscientes de que los agentes no pueden dispersar el botellón porque sería «una masacre, tal como van de borrachos los chavales».
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