El Ayuntamiento de Valencia ha sido víctima de dos de los fraudes más importantes que han afectado a una administración pública en España. Uno se ... dio en 2019 y terminó con 4 millones de euros de dinero público en dos cuentas del Bank of China en Hong Kong. El segundo se ha conocido esta semana: un ladrón ha convencido a la empresa encargada de la contabilidad del Palacio de Congresos que cambiara la cuenta donde iban los pagos a un proveedor y se ha embolsado 197.000 euros. Casi nada. Ambos engaños son diferentes pero guardan tantas similitudes que no es descabellado tildarlos de fraudes hermanos. En los dos, y eso es lo más llamativo, el factor humano ha sido clave. Da igual los protocolos anticiberdelincuencia que tengas activos: si una persona es engañada, no hay (casi) nada que hacer.
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Ambos engaños son similares: en ambos se aprovechó de la buena fe de trabajadores, en ambos se utilizaron documentos bancarios presuntamente fraudulentos, en ambos no hubo comprobación con los cargos superiores y en ambos se tardó cerca de un mes en descubrir el pastel. Las diferencias también son evidentes: la cantidad, claro, pero también, por ejemplo, que en el caso de la EMT la engañada es la empresa y en el Palacio de Congresos, una externa.
La similitud más evidente es que tanto en Correo Viejo como en Benicalap la engañada fue una trabajadora. En el caso de la EMT una empleada interna que llevaba más de tres décadas en la empresa confió en que le escribía un abogado de Deloitte mientras que en el Palacio de Congresos fue una trabajadora de la mercantil encargada de la contabilidad la que creyó que hablaba con el interlocutor habitual de los proveedores, pero en realidad era una cuenta falsa. En el caso del Palacio de Congresos, había protocolos que complicaban este cambio de IBAN bancario, pero ningún protocolo que obligue a avisar a tus superiores es infalible si tú... bueno, no avisas a tus superiores.
En ambos casos, además, los ladrones se hicieron servir de documentos presuntamente oficiales que engañaron a los trabajadores. En Correo Viejo eran órdenes de pago y en el caso del Palacio de Congresos, incluso certificados de titularidad bancaria que evidenciaban que la propietaria de la nueva cuenta a la que había que hacer el pago era, efectivamente, de la empresa proveedora.
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Cabe destacar que el contrato de contabilidad del Palacio de Congresos, firmado el pasado año, tiene algunos detalles curiosos. Por ejemplo, la empresa adjudicataria fue la única de las tres que terminó el proceso y presentó oferta para llevar la contabilidad, lo que no deja de ser llamativo dado que gestionar las cuentas de la empresa era algo imprescindible para poder presentarse al concurso. Además, con la adjudicación el Ayuntamiento se ahorró 16.000 euros sobre el presupuesto base de licitación, lo cual es habitual en este tipo de contratos de servicios, donde las empresas que concurren buscan aventajar a sus competidoras mediante ofertas competitivas. De hecho, la otra empresa que terminó el proceso presentó una oferta tan baja que se estudió si era una baja anormal, pero finalmente se mantuvo dentro de la adjudicación. El Palacio de Congresos se inclinó por la empresa ahora estafada, que contaba con más de 60 años de experiencia y con los certificados ISO de garantía de calidad pertinentes.
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