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El yate de Pinedo vuelve a flotar. Los trabajos especializados han dado sus frutos y a eso de las 19.30 horas el barco, que lleva toda la semana encallado en la playa, recupera la flotabilidad. A última hora de la noche, la nave estaba ... amarrada y también conectada a un remolcador unos cientos de metros mar adentro, pero la previsión de tormenta y la seguridad que tenían los operarios en que no iba a volver a encallar hacía que optaran por dejar el remolque para este domingo. Hasta entonces, todo el día fue la faena de 'matalafer'.
«Estem fent la faena del matalafer». De forma gráfica explicaban este sábado los operarios que trabajan a pie de playa para desencallar el yate la situación con el barco. «Cada segundo que pasa es peor», lamentaban. En todo el día no han llegado las dos remolcadoras que se esperaban para este sábado. Sin ellas, la salida del yate al mar es imposible.
«Hemos retirado ya 600 toneladas de arena de alrededor del barco, pero el mar rellena los agujeros. Si no tiran del yate a la vez que quitamos arena, no sirve de nada. Es la faena del 'matalafer'», insistía uno de los especialistas.
Aunque la previsión era que dos remolcadores llegaran desde Dénia a lo largo de este sábado, lo cierto es que no pasó. Primero se dijo que a las 12 o 12.30 horas, luego que a las 16... y luego ya, que dentro de nada es domingo. Se espera que las labores de liberación del yate de la trampa de arena en que está atrapado se retomen este domingo.
Mientras, este sábado, dos excavadoras se afanaban desde primera hora en retirar arena de ambos lados de la quilla. «Está metidísimo en la arena», lamentaban a pie de playa. Las máquinas se empleaban a fondo, pero la que retiraba arena del lado de estribor del barco, el que mira hacia el mar, tiraba la arena de nuevo al agua. Las olas, incansables, rellenaban los huecos.
La empresa contratada por el armador para desencallar el 'Nordic Lily', de 25 metros de eslora y con un peso de 100 toneladas, paralizó las labores antes de comer. Desde entonces, los trabajos se centraron en, con una de las excavadoras actuando como grúa, intentar balancear el yate para que saliera por sí solo. Fue imposible: está aprisionado por cientos de metros cúbicos de arena mojada, que se apelmaza cuando se seca varios metros bajo el nivel del mar.
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Andoni Torres
Cuando lleguen los dos remolcadores intentarán de nuevo sacarlo de su cárcel. No será fácil. Estos barcos mueven buques de hasta 200 metros de eslora, pero la física es tozuda y no es lo mismo mover un barco enorme en el agua que uno pequeño encallado en la arena. Las operaciones anteriores se saldaron con la rotura de los cables tensores. Uno de ellos, de hecho, causó importantes daños en la popa de uno de los remolcadores. «Le hizo un boquete así», explicaba uno de los operarios este sábado a pie de playa mientras con ambas manos hacía un círculo de unos 25 centímetros.
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