Loewe ya marca su territorio en la esquina más codiciada de Valencia

La apreciada enseña ha escogido el bajo del emblemático y ecléctico edificio Monforte que a finales del siglo XIX levantó el arquitecto Lucas García Cardona. Es una casa que aún hoy sorprende a cuantos la contemplan, y en cuyo bajo se instalaron los almacenes La Isla de Cuba, establecimiento que arrancó el nombre al momento histórico de España. Desde siempre el local ha estado ligado a referentes del comercio valenciano. También allí estuvo la inolvidable tienda de electrodomésticos y de discos Viuda de Miguel Roca que tras el paso de los años dio lugar a ser sede de una oficina bancaria.

Cuando la Isla de Cuba abrió el camino comercial en tan emblemático punto de la capital del Turia, cuentan algunos que se decía que la entonces incipiente calle de La Paz era la más larga porque llegaba hasta la Isla de Cuba. La gracia popular ni siquiera alcanzaba a imaginar entonces que el recorrido podría incluso ser más largo si llegaba un día en que la distancia se midiera en tiempo. Y esa hora llegó.

Para 2023, cuando habían pasado 128 años del aterrizaje comercial en aquella isla que puso fin al regateo, se anunció que en el mismo local se asentaría la firma española ligada al lujo que es Loewe. No fue 2023. Va a ser este año. Loewe recibió las autorizaciones pertinentes del Ayuntamiento de Valencia para tomar posesión de su nueva plaza.

Como su isleña antecesora, la conocida firma española del lujo también nació en el siglo XIX, en 1846. A las orillas del Turia llegó más tarde, ya avanzada la pasada centuria para posicionarse junto a una de las joyas de la arquitectura valenciana, el Palacio del Marqués de dos Aguas, la iglesia de San Juan de la Cruz y el cercano Teatro Principal. En un primer momento abrió sus puertas en la esquina de Poeta Querol con la calle Salvá. Desde allí se trasladó unos patios más allá para abrir sus inconfundibles y atractivos escaparates en el 7 de Marqués de Dos Aguas. Ahora ese sello que entrelaza la 'L' con la 'W' se prepara para una nueva mudanza. Deja a sus vecinos, aunque los que gana -la Catedral, Santa Catalina o el Miguelete- poco tienen que envidiar a los que dice adiós. Cambian los tiempos y con ellos lo hacen las tiendas.

Qué poco parece una esquina cuando se pasea una ciudad. Pero basta detenerse unos instantes, observar y estudiar para descubrir lo mucho que cuenta. Entre San Vicente, La Paz y la plaza de la Reina, hay un edificio y unas cuantas tiendas que forman parte de la historia de Valencia. A la casa de nombre caribeño siguió otro emblema de la ciudad, aquella tienda que un día de 2016 contaba Francisco Pérez Puche en estas páginas que era donde a mediados del siglo XX «vendían tocadiscos inalcanzables para los estudiantes y lo último de Elvis Presley». Luego llegó la ya mencionada entidad bancaria. Un sin parar en ese local, como también en su entorno urbano.

Desde el siglo XIX hasta el XXI, las cuatro paredes de la llamativa construcción de García Cardona ha sido testigo de unas cuantas formas de vivir, compañera de experiencias de varias generaciones de cuya fotografía se extrae el reflejo de movimientos sociales en los que los establecimientos más diversos tienen mucho que contar. Arquitectura ecléctica y eclecticismo en el continente, también en el contenido de una casa que desde el siglo XIX ha contribuido a escribir el relato de la ciudad que hoy se escribe con las letras del bullicio del turismo del XXI. Una gran esquina, un rincón al que el comercio de Valencia parece haber jurado fidelidad.