La Malvarrosa vuelve a rugir

La Malvarrosa se defiende: «Hay que armar follón», así de claras son las declaraciones de los vecinos que se reconocen «hartos». El negocio de la droga todavía campa a sus anchas, ellos mismos lo atestiguan porque ocurre a diario en las calles. Cansados de que la historia siga repiténdose y a pesar de las reuniones mantenidas, una de ellas esta misma semana, con responsables del Gobierno municipal han convocado protestas indefinidas en la zona cero del mercado de la droga en el barrio, 'las cuatro esquinas'.

La de ayer por la tarde fue una cacerolada. Desde antes de las siete y media la Policía cortaba las calles y los vecinos se concentraban expectantes. Llegaban con cazos, cahcarros, cucharas y tapas de metal. «Tenemos que hacer ruido, esto es así, aunque luego no nos hagan ni caso», decía uno de los residentes participantes en la protesta que copó las conversaciones en las calles del barrio. «Últimamente he visto hasta de la secreta y de la Nacional, eso no se veía por aquí antes, no se atrevían a meterse por aquí», comentaban dos hombres a las puertas de un bar cercano al punto donde se había comvocado la manifestación.

«En la Malvarrosa necesitamos una reforma integral en ciertas calles y eso es lo que también se está pidiendo, no es sólo una cuestión de presencia policial, lo que vamos a hacer es seguir saliendo a protestas y ejercer este derecho de manera democrática porque no creemos que haya cambios de aquí a final de año, pero las reuniones mantenidas con el Ayuntamiento van por buen pie», comentaba el portavoz de la asociación vecinal cuando ya el ruido de las cacerolas le obligaba a alzar la voz.

No van a bajar los brazos y así lo dejaban claro los residentes que coincidían en el sentimiento de orgullo por este barrio mira al mar. «Vivimos en una zona privilegiada, al lado de la playa, la gente de aquí somos trabajadores, no tenemos porqué arrugarnos ante esto, no podemos dejar que nos siga dominando», declaraba otro vecino entre el ruido constante de las cacerolas.

Mantienen las protestas, no se rinden pese a que desde la asociación vecinal ven con buenos ojos el interés por parte del Ayuntamiento reclaman actuaciones urgentes y por ellos siguen adelante porque no esperan ver las promesas cumplidas.

El barrio del Marítimo tiene muchas urgencias y los residentes tienen ganas de promover sus reivindicaciones ya que todavía siguen conmocionados por el último suceso ocurrido en el barrio: la muerte violenta de un toxicómano, que ha hecho estallar aún más las alarmas.

Por eso ayer a pesar de todo el se palpaba la esperanza. Pero no en las administraciones sino en la gente: «este barrio está unido y se hace fuerte en las protestas», se repetía desde un altavoz.

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