Paula Hernández
Martes, 11 de julio 2023, 16:43
«¿Qué hacemos? ¿Montamos los puestos o no?». Los vendedores de puestos agrícolas del Mercado de Colón amanecían de nuevo este martes con dudas ante su futuro incierto en la céntrica ubicación.
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Desde que el ya exalcalde Joan Ribó permitiera la instalación de varios mercados agrícolas en las calles de Valencia, dicha medida ha estado envuelta en polémica. Son cuatro los puestos que aún se instalan junto al Mercado de Colón para vender sus productos. Los comerciantes fijos del mercado lo tachan de competencia desleal y no aceptan que estos vendan allí sus productos.
La nueva alcaldesa, María José Catalá, ha mediado en la polémica y, el pasado viernes 30 de junio, llevó a la Junta de Gobierno municipal una iniciativa para prohibir los puestos de productos agrícolas junto a los mercados municipales. A cambio, les ofreció uno de los doscientos puestos vacios que hay en ellos.
«Desde el cambio de gobierno, notamos mayor interés por acabar con este tipo de mercados. No ha habido diálogo y es por eso que quizás no entienden nuestras necesidades y propuestas», cuenta Pau Castells, trabajador de Mastica l'horta y vendedor en uno de los puestos instalados en la calle Martínez Ferrando de Valencia, justo al lado del Mercado de Colón. «Somos cuatro agricultores, no entendemos por qué no se sientan con nosotros y planteamos diferentes soluciones», añade.
En este sentido, a pesar de la concesión de establecimiento por un periodo de 15 años en la ubicación prometida por el anterior gobierno de PSPV y Compromís, los vendedores de productos agrícolas van a tener que abandonar sus puestos y tomar una decisión que, para ellos, resulta de gran importancia. «Estamos a la espera. No se nos ha notificado nada formalmente respecto a qué debemos hacer. De hecho, esta mañana nos preguntábamos entre nosotros «¿qué hacemos? ¿montamos o no?», dice Castells. «Queremos dialogar, no somos enemigos».
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Los agricultores piden instalarse en lugares en los que haya espacio y donde no alteren la vida cotidiana. «Hemos hablado de trasladarnos a la Plaza del Patriarca, a la Plaza del Ayuntamiento o a la acera del Luís Vives». Ante la posibilidad de instalarse en los puestos vacios de los mercados municipales, argumentan que, explica Pau Castells, «en Valencia te obligan a abrir todos los días. Ese formato para nosotros no es viable, a no ser que los mercados reservasen uno o varios puestos para aquellos que de forma puntual quieran venir».
«En cuanto a la tasa que nosotros pagamos por vender nuestros productos en la calle, es cierto que pagamos mucho menos que aquellos que tienen su comercio dentro del mercado. Aun así, tenemos unos inconvenientes añadidos como el clima adverso, el tiempo que gastamos en montar y desmontar la estructura. No pagamos por lo mismo (por las mismas condiciones)», afirma el vendedor.
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Otra de las razones por las que estos agricultores no se trasladan al interior del mercado es porque, como cuenta Carmen desde su puesto en la calle, «los estatutos no nos dan facilidades, por eso en los mercados municipales no hay más puestos ocupados».
Miguel Pascual, otro de los cuatro vendedores presentes este martes en Colón, señala que dentro del mercado han cambiado a los vendedores de productos frescos por bares y restaurantes. «Nos hemos visto obligados a quedarnos fuera de un mercado que era nuestro, nosotros deberíamos estar dentro», sentencia.
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En la otra cara de la moneda se encuentran los comerciantes instalados en la planta baja del Mercado de Colón, que califican de competencia desleal la venta de productos en el exterior y aseguran estar envueltos en «un gran caso de injusticia» ante el que esperan «que quien nos prometió soluciones cumpla con su palabra».
Tras los intentos fallidos por negociar con el Ayuntamiento para que quitaran los puestos, el primer día que abrió el mercadillo, los comerciantes tomaron como medida de presión cerrar sus puestos. A partir de ese hecho, «María José Catalá prometió en su campaña electoral, y a nosotros personalmente, que los quitaría. Siguen instalados pero creo que será cuestión de tiempo que cumpla con su palabra», cuenta José Manuel Manglano, propietario de Manglano y miembro de la Junta Directiva del Mercado de Colón.
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«Yo aquí pago 2.400 euros al mes, todos los meses, 80 euros al día para estar instalado en la planta baja, donde nadie nos ve al pasar. Mientras tanto, ellos pagan 1,82 euros al día y se ubican en la calle Martínez Ferrando, con sus puestos a pie de calle», explica Manglano. «Llevamos en este puesto 108 años y, ahora, ellos desde la calle hurgan en la clientela que nos hemos trabajado durante tanto tiempo».
Los comerciantes aseguran que en el barrio no hay necesidad de comercializar los productos de los agricultores, los vecinos tampoco lo han pedido. «Si yo fuese quien está en esa situación iría donde supiese que mi producto hace falta», comenta Luís Lázaro, gerente de la pescadería Martínez & Mary. «No estamos en contra de ellos, sino de las injustas y desequilibradas condiciones en las que nos encontramos», añade. «Los clientes pasan por sus puestos, con o sin intención, y muchos se quedan ahí, no hacen el esfuerzo de bajar».
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Por su parte, Teo, encargado de Carnes Varea, asegura que siempre lo han visto «como competencia desleal y nos solidarizamos con nuestro frutero, que es huertano como ellos. La diferencia es que él paga mucho más por vender sus productos». Además, todos coinciden en la comprensión del punto de vista de los agricultores y sus necesidades, pero reclaman que «también se nos respete a nosotros y a nuestro negocio».
Frutas y Verduras Fina lleva instalado en el Mercado de Colón desde 1916, durante cuatro generaciones. Merche, una de las responsables del comercio declara que «para nosotros es competencia». «Mi marido es agricultor como ellos y todos los productos que trae de temporada son los mismos que ellos venden a pie de calle. No nos lo compran a nosotros». Explica que lo que esperan no es que no les dejen vender, sino que los reubiquen donde no hay mercados, pero «cuanto antes mejor».
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