![Líneas rojas con las que Urbanismo marca la ampliación de la acera.](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202212/26/media/cortadas/perez%20galdon%20foto%20grande%20y%20damian1-REA77agJzpjmDgwefcC8O7O-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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Si hace unas semanas se hacía famoso el cruce de Pérez Galdós con Pintor Benedito por la profusión de líneas y marcas viales que se pueden ver desde las alturas y que suponen un quebradero de cabeza para conductores y usuarios, LAS PROVINCIAS ha querido comprobar de primera mano qué aceptación tiene el experimento de la concejalía de Urbanismo, que lejos de ampliar las aceras como pedían los vecinos, ha decidido hacer una reforma temporal de Pérez Galdós, previa a la definitiva, con bandas peatonales entre el carril bici y la propia acera. Lo ha hecho con unas líneas rojas que confunden a casi todos: «Yo nunca tengo claro si puedo caminar por ahí o no».
Este diario acudió, la pasada semana, en dos ocasiones a distintos enclaves de la avenida: miércoles por la mañana y jueves por la tarde a los cruces de Pérez Galdós con Ángel Guimerá, Democracia y Jesús. En esas visitas, únicamente una persona recorrió algún tramo señalizado en la calzada. Evidentemente, no es una muestra fiable, pero sí un buen termómetro de lo que, luego, reconocen los vecinos a pie de ella. Carmen es una mujer que reconoce no saber si puede recorrer la zona roja o no. «¿Ah, sí? ¿Y por qué no lo pintan de otro color?», pregunta, y no es ninguna tontería.
Cuando Urbanismo se gastó 700.000 euros en esta «ampliación de aceras» que no es tal y que tampoco afecta a las aceras, simplemente pintó el suelo con líneas rojas. La confusión fue tal, porque además se hizo a la vez que se trazó el nuevo carril bici en calzada, que los operarios municipales tuvieron que volver a pintar unos pictogramas de una persona caminando, para aclarar que es una zona peatonal. Pero ni por esas.
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«Es que es hasta ilegal. El código de circulación impide a los peatones ocupar la calzada más que por los pasos de peatones», comenta Eduardo, que es profesor de autoescuela en un centro cercano, y explica que la señal roja no es correcta. En realidad, la administración puede modificar los ocupantes de una vía en concreto mediante marcas viales, que es lo que se ha hecho en este caso, y en otras muchas peatonalizaciones, pero en este caso algo ha fallado.
«No da nada de seguridad caminar por aquí. En cualquier momento parece que se te vaya a tirar encima un autobús», lamenta Rafaela, que espera, precisamente, un vehículo de la EMT en la parada 1691, en la esquina entre Pérez Galdós y Martínez Aloy. Frunce el ceño al observar la zona peatonal, vacía. «No, imposible. No, da miedo», insiste, como quien se enfrenta a un miedo atávico. La situación no mejora avenida arriba, en dirección al Jardín del Turia. En el tramo más cercano a la calle Linares, los vecinos están enfadados. Habla Adrián: «Han quitado mucho aparcamiento para poner estas rayas que no usa nadie. Te lo digo, no lo usa nadie, de verdad. Es que es increíble. Y encima todo lo demás es zona azul: si quieres vivir por aquí, o tienes garajes o pagas por aparcar en la calle». Asegura que los residentes de esta zona tratan de conformarse como asociación para presentar quejas y protestas al Ayuntamiento.
Cabe recordar que para la avenida hay prevista toda una reurbanización que, eso sí, no llegará antes de elecciones. Ni de lejos, vaya. Los cambios en la avenida reducirán los carriles para el tráfico rodado y crearán un bulevar ajardinado en el centro, sobre el viejo túnel, que se hará servir de depósito de tormentas (si la concejalía de Ciclo Integral del Agua lo ve bien, claro). Eso será si se mantiene el actual gobierno en el poder, porque en el caso de llegada del PP de nuevo al despacho de la chimenea, está por ver que María José Catalá vaya a mantener los proyectos de Compromís y PSPV.
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Pero para eso, para una cosa o para la otra, aún quedan meses. Mientras, los residentes se enfrentan a la avenida con el espacio peatonal menos peatonal del mundo. Este diario pudo presenciar una escena curiosa. Además de esa peatona que. cargada de una maleta con ruedas, recorre la zona peatonal junto a Pintor Benedito, varios de ellos tuvieron que recorrer esa franja ignota, llena de peligros, para salvar un grupo de gente que esperaba en una parada de autobús. Al final, se emplea únicamente si no hay más remedio, si la acera está llena de gente y, por tanto, la única manera de salvar una de las aglomeraciones tan temidas tras la pandemia es adentrarse en la jungla de rayas rojas.
La oposición ha pedido en varias ocasiones que se le dé una vuelta a esta zona peatonal, pero el Consistorio ha hecho oídos sordos, parapetados tras la explicación de que es una actuación temporal que desaparecerá con la urbanización definitiva. Vamos, como en la plaza del Ayuntamiento. PP y Ciudadanos han afeado en varias ocasiones el gasto, superior a los 700.000 euros, que además no han reducido el ruido en la avenida. «Es que tampoco hay menos escándalo, que es lo que nos prometieron. Los coches siguen pasando y como tienen menos espacio, ahora hay más atascos. Vamos, es que eso lo enseñamos en la autoescuela», recuerda Eduardo. Mientras, la peatona viajera, esa de la maleta, se encoge de hombros. «¿Por qué ha decidido caminar por aquí», le pregunta el periodista. «¿Y por qué no?», contesta ella.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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