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A las 6 de la mañana. A esa hora los operarios que trabajaban en la reurbanización de la plaza de la Reina retiraron las vallas que cercaban las obras para que los valencianos pudieran ver el resultado.
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Después de quince meses de trabajo, incluida una prórroga de tres meses por los daños detectados en el parking y por los hallazgos arqueológicos. los visitantes han podido valorar la nueva imagen de esta plaza donde el verdadero protagonista es el peatón.
Desde primera hora, los valencianos y turistas han ido poniendo nota y valorando los aciertos y los errores de un nuevo espacio que será el escenario estrella de los selfies de Valencia.
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Las opiniones de los paseantes no ha sido unánime. Mientras algunos han insistido en que es un auténtico secarral e incluso otros han hablado de 'desierto', por la falta de zonas de sombra, otros han apreciado que se haya peatonalizado, que se hayan sacado las líneas de autobuses y que hayan puesto nebulizadores de agua.
Las palmeras metálicas que lanzaban periódicamente el agua, situadas en la parte próxima a la calle San Vicente, se convirtieron en punto de atracción.
Los niños y también la gente mayor se pusieron a jugar en la zona de vapor de agua y pasaron repetidas veces con los brazos levantados para aminorar el calor.
Eso sí, una vez superado el factor sorpresa, la gente pasaba rápido por el centro de la plaza, ya que en el resto del espacio las sombras son pocas y era difícil aguantar la estancia.
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Y es que aunque se han puesto 115 árboles, frente a los 55 que había antes, como repitió el alcalde de Valencia, Joan Ribó, para tratar de justificar la falta de espacio con sombras, la gente se concentró sólo en dos puntos: el ya citado espacio de los vaporizadores y en el extremo contrario, junto a la Catedral, el otro único punto donde hay algunos árboles más crecidos.
Pilar García, vecina de Valencia, explicó que «los árboles que han puesto en maceteros tardarán en crecer. Esto es un secarral». Y añadió que «no hay explosión de colores, es todo muy blanco y gris. Es monótono, como un desierto. Será difícil que los mayores puedan estar mucho tiempo en el centro de la plaza. Y los bancos están al sol y son muy duros».
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Otro residente, Antonio Paraile, opinó que «esto parece el desierto de Atacama, el lugar más seco del mundo. Falta césped, plantas de colores y no sé cómo no se dan cuenta de que el sol refleja en el suelo y refracta». En el lado positivo, valoró que ahora sea peatonal y moderna.
Otro paseante, Fernando Donoso, comentó que «no entendía por qué se ponían los bancos a pleno sol, sin árboles. Y es un bloque para sentarse que resulta duro, incómodo. Y echo en falta una fuente decorativa». Y otro, José Sobrino, opinó que «echo de menos los naranjos tan valencianos y los geranios».
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Fernando Gómez, vecino de Valencia, coincidió en señalar que «es una pena que no hayan naranjos y es un error que los bancos no tengan respaldo».
Otro viandante, Francisco Ros, no dudó en señalar que «le doy un cero. No hay casi sombra y los toldos son de vergüenza, sirven para poco. No me gustan los bancos de piedra, hay pocos árboles y no hay césped». Otro paseante, José Luján, argumentó que «hay demasiado bloque de piedra y el color es muy uniforme, todo blanco. Lo han despersonalizado. Decían que Valencia es tierra de flores, pero hay poco color».
Otra residente, Carmen Pradas, opinó que «es una plaza demasiado blanquecina, falta alegría, y no me gustan los bancos al sol, además son incómodos. Lo único que me gusta son los vaporizadores de agua».
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Había opiniones y aportaciones muy variadas. Así, por ejemplo, José Esteban, indicó que «es una plaza bonita, comprada con lo que había, pero toda Valencia dice que es una pena que se han quedado cortos de sombra. No se entiende que pongan toldos en una zona donde no hay asientos y dejen los bancos sin sombra».
Un padre y un hijo, los dos de nombre Jesús Coiduras, llegaron al centro en bicicleta desde Almàssera y visitaron la plaza andando. «Nos gusta. Antes era más verde, pero pasaban muchas líneas de autobús. Los maceteros nos gustan más que los de la plaza del Ayuntamiento. Es un acierto que sea peatonal y parece una plaza más europea y moderna, pero está claro que falta sombra».
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José Antonio Gallego, Isabel Fernández y Miguel Jordá, tenían una reunión y aprovecharon para pasar por la plaza. Gallego echo en falta una fuente decorativa y más fuentes de agua fresca «el color de Sorolla», a pesar de ello se mostró a favor de la peatonalización y de que hayan quitado los autobuses.
Isabel Fernández dijo que «era todo muy blanco y gris, faltan colores mediterráneos» y Miguel Jordá apuntó que «le doy un diez. Ahora es un espacio peatonal, está muy acertado el nebulizador y resalta los monumentos, pero falta sombra».
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En la plaza también se encontraba Enrique Giménez, profesor de Urbanismo de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, que acudió acompañado de algunos alumnos. «Me gusta el espacio que se ha ganado para el peatón. Es la primera vez que todo el espacio es una plaza, antes estaba la glorieta, el jardín del final y la calle. Ahora es unitario y se ha ganado coherencia».
Opinó que «resaltan el Miguelete, la torre de San Esteban y Santa Catalina y se han corregido problemas, porque no me gustaba la entrada circular al parking». Concluyó que «con un truco tan sutil como poner unos árboles en un lateral, Tomás ha recuperado la visión que había de la antigua calle Zaragoza».
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A esa misma hora estaba el propio arquitecto José María Tomás, que ha diseñado la plaza. Explicó que «estoy contento porque está lleno de gente. Todo el equipo ha hecho un buen trabajo y espero que la gente disfrute del resultado».
También pasó por allí andando, junto a su bicicleta, el concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, que se queda con la gestión del parking. «Se ha creado una plaza de 12.000 metros cuadrados. Es un proyecto icónico para un espacio monumental singular». Añadió que «me gusta que los valencianos la han hecho suya desde primera hora».
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Justificó que no se haya puesto nada en la zona de toldos «porque será una zona donde se harán actividades, conciertos, escenarios, se pondrá el árbol de Navidad de los comerciantes y cerca pasarán los falleros hacia la Ofrenda. Está todo pensado para sus usos».
Ante las críticas de falta de sombra, recordó que «en la plaza de la Virgen no hay árboles, ni en la plaza Mayor de Madrid y es más verde que las 17 plazas consideradas más bonitas del mundo. Y tiene el doble de verde que antes».
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El alcalde de Valencia, Joan Ribó, colgó en redes sociales una imagen de la plaza centrada en la única zona donde hay más árboles juntos y donde se encuentran los nebulizadores, pero no colgó ni una sola foto de las zonas sin sombra. En redes justificó que no se ponga césped por las filtraciones que producía en el aparcamiento y añadió que no se han puesto árboles sobre el parking para evitar problemas futuros,
Luego enumeró las bondades de este proyecto que ha costado 13 millones de euros, como que la piedra calcárea es antideslizante; que hay lavabos públicos; 900 asientos; 30 plazas de aparcabicis y un aparcamiento con 228 plazas para coches, seis para personas con movilidad reducida, 48 para motos, 20 para bicis, nueve cargadores para bicis o patinetes y siete para coches eléctricos.
Desde el Mercado Central, agradecieron que se haya abierto la plaza «y se ha recuperado la normalidad de los accesos a nuestro mercado», indicaron los vendedores. Recordaron que ahora hay cuatro aparcamientos abiertos en la zona.
La presidenta de los vendedores, Merche Puchades, destacó «el importante esfuerzo económico del Mercado Central y del Ayuntamiento para que los clientes puedan beneficiarse de una hora de aparcamiento gratis, canjeando mercapuntos de sus compras».
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Desde la asociación de Comerciantes del Centro Histórico, su gerente, Julia Martínez, apuntó que «todo lo que se ha reflejado en la plaza es lo que se habló en el proceso participativo. Está todo muy pensado y será un reclamo».
Por su parte, desde el PP, la portavoz María José Catalá, insistió en que es «un verdadero secarral» y reclamó al gobierno de Ribó «más zonas de sombra para hacerla más amable para las personas, puesto que no hay bancos en la sombra y los que hay, son inadecuados».
Opinó que hay «un exceso de cemento. Dijo que «me comprometo a cambiar los proyectos de urbanismo de chapuza táctica y los áridos de cemento por espacios verdes y con sombra».
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