«Siempre he querido vivir aquí». Hay dos tipos de héroes en Valencia, los que deciden tener su hogar en el centro histórico y los que eligen una zona rural. Vicente Tomás es de los segundos porque nació en Font d'En Corts, construyó allí ... la casa cuando se casó (encima de la de sus padres) y la única preocupación que dice tener es si le llega una «expropiación de esas» como dice para apropiarse de su parcela.
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El ejemplo de Vicente no ha sido seguido por muchos y es uno de los motivos de que el patrimonio rural de Valencia se reduzca cada vez más hasta desaparecer. Los motivos son muchos y variados, al ir desde la despoblación hasta las ocupaciones ilegales, pasando por la falta de ayudas públicas y los farragosos trámites a la hora de lograr una licencia de obras.
El primer mes de 'La Valencia que queremos' impulsada por LAS PROVINCIAS está dedicado al patrimonio histórico de la ciudad y el primer paso se da en dirección a la huerta que rodea la ciudad, así como a la arquitectura y paisaje rural que se ha quedado atrapado en la gran ciudad el último siglo.
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Paco Moreno
La manida frase «todo esto antes era campo» es una realidad plena en el caso de Valencia, debido a la tierra fértil en la que se asienta la ciudad. Buena parte del callejero sigue las líneas de acequias y caminos, con el eje vertebrador del Turia, antaño río y ahora jardín.
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Los datos pueden ser fríos pero son rotundos. Dos alquerías cuentan con la máxima protección patrimonial en la ciudad, es decir, están declaradas Bien de Interés Cultural. Se trata de la alquería de Julià, ahora sede de las bandas de música, y la alquería dels Moros, la sede del Consell de l'Horta.
En realidad una parte de esta última, como indica el presidente de la asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio, César Guardeño, al subrayar que el Ayuntamiento ha rescatado la Casa del Señor, la pieza principal, mientras que justo enfrente, al otro lado de uno de esos caminos nacidos hace siglos, subsiste una propiedad privada pendiente de rehabilitación. Con urgencia habría que añadir, dado la última noticia sobre ella es la caída de un muro.
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¿Cuál es la alquería que simboliza la necesidad de salvar un patrimonio tan singular? Guardeño apunta directamente a la alquería de la Torre por todo lo que significa. Está al lado del parque de Benicalap y la propiedad llegó a manos del Ayuntamiento en la permuta con el Valencia C.F. para que el club de fútbol se quedara la parcela municipal donde se asienta el nonato estadio de la avenida Cortes Valencianas.
Singular por el valor de una arquitectura del siglo XVIII con todos los elementos de la actividad de la época, incluido un horno, el espacio de un huerto, un secadero, un grupo de árboles, etc. Según la ficha elaborada por el Ayuntamiento en 2010 es «recuperable», lo que habría que actualizar trece años después.
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Singular también porque forma parte del principal problema urbanístico de Valencia del comienzo de este siglo, un estadio de fútbol atascado por la falta de financiación. El propósito del gobierno municipal es que forme parte de una gran operación dentro de la ampliación del parque de Benicalap y la puesta en valor de la cercana Casa del Americano. Por supuesto, sin plazos.
El patrimonio rural no entiende de esto, mejor dicho su degradación. Valencia atesora unos 130 elementos declarados Bien de Relevancia Local, un listado dominado por las alquerías y donde se incluyen las acequias, molinos y acequias, entre otros.
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Algunos de ellos forman parte de la Lista Roja de la Fundación Hispania Nostra, debido a su ruina, al igual que de las recomendaciones del Síndic de Greuges para que se proceda a su rescate sin dilación. Destaca quizás por su dificultad la alquería de Serra, aislada del casco urbano y pegada al acceso de una autovía, lo que acaba de complicarlo todo. Una empresa presentó una propuesta para que forme parte de una gran residencia universitaria, en concreto como centro de recepción, aunque al actual gobierno municipal no le gustó nada la idea.
Al otro lado de esa carretera, en la V-21, vive Miguel Sanchis, en concreto en la huerta de Vera. Opina igual que Vicent, es decir, que no se moverá de su casa a pesar de las dificultades en conseguir permisos de obras, por no hablar de la falta de ayudas públicas.
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Cita sólo un ejemplo, como es el pago de impuestos y tasas. «Un amigo me asegura que paga el mismo IBI que yo y él está en la calle Comedias», en pleno centro de Valencia. A pesar de esas circunstancia, asegura que no cambiaría por nada. «Salgo por la puerta de mi casa y noto la luz y el aire, una tranquilidad que me da mucha paz», cita.
Tiene campos de cultivo, al igual que Vicent, por lo que sufre también en ese aspecto. «El año pasado me costó dinero», recuerda. Ahora está con las patatas y espera tener mejor suerte. En Font d'En Corts tienen agua potable, lo que no ocurre en la huerta de Vera. Para Vicent, lo que debe mejorarse con urgencia es la seguridad en los campos y las viviendas, lo que se agrava con las ocupaciones ilegales y el abandono de los cultivos.
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