Los robos y okupaciones se ceban con La Punta

Vivir o tener como segunda residencia una alquería o casa de campo en la pedanía de La Punta rodeada de huertos y con la brisa próxima del mar es todo un lujo, pero se está convirtiendo en toda una pesadilla para los vecinos que están sufriendo una oleada de robos.

La situación es tan desesperante, que hay propietarios que tienen que ir todos los días a controlar sus casas para ver si está todo en perfecto estado. «Tengamos la faena que tengamos, tenemos que venir todos los días a ver la casa porque si bajamos la guardia se nos meterán dentro», explica Paco Caplliure, uno de los afectados.

Detalla prácticamente sale a un intento de asalto por mes. «Este martes tuve que ir a la comisaría de Zapadores a poner una denuncia por los intentos de robo de febrero, otro que tuve en marzo y de esta pasada semana. Al final aprovecho el viaje y en una vez pongo ya en conocimiento de las autoridades todos los casos».

En esta ocasión, los ladrones emplearon una escalera y se subieron al techo para intentar acceder a un patio o porchada interior. «Resulta que nos han dejado en una de las partes del techo todas las tejas sueltas y me di cuenta porque cayó parte de una teja y cemento en una red que tengo puesta en el porche para que no entren palomas», detalla.

Este vecino ha tenido que cegar ya cuatro de las cinco ventanas de la parte trasera para evitar que las fuercen y en la única que ha dejado, «he tenido que poner doble reja y aún así, me la han forzado».

También comenta que se está viendo obligado «a convertir esta casa en un búnker, cegando ventanas y poniendo rejas, pero si un día estoy dentro y hay un incendio, veremos si puedo salir».

Caplliure explica que ahora «tendré que esperar a que llueva para ver si con las tejas que me han movido se han creado o no goteras y eso supondrá un nuevo gasto».

También indica que antes de la pandemia ya entraron en la casa y «se llevaron lámparas y hasta unas mecedoras» y añade que este año «lo estamos sufriendo de una forma especial. Se está desmadrando el tema».

Hay vecinos que han optado por tener perros en las propiedades y otros han tenido que hacer una inversión en alarmas de seguridad. «pero es que los vecinos no podemos montar guardia», indican Caplliure y Boro Ramos, vecinos de la zona.

En la otra parte de la pedanía de la Punta, cerca de las vías del tren, los ladrones también han entrado a robar en una de las pocas barracas que quedan. Según relatan vecinos de la pedanía, «han sido capaces de arrancar hasta los grifos de la pared. Se han llevado colchones, lámparas, la nevera y hasta sábanas».

En este caso, fue un vecino y agricultor de la pedanía el que se dio cuenta. «El hombre se levantó a las 4.30 horas para ir a trabajar al campo y, como tiene sus tierras cerca de la barraca, se dio cuenta de que estaban todas las luces de la barraca encendidas y llamó a la Policía». Y añaden que de inmediato «las dos o tres furgonetas que había para llevárselo todo desaparecieron y ya no los pillaron».

En la calle Jesús Morante y Borras, que es una zona más poblada también se ha dado algún robo y, como describe Vicent Romeu, presidente de la asociación de vecinos de La Punta, «en el Camino del Caminot también han intentado hacer okupaciones dos veces y han tenido que tapiar las propiedades».

Romeu indica que siempre está informando a sus vecinos «para que cada vez que haya un caso de intento de robo o de okupación o robo que denuncien porque es importante que eso se refleje en las estadísticas».

Este presidente vecinal reconoce que hay vecinos «que están ya desesperados, pero como hay muchas casas que están aisladas, pegan patada y entran y en pocas horas saquean todo lo que pueden».

También los vecinos que viven en las casas de realojo de la Zona de Actividades Logísticas (ZAL), en La Punta, los vecinos están más que hartos de la visita de los ladrones. Este pasado puente, «entre el sábado y el lunes han roto las ventanillas de dos o tres coches, pero no es la primera vez», explica Mari, una vecina.

Además, detalla que ya hay «uno de los afectados que le han roto dos veces las ventanas de su vehículo y al final, cansado, dice que se está planteando dejar el coche con las ventanas bajadas para que se las dejen de romper».

Por otro lado, Boro Ramos, vecino de la zona, lamenta que tienen alrededor «campos que están sin cultivar porque los vendieron a constructoras, pero no los limpian y es un foco de suciedad. Lo hemos comentado al Consell Agrari, veremos si hacen caso» y añaden que hace falta «que patrulle la Policía por la zona y alumbrado público porque estamos a ciegas».

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