Con demasiada asiduidad fía el Consistorio la solución de determinados problemas enquistados a la aprobación de ordenanzas que terminan convirtiéndose en el Santo Grial. Algo así pasaba con la ordenanza de contaminación acústica. Aprobada el pasado mes de febrero, y, cierto es, sin apenas tiempo para entrar en funcionamiento, no parece tampoco que el Ayuntamiento se haya hecho servir de ella para solucionar las molestias derivadas del ruido. De hecho, el mes pasado el Síndic de Greuges dio un fuerte tirón de orejas al Consistorio por las molestias que un pub situado en el barrio de Ruzafa provoca en los residentes de un edificio entero.
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Si bien el propio Ayuntamiento se defiende y dice que las sonometrías efectuadas el pasado mes de febrero en un local situado en calle Sueca permiten demostrar que el local no supera los 90 decibelios a que autoriza su licencia municipal, la promotora de la queja insiste en que los problemas persisten. Por eso, el Síndic ha exigido al Consistorio que, en el marco de las competencias inspectoras que le corresponden, «se adopten con rapidez y determinación todas las medidas que sean necesarias para determinar la realidad de las molestias que viene siendo denunciadas por la interesada por la contaminación acústica derivada del funcionamiento de la actividad de referencia». Se da la circunstancia de que el Ayuntamiento explica que las inspecciones policiales, aunque revelaron unos niveles adecuados de ruido, también evidenciaron otros problemas que necesitaban una subsanación urgente.
El 21 de febrero se realizan sendas solicitudes de inspección a Policía Local para que revise sonometría del local y compruebe la utilización del patio exterior y al Servicio de Inspección Municipal para que informe con respecto a los resultados. «En este momento nos encontramos a la espera de ambos informes que serán notificados a las personas interesadas para su conocimiento», indica el Ayuntamiento en un informe reproducido en la resolución del Síndic. El documento aconseja a los vecinos que cada vez que se produzca molestias, o hechos causantes que perturben el descanso, «soliciten la presencia policial para que se proceda a levantar un acta con la actuación realizada».
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El Síndic termina su recomendación con una exigencia al Ayuntamiento de que «adopte las medidas que sean precisas para erradicarlas y lograr el pleno respeto de los derechos de la promotora de la queja y de los demás vecinos afectados».
No es la única discoteca que ha provocado alguna que otra molestia. Lo mismo ocurre en la calle Málaga, en el norte de la ciudad, concretamente en el barrio de Marxalenes. En la última Junta Municipal de Distrito de Tránsitos, una comunidad de propietarios protestó por una discoteca situada en la calle Doctor Montoro, perpendicular a Málaga, donde los residentes están hartos del botellón que se forma en las calles las noches de fin de semana de 2 a 8.30 horas. «Hemos visto escenas como peleas, puñetazos, gente arrastrada por el suelo varios metros...», denuncian. La presidenta de la junta municipal de distrito, Elisa Valía, se comprometió a trasladar el problema al servicio de Policía Local y al de Licencias para comprobar si el local tenía los papeles en regla.
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